Cuenta Javier Reyero que cuando acabó los estudios de ADE apenas tenía claro lo que era el Registro Mercantil de manera que, a la hora de elegir qué empresa montar, se decantó más por sus conocimientos como mecánico adquiridos de forma autodidacta que por su capacitación para administrar y dirigir empresas.
Empezó guardando debajo de la cama piezas de reparación que encontraba y, cuando se le agotó el espacio, alquiló un pequeño local cerca de su casa, en la zona de Tetuán. Fue en 2011 y lo llamó BiciConAlas porque era esa la especializad a la que quería dedicarse: mancharse las manos con la revisión, reparación y personalización de bicicletas de primera y segunda mano. Pero también este nuevo local se le quedó pronto pequeño, así que tuvo que trasladarse al que ocupan actualmente de 300 m2 en la zona de Cuatro Caminos de Madrid. Acompasando el crecimiento, también tuvo Reyero, ahora con 27 años, que ampliar la plantilla hasta 5, que son los que la integran actualmente.
Facturar desde el primer día
Y aunque dice Reyero que de la Universidad no sacó mucho provecho para su faceta emprendedora, parece que al menos le quedó claro que una empresa, para ser considerada como tal, tiene que facturar y si lo hace desde el primer día mejor. «Lo mío es una empresa de las de verdad». Así es como ha ido creciendo a base de recursos propios, “alguna pequeña ayuda familiar” y facturando. El año pasado hasta 250.000€ al cierre. Las previsiones son de ir a más, teniendo en cuenta que el segmento de la reparación de bicicletas crece un 35% al año, según afirma. Así que está buscando otro local para abrir un segundo taller en Madrid y alcanzar la meta que se ha propuesto: 10 talleres en los próximos 3 años repartidos por distintas ciudades españolas.
Asegura que, en su caso, lo que mejor le funciona es el boca a oreja para atraer nuevos clientes, aunque se valen también de las redes sociales. “Estamos muy bien posicionados”, asegura. Del target, la única distinción que puede hacer entre sus 5.0000 clientes es que se reparten entre un 70%, hombres, y el resto mujeres “porque, por lo demás, los hay de todo tipo”.
Competencia dice que no tiene, no porque sea el único que se dedica a esta actividad, “sino porque ninguno se orienta en exclusiva al cuidado y conservación de las bicicletas dado que compaginan el negocio con las ventas de las mismas”. El otro punto que dice diferenciarle es el de escuchar al mercado. “La mayoría de las veces la gente no busca comprarse una bicicleta nueva porque no lo necesitan, quieren salvar y seguir funcionando con la que ya tienen”. La satisfacción del cliente “100% garantizada”, al menos eso es lo que afirman en su web con una política de precios muy transparente.