Ayuda T pymes empezó como un proyecto personal de Alfredo Pérez, actual CEO, y María Vera. Antes de terminar los estudios en la Universidad, Matemáticas y Derecho, respectivamente, ya sabían ambos que querían emprender.
Los primeros pasos para desarrollar la idea de negocio los dieron, cada uno, en casa de sus padres. Meses después, Alfredo Pérez decide alquilar un piso en la localidad gaditana de El Puerto de Santa María que haría las veces de domicilio y oficina. Así estuvo hasta haber contratado a 10 o 12 jóvenes cuyo movimiento empezaba ya a levantar sospechas en el vecindario. El salto siguiente fue alquilar una nave bastante mayor, con capacidad para albergar a más de 100 personas y, cuando se les hubo quedado pequeña también, optaron por comprar un edificio, este ya de 5.000 metros cuadrados, para acoger las distintas líneas de negocio y los más de 350 empleados que integran la plantilla de Ayuda T, repartidos entre la sede de El Puerto y las oficinas en Cádiz, Córdoba, Jaén, Mataró y Barcelona. Para que todo esto pasara han tenido que transcurrir 12 años. De ser cierta la teoría de que la evolución de una compañía puede medirse por sus mudanzas, cabe afirmar que lo que empezó como una solución de autoempleo, está camino de convertirse en un empresón.
Decimos “está camino” porque Alfredo Pérez tiene claro que le queda un largo trecho para conseguir lo que se propone con Ayuda T: “ser la empresa líder de asesoría a pymes y autónomos y el Mercadona para los pequeños despachos en toda España. Luego, ya veremos”.
Cuando el cliente crece más rápido que el asesor
La oportunidad de negocio la detectaron en los despachos de asesoría a empresas. Un sector muy atomizado, arraigado al papel y al presencialismo y más orientado a ejecutar y empaquetar servicios, que a personalizarlos y aportar valor y conocimiento a las empresas. De seguir así, sería Jonás quien se comiese a la ballena porque los clientes estaban creciendo más rápido que sus asesores.
“Hay 20.000 asesorías en Españapara cuatro millones de empresas. Del total de esas asesorías, el 80% la configuran dos o un empleado, con pocas posibilidades de escalar y un servicio muy tradicional, poco ágil y transparente”. Con este groso estudio de mercado, los fundadores de Ayuda T supieron desde el principio hacia dónde tenían que encaminar los pasos para adentrar al sector en la senda del siglo XXI.
Lo primero fue crear una asesoría nativa digital que permitiese a pequeñas empresas y autónomos agilizar todos los trámites, tanto de tipo laboral, como fiscal y contable. Para ello montan una plataforma en la nube con un servicio de suscripción mensual sin compromiso de permanencia. El primer cliente les entró a los 10 o 12 días de salir al mercado, un empresario de calzado valenciano. Con ellos permaneció hasta que cesó la actividad, pero fue el detonante de la avalancha que llegaría después, hasta alcanzar la suma actual de 15.000 clientes pymes y autónomos de toda España.
Un negocio con muchas capas
Pero tampoco bastaba con consolidar la asesoría online. Si querían hacer el proyecto grande y enriquecer los servicios habría que innovar más. “En principio, la obsesión ha sido más mejorar para optimizar nuestros procesos internos que ir lanzando líneas de negocio paralelas. Pero como veíamos que a nosotros nos funcionaban muy bien esas mejoras, luego empezamos a montar líneas de negocio paralelas”, justifica así Alfredo Pérez las distintas capas que hay bajo el paraguas de Ayuda T.
Lo primero que implementaron fue la tecnología con desarrollos propios. Del departamento tecnológico, que integra una veintena de programadores, surgiría la línea de servicios para despachos, donde cuentan ya con 800 clientes. A ellos les ofrecen un software especializado y otras herramientas útiles para acelerar y digitalizar el negocio en todas las necesidades de gestión. Ahora están a punto de sacar un chatbot que, haciendo uso de la Inteligencia Artificial, ofrece respuesta inmediata a las consultas más recurrentes.
Por otro lado, la incesante incorporación de nuevos trabajadores a la plantilla de Ayuda T, les llevó a diseñar un curso de formación y entrenamiento en asesoría de empresas para los nuevos empleados. Éste sería el germen de la actual plataforma de formación online de Ayuda T, donde imparten un master de asesoría, por el que ya han pasado 400 alumnos, y al que suman ahora un segundo master en marketing digital.
La asesoría jurídica es otra de las capas añadidas a la marca, donde una veintena de abogados ofrecen servicios legales en temas como la creación exprés de empresas, pactos de socios, registro de marcas o ajustes a la Ley de Protección de Datos, entre otros.
“Lo bueno que tiene crear varias unidades de negocio es que, cuando una falla, la puedes compensar con las otras. Pero también corres el riesgo de perderte en una vorágine y estar todo el día probando cosas nuevas”, dice Pérez.
Ahora toca crecer de forma inorgánica
Ayuda T facturó el año pasado 7,5 millones de euros y las previsiones para el cierre de 2020 son alcanzar los 10 millones. El Covid, en lugar de ralentizarlos, les aceleró obligándoles a contratar a más gente para atender un aluvión de clientes ocasionales que no podían ser atendidos en sus despachos de siempre cuando más falta hacían. “Tuvimos que tramitar un montón de bajas laborales, ERTES, ayudas para los autónomos, ICOS…vamos, una locura”.
Tampoco ha sido fácil gestionar una empresa que nació como solución de autoempleo y que ahora da trabajo a 350 personas. “Tardamos años en ser conscientes de lo que habíamos creado. Trabajábamos casi por inercia”. Para aportar madurez al proyecto, Ayuda T acaba de dar entrada al 50% de su capital a la compañía alemana ETL Global https://etl.es/, una firma internacional de asesoramiento presente en más de 50 países. “Como socios, nos vienen perfectos. No queríamos un fondo de capital riesgo, ni estar levantando rondas, buscábamos más un partner estratégico que nos ayudase a gestionar un negocio que ha crecido más deprisa de lo que esperábamos. La intención nunca ha sido entrar, construir y vender sino construir algo grande y eso es lo que vamos a rematar, ahora con gente que sabe más que nosotros”.
“La vida”
Cuando le preguntamos a Alfredo Pérez de qué se conocen él y su socia fundadora, María Vera, solo responde con un críptico “la vida”. Poco antes de que se declarase la crisis sanitaria del coronavirus, “la vida” le dio a Alfredo Pérez el mayor susto que se había llevado hasta ese momento. “Me diagnosticaron un linfoma de Hodgkin y estuve todo el confinamiento recibiendo sesiones de quimio. Mi siento con ánimos y hay personas que me han ayudado muchísimo. Lo cuento para que nadie piense que las cosas son siempre tan bonitas como parecen”.