Los artesanos están en peligro de extinción. Aquellos oficios que formaban parte del paisaje habitual de los pueblos y las ciudades han ido desapareciendo poco a poco, a medida que la producción industrializada y masiva se ha impuesto en nuestra sociedad.
Algunos de estos oficios artesanales corren el riesgo de desaparecer con la jubilación de los últimos profesionales, que han dedicado toda su vida a un trabajo que, en ocasiones, han elevado casi a la categoría de arte.
Según los datos del informe ‘La artesanía en España’, elaborado por KPMG, la artesanía tuvo un impacto económico de 6.049 millones de euros en 2019 —últimos datos disponibles en el momento de elaboración del estudio—, con un descenso acumulado del 5% en los cuatro últimos años (6.370 millones en 2015). Además, su contribución al PIB se redujo un 18%, situándose en el 0,54% en 2019 (0,65% en 2015).
Sin embargo, el número de artesanos, lejos de descender, fue en aumento. El estudio señala que en España existían 64.000 empresas dedicadas a la artesanía en 2019, alrededor de 1.000 más que cuatro años antes. Por el contrario, el empleo de este sector se redujo ligeramente, dando trabajo a 213.000 personas (214.000 en 2015).
El informe también desvela que algunos de los subsectores artesanos que tienen mayor representación por número de empresas son alimentación y las bebidas (25.900 empresas), textil y confección (11.300), madera, corcho, cestería y espartería (6.800) o cuero y calzado (3.400)
Por otra parte, el estudio destaca la oportunidad que supone la alta gama para los artesanos. “La artesanía, transformada en alta artesanía, es el motor de las grandes marcas y de la industria del lujo, a la vez que sostiene el patrimonio inmaterial del país gracias a la aportación de ese saber-hacer que no se encuentra en cualquier otro producto del mercado”, precisa el informe.
Además, indica que “el ‘hecho a mano en España’, a través de numerosos talleres y maestros españoles, es actualmente un valor añadido clave para numerosas marcas de prestigio nacionales e internacionales y representa una gran oportunidad de crecimiento para España”.
Así pues, los artesanos que han sabido adaptarse al cambio de los tiempos han encontrado un interesante nicho de mercado en el lujo, un segmento que no entiende de crisis, tal como te contamos con más detalle en este otro artículo.
Cinco Días recoge algunos ejemplos de artesanos que han dado una vuelta de tuerca a su oficio para encontrar acomodo en este segmento de la alta gama. Uno de ellos es el orfebre Juan Garrido, responsable de Garrido Gallery, que cuenta entre sus clientes a marcas como Chanel o Dior.
Tras aprender el oficio en el taller de su padre, decidió dar un giro a su actividad, manteniendo la metodología de trabajo, pero apostando por la innovación en el diseño, los acabados, los materiales usados e incluso los procedimientos, ya que ha aprendido a modelar en 3D.
La firma albaceteña de calzado Magnanni es otro de los ejemplos recogidos en el diario. Esta firma fabrica zapatos con un coste medio de 300 euros, ya que en la manufactura de cada zapato intervienen 250 manos. La empresa ha tenido que poner en marcha una escuela para enseñar a coser y tintar el calzado, porque ya no encontraba personas que tuvieran los conocimientos oportunos o que quisieran dedicarse a este oficio.
Otra compañía artesana que resiste al paso del tiempo gracias al mercado del lujo es la centenaria La Cartuja de Sevilla, fábrica de loza y porcelana fundada a mediados del siglo XIX. Igual que en el caso de Magnanni, señala que la falta de mano de obra cualificada es una de los mayores retos.