El Ejecutivo balear tiene previsto que este nuevo museo entre en funcionamiento antes de mayo 2011. De momento se sabe poco sobre este proyecto. Los únicos datos que han trascendido es que se instalará en Palma de Mallorca y que se tratará de un museo interactivo. Según el director de Investigación, Desarrollo Tecnológico e Innovación del Gobierno balear, Pere Oliver, “los visitantes experimentarán sensaciones físicas que son hechos relevantes en todo el mundo de la ciencia y la tecnología”.
Antes… y durante
Lo que está claro es que hay que levantarlo desde cero, lo que implicará licitaciones públicas para su construcción y para la dotación de servicios, concursos para diseñar su imagen, para dotarle de una página web, convocatorias públicas de empleo y la puesta en marcha de servicios básicos afines –este centro tendrá que contar con una cafetería, con un restaurante, con una tienda, etc–. Y una vez en funcionamiento, el museo abrirá oportunidades de negocio en todos estos otros frentes: investigación científica; organización de actividades educativas; gestión de la tienda –lo que supone también la fabricación de merchandising–; gestión de socios del museo; presencia on line (que incluye la elaboración de conte-nidos prácticos); seminarios, y merchandising (fabricación).
Como punto de referencia para ver qué necesidades pueden surgir con esta iniciativa, puedes fijarte en el último museo de la ciencia que se ha abierto en España con la misma vocación que el balear: el Museo de la Ciencia de Valladolid. De hecho, el proyecto de Oliver está en la misma línea que el museo vallisoletano. Según José Antonio Gil Verona, su director, “en los últimos años, se van desarrollando nuevos museos de la ciencia con un nuevo principio básico: su actividad educativa no se limita al aprendizaje de datos, y
se amplían al ámbito de la educación afectiva, se lanza el Prohibido no tocar”. La Casa de las Ciencias de la Coruña es otro punto de referencia.
