De manera tradicional, la producción de vino es un negocio reservado para los emprendedores más ricos. Una mezcla entre afición y negocio, que se ha recuperado a raíz de la pandemia. Así, la compra de terrenos se ha acelerado en los últimos meses, sobre todo en Estados Unidos y Europa, donde España cuenta con un papel destacado.
En este contexto, surgen empresas especializadas en la compraventa de superficies rurales destinadas al cultivo de viñas como afición. Es el caso de Home Hunts, cuyo director explica en El País que “la mayoría de los clientes no busca un viñedo comercial, sino una hermosa casa con mucho espacio alrededor y una o dos hectáreas de vides donde elaborar su propio vino”.
Sin embargo, la producción de vino por pura pasión es una afición reservada a unos pocos. Solo plantar nuevas vides cuesta alrededor de 30.000 euros por hectárea, una cifra que puede sumar hasta cuatro millones de euros si la producción es orgánica. Teniendo en cuenta que durante los cuatro primeros años el retorno es cero, solo los ricos pueden permitirse disfrutar con este hobbie.
En España, las fincas orientadas a la producción de vino tienen precios muy dispares. En Sanlúcar de Barrameda, por ejemplo, la media se sitúa en los 20.000 euros por hectárea, mientras que las cepas viejas de La Rioja pueden alcanzar los 150.000 euros. Una auténtica fortuna, teniendo en cuenta que muchos de estos aficionados no tienen en cuenta de que la producción de vino es un trabajo duro. “La gente piensa de forma muy romántica, pero esto es muy duro y exige mucha dedicación y disciplina”, explica un productor a El País.
Negocios rentables alrededor de la producción de vino
El vino de lujo es uno de los productos estrella de este sector, donde la demanda se mantiene estable. La producción es cara, aunque existen otras fórmulas para sacar partido a este segmento. Una de ellas es la adquisición de botellas premium para guardarlas en una bodega y venderlas más tarde, esperando una revalorización.
En este contexto, surgen asesorías especializadas en la inversión en vino, como OENO, cuyos clientes obtuvieron el año pasado una rentabilidad media del 12,4%. La propia compañía se encarga de las compras y la conservación de las botellas en una bodega. Además, “están aseguradas al 100% y contamos con un departamento antifraude en OENO Future que asegura la autenticidad del producto. En la gran mayoría de casos, la compra se hace directamente al productor para asegurar su procedencia”.
Sin embargo, si estás pensando en un negocio que te haga rico de la noche a la mañana, la inversión en vino no es tu sector. En este caso, se trata más de un activo refugio en el que colocar el dinero destinado a la inversión en Bolsa o derivados durante épocas de fuertes caídas, como el entorno económico que se dio tras la llegada de la pandemia. “Los efectos macroeconómicos impactan, pero lo hacen en menor medida”, explican los expertos.