“A bote pronto, el cambio parece un suicido -continúa León- si se tiene en cuenta el valor de una marca con un peso brutal que representa a una de las grandes tecnológicas en todo el mundo y una trascendencia que, incluso, ha dado lugar al nacimiento de un nuevo verbo”. En efecto, la RAE ha terminado por incluir en el diccionario de la lengua española el término tuitear definiéndolo como la acción de “comunicarse por medio de tuits” o “enviar algo por medio de un tuit”.
Observa también León que hay que tener valor para atreverse a cargarse de un plumazo una marca muy bien construida y que, pese a la notable caída sufrida desde la entrada de Musk, sigue estando valorada entre 4 y 20 billones de dólares.
Recuerda, asimismo, el experto que una marca va más allá de un nombre y la imagen de un logo y que su valor radica en lo que cuenta y la percepción que el público tiene de ella. El término inglés Twitter puede traducirse al español como ‘gorjear’ o ‘trinar’ aludiendo a la red de microblogging que permite la comunicación entre los usuarios simbolizado por un pajarito azul cielo.
La impresión resultante es que se trata de una marca hecha por y para los usuarios, algo que no transmite una simple X negra que nos aleja de lo cotidiano y parece adentrarnos en un mundo oscuro y mucho más abstracto, algo que coincide con la percepción que muchos tienen de la personalidad de Elon Musk.
…pero
Analizados todos estos factores, entiende León que el rebranding de Twitter puede verse como “un suicidio en toda regla”, pero haría falta meterse en la cabeza de Musk para saber lo que persigue, teniendo en cuenta que hablamos de un personaje con admiradores y detractores al mismo nivel.
Dando por hecho que de tonto Elon Musk tiene cero, existen distintos argumentos que justifican el rebranding.
El primero es la intención de hacer de Twitter algo mucho más ambicioso que una simple red de microblogging. Se habla de construir una plataforma que integre sistemas de pagos, comercio electrónico, mensajería instantánea, programas de monetización para los creadores de contenidos…En esta línea, el mismo Musk ha dicho: “Si se hace bien, X se convertiría en la mitad del sistema financiero mundial” además de expresar su deseo de crear una super aplicación válida para todo.
Si este es el propósito, entiende Chema León que la X es más acertada que el pajarito de Twitter, muy encasillado ya en la categoría de red social, mientras que la nueva nominación resulta más elástica para introducir las funcionalidades que quiere.
En este sentido, el nombre de X seguiría el mismo camino que otras grandes tecnológicas estadounidenses que, también con un rebranding, han apostado por términos absolutos que cubren todo el espectro. Es el caso, por ejemplo, de Google, convertida desde 2015 en Alphabet, o Meta («más allá», en griego) con el que Zuckerberg rebautizó a Facebook en 2021.
Otra posibilidad del cambio de nombre de Twitter puede ser el deseo de vincular todas las marcas creadas hasta ahora por Elon Musk donde la X se convierte en una constante. Es el caso de SpaceX o la recientemente creada xAI, con la que dice querer “comprender la verdadera naturaleza del universo” mediante la inteligencia artificial. Al final, cualquiera acabaría asociando la X a una empresa de Musk en su deseo de ser él mismo la marca.
En cuanto a la razón de que haya elegido la X en lugar de cualquier otra letra del alfabeto, algunos lo relación con la experiencia de usuario (UX) y la experimentación, pero lo cierto es que hay quien la considera la letra más poderosa y multifacética que tanto vale para simbolizar el misterio de lo desconocido como un problema pendiente de resolución.
Por qué no empezar desde cero en lugar de comprar Twitter
Dicho todo esto, la conclusión a la que llega Chema León es que lo que se propone Elon Musk es cargarse Twitter para crear algo totalmente nuevo.
Dando por válida la respuesta, la pregunta que cabe plantearse ahora es: ¿y no hubiese sido preferible montar X desde cero y ahorrarse los 44.000 millones de dólares que pagó Musk por la adquisición de Twitter? Queda abierto el debate para los haters y los lovers del emprendedor universal.
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