Lejos quedan los tiempos en los que, para producir una película, el aventurado productor tenía que hipotecar su dinero –y el de sus socios y amigos– y confiar en las famosas ayudas de taquilla, que le llegaban a los dos años de estrenar su película. Y luego rezar para que su obra pasara con algo de gloria y público por las salas. Pese a que la afluencia de público ha bajado desde 144 a 88 millones entre 2004 y 2014, la aparición de nuevos canales como el DVD, las plataformas de pago, las televisiones en abierto y el circuito internacional, sumado a una serie de instrumentos de financiación, han convertido a la producción de cine, al margen de la aceptación de una película en los cines, en un negocio bastante previsible.
Todo ello está dando paso a la aparición de una auténtica industria del cine, con productoras capaces de financiar varios títulos al año. España, que en 2004 contaba apenas con 120 productoras, alcanzaba las 276 a finales de 2014, la mayor parte de ellas en comunidades autónomas como Valencia, País Vasco, Andalucía, Canarias o Galicia. De estas, 31 ya hicieron más de dos o tres películas. Lo mismo ha pasado con la producción de cine, que pasó de 133 películas en 2004 a 216 el año pasado. Y como el sector ha venido funcionando cada vez más en base a las preventas a los distintos canales, muchas de las nuevas productoras las han creado, no tanto productores al uso sino por ejecutivos y financieros llegados de otras áreas del mundo corporativo.
Así se prefinancia el cine en España
De no ser por los mecanismos de financiación y por las vías de comercialización de que dispone ahora la industria del cine, no habría películas hechas en España.
Las salas de cine, que hace décadas eran el único canal de financiación, hoy se han convertido en algo marginal. En 2014, sólo 22 de las 150 películas más taquilleras habían recaudado, a lo largo de su trayectoria, más de 10 millones de euros en las salas de cine. Y sólo siete, más de 20 millones de euros. Si tenemos en cuenta que de esta cifra, le llegan a los productores entre un 15% y un 20% y que una película media cuesta hoy entre los dos y los cuatro millones de euros, el sistema sería inviable.
Desgravaciones fiscales al cine. La legislación española, igual que las demás europeas, permite que las empresas y los particulares desgraven parte de sus impuestos (IRPF, Impuesto de Sociedades…) invirtiendo en la producción de cine: oscila entre el 18% del primer millón y el 20% de las sumas posteriores hasta un máximo de tres millones de euros (en Canarias, 38% y 40%). Para hacerlo, hay que crear una AIE (Agrupación de Interés Económico).
Adelantos de la distribución. Las distribuidoras, que intermedian la colocación de las películas en las salas de cine, tiendas de DVD y plataformas de pago, suelen pagar un adelanto sobre la compra de los derechos a algunos de los productores –los que presenten un proyecto atractivo–. Esta suma suele ser porcentualmente baja debido a que el porcentaje de la taquilla que retorna al productor también lo es.
Después de descontar el 21% de IVA, el margen de la distribuidora y de la sala de cine y los gastos de promoción (adelantados por la distribuidora pero cargados al productor) suele quedar, y esto si la película es taquillera, en torno al 20% o 25% de los ingresos en sala.
“Antes las productoras corrían con los gastos de lanzamiento y publicidad, pero ahora los suelen cargar sobre la productora”, explica Kiko Martínez, propietario de la productora Nadie es Perfecto. Habría que añadir que las ventas por vídeo en España se han derrumbado en los últimos años y los royalties de las plataformas de pago siguen siendo mínimos.
Acuerdos con las televisiones, que suelen participar en la financiación de las películas –a veces en solitario, otras en grupo– para asegurarse contenidos. También firman un contrato con la productora, que se traduce en una suma pactada antes de iniciarse la producción y de la que el productor puede disponer. Esta es una práctica habitual no sólo de RTVE y de las cadenas privadas, como Atresmedia y Telecinco, sino también de las autonómicas, lo que está en la raíz de la profusión de productoras en algunas autonomías: en Cataluña hay 73, casi tantas como en Madrid. En general, las sumas aportadas por las televisiones, señala Kiko Martínez, “suelen estar en torno al 40% del presupuesto de una película”.
Preventas internacionales. Al entregar la distribución de sus películas a empresas especializadas en su venta fuera de España (algunas de estas firmas son españolas), las productoras también pactan una suma determinada, que cobrarán posteriormente a la comercialización. Esto ha llevado a muchas de nuestras productoras a lanzarse a la producción en inglés, con directores y actores extranjeros, muchos de ellos de Hollywood, una fórmula casi segura para lograr la firma de estos contratos.
Ayudas del Estado. Desde hace años, el Ministerio de Cultura aplicaba unas ayudas automáticas a la producción de películas que la productora cobraba dos años después de su comercialización. La película tenía que estrenarse y conseguir una taquilla mínima. Desde el pasado 1 de enero cambian las condiciones. “Las ayudas se dan a priori –apunta el propietario de la productora Nadie es Perfecto–, pero según unos criterios objetivos e iguales para todos: el enfoque es que que la película deberá tener cierta entidad y ambición comercial”.
El sistema anterior de pago automático y a posteriori generó problemas. El Ministerio de Cultura se quedaba a menudo sin dinero por lo que tenía que prorratear el que quedaba entre las productoras, lo que llevaba a que estas acabaran cobrando menos de lo previsto y no pudieran devolver el crédito (por el adelanto) a los bancos. Algo que sucedió en 2013 y 2014.
Los bancos. Las entidades bancarias han desempeñado un papel decisivo en la financiación del cine español, adelantando a las productoras las sumas pendientes de pago resultantes de los contratos con las distribuidoras y televisiones y también de las ayudas estatales. Dado que una película podría no terminarse o estrenarse, “se ha utilizado la figura de la SGR (Sociedad de Garantía Recíproca), que servía de avalista a los productores, en este caso Audiovisual SGR”, explica Martínez. También hay un convenio entre el ICO y algunos bancos para adelantar esas sumas a los productores, que proporcionó créditos para rodar 13 películas, en 2014, por un valor de 10,5 millones de euros.