Tenía solo 19 años y era la mayor promesa en el paraíso emprendedor de Silicon Valley. Elizabeth Holmes era la fundadora de Theranos, una startup que pretendía revolucionar el sector de la salud con una herramienta tecnológica que permitía realizar análisis de sangre desde casa con solo una gota. Y, aunque las mentiras suelen tener las patas muy cortas, en su caso el fraude duró más de lo normal…
La revolucionaria tecnología de Theranos llamó la atención de importantes hombres de negocios, como Carlos Slim o Henry Kissinger, y consiguió una financiación de 1.400 millones de euros antes de lanzar el producto al mercado. La expectación era tal, que la compañía llegó a obtener una valoración de más de 9.000 millones de dólares, una cifra espectacular para ser un proyecto dirigido por una emprendedora tan joven. Así, todo el mundo veía a Elizabeth Holmes como la sucesora natural de Steve Jobs en la cumbre de los emprendedores.
Sin embargo, la realidad es que, detrás de Theranos, Holmes escondía una verdadera estafa. Finalmente, el pastel se descubrió en 2015, cuando el periodista de The Wall Street Journal John Carreyrou consiguió destapar la verdad, gracias al testimonio de algunos extrabajadores de la compañía que no podían aguantar más tiempo en silencio. Ahora, el propio Carreyrou publica en español Mala sangre, un libro que cuenta más detalles sobre la historia de la estafadora, con los testimonios de más de 150 personas.
Uno de ellos es el del exdirector financiero de Theranos, que fue despedido de forma fulminante cuando Holmes descubrió que conocía el secreto. “El Theranos 1.0 era en realidad una especie de juego de azar. Unas veces podía obtener un resultado y otras no… La imagen en la pantalla del ordenador, que mostraba cómo la sangre fluía a través del cartucho, era real. Pero nunca se sabía si se iba a obtener un resultado o no… Mosley estaba estupefacto. Pensaba que los resultados se extraían en tiempo real de la sangre que había dentro del cartucho. Eso era, ciertamente, lo que hacían creer a los inversores”, afirma.
Además, la ausencia de protocolos era una situación recurrente en la compañía. “La mayoría de las empresas pasaban por tres ciclos de creación de prototipos antes de salir al mercado con un producto. Pero Theranos ya estaba haciendo pedidos basados en un primer modelo no probado. Era como si Boeing construyera un avión y sin hacer una sola prueba de vuelo les dijera a los pasajeros de la aerolínea: ‘Suban a bordo’”, escribe el periodista.
Con este dudoso modelo, Theranos consiguió seguir creciendo y contar con 800 empleados. Sin embargo, el ocultismo constante y la presión a la que Holmes sometía a los trabajadores -espiaba sus correos electrónicos y despedía a alguien cada semana sin previo aviso- terminó por hacer estallar la burbuja. Casi seis años después, el caso aún se encuentra en los tribunales, donde la situación no pinta muy bien para la estafadora.
El caso de Theranos no es el primero… Ni el último
Aunque el caso de Theranos es una de las estafas más conocidas en Silicon Valley -las grandes cifras de la compañía tienen mucho que ver-, Holmes no es la primera “emprendedora” que intenta convertirse en Steve Jobs o Mark Zuckerberg estafando a los grandes inversores de Estados Unidos.
Aunque con unas cifras mucho más bajas, otro ejemplo es el caso de Juicero, una startup bautizada como “la nesspreso de los zumos” y que llegó a levantar 120 millones de dólares para fabricar un exprimidor que vendían por 600 euros. En realidad, el preparado con el que se elaboraban los zumos se podía extraer con las propias manos, lo que convertía al aparato en una estafa.
Y, por desgracia, tampoco será el último caso. Aunque todavía no se ha demostrado, existen muchas dudas sobre Nikola, una compañía dedicada a la fabricación de un camión eléctrico -en este caso, su fundador quiere imitar a Elon Musk- que ya está siendo investigada por la SEC y el Departamento de Justicia americano por sus sospechas acerca de un “intrincado fraude”. Aunque desde la compañía niegan cualquier estafa, este podría ser el caso de engaño más similar en cifras al de Theranos, ya que tiene a grandes inversores detrás. Tanto es así, que General Motors ha comprado el 11% de la compañía por 2.000 millones de dólares.