Sin lugar a dudas, una de las grandes novedades en el ámbito laboral en el entorno de la pandemia ha sido el teletrabajo. Sin embargo, teletrabajar no siempre es una ventaja. También están surgiendo problemas que dificultan la productividad a la hora de trabajar en casa: espacios pequeños, la dificultad de conciliar la vida personal con la laboral, que tus hijos no terminen “colándose” en tus reuniones por Zoom…
En este contexto, muchos profesionales están optando por buscar sitios alternativos al salón de casa y a la oficina donde acudir a teletrabajar: el llamado tercer espacio. Una cafetería, una biblioteca, un coworking… Son algunas de las instalaciones preferidas por los profesionales por cuenta ajena, antes reservados para los autónomos.
Cualquier espacio es bueno para teletrabajar si cumple con unos requisitos mínimos. Una buena conexión wifi, un puerto de carga para el portátil, una mesa, una silla y listo. Las posibilidades son ilimitadas. Sin embargo, la búsqueda de este tercer espacio se debe más a una forma de socializar con otras personas y separar el trabajo de la vida en casa, algo que muchos están echando de menos desde la llegada de la pandemia.
“En realidad, el tercer espacio abarca todos aquellos lugares donde se puede ir a trabajar o a reunirse, pero que, al mismo tiempo, también ofrecen la posibilidad de otros usos y dinámicas, como espacios de encuentro, socialización o aprendizaje. En definitiva, de compartir”, explica en un reciente artículo sobre el tema la experta Soledad Berbegal.
El tercer espacio ya es una realidad para teletrabajar
El crecimiento del sector del coworking -que ya presentaba buenos números antes de la pandemia- y la necesidad de salir de casa algunos días por parte de los profesionales está cambiando por completo la idea de la oficina tradicional. En este sentido, algunas empresas incluso han dejado las tradicionales salas para mover sus sedes a un coworking.
«Las compañías se han dado cuenta de que sus empleados pueden rendir lo mismo en un coworking que en su propia sede. Algunas incluso han dejado sus oficinas y han trasladado sus actividades a uno de nuestros centros. Y, por ejemplo, si son 20 trabajadores, alquilan diez puestos en pradera y se van turnando”, explica Manuel Fernández, socio de la empresa de espacios de coworking La Fábrica, en unas declaraciones a El Economista.
En otros casos, la necesidad de teletrabajar fuera de casa, al menos algunos días a la semana, invita al propio trabajador a alquilar de su bolsillo un puesto en estas instalaciones. “Tenemos a una pareja que comparte puesto en días alternos: lunes, miércoles y viernes viene el marido, y martes y jueves, la mujer”, comenta Fernández.
Pero, aunque el coworking es una de las fórmulas más extendidas para teletrabajar, existen otros lugares que también son utilizados como tercer espacio de forma recurrente: las cafeterías. En el caso de la cadena Starbucks, su director de Marketing lo tiene claro. Quieren “ser para ellos ese tercer lugar o espacio en el que se sienten cómodos y bien acogidos en cualquier momento del día o de la semana».