Hace más de 50 años que Conde Vera empezara a desarrollar su negocio de embalaje y presentación para joyería. Ya en 2005 los padres fundadores y los hijos firmaron un protocolo empresarial que garantizase la sucesión del negocio, una transición que, a diferencia de otras sociedades familiares, “fue consecuencia de una necesidad de organización para la propia supervivencia de la compañía”, como señala Rafael Conde García, actual administrador. Y siendo cinco hermanos, lo más difícil que tuvo que afrontar fue reubicar a cada miembro: “No es fácil asimilar cuál es el puesto de cada cual en la gestión, pero una vez entendido todo resultó favorable”, matiza Conde García.
Para él ha sido muy importante el adquirir una formación previa y el haber hecho “casi de todo” en la empresa antes de dirigirla. Pero aún más importante considera el haber llevado una cogestión de la empresa con su padre, que le ha curtido para después gestionarla. Y es que, como asegura, hacerse cargo de un negocio no se aprende en poco tiempo. Por eso tiene claro que si algún día le sucede un familiar más joven, lo pondrá a su lado en el día a día “porque es la mejor manera de aprender”.