Antes de empezar a leer, ahí va una advertencia (que ya sospechabas, pero que nosotros te confirmamos): esto no vale para cualquier empresa ni para cualquier puesto de trabajo. ¿Queda claro, no? Venga, empecemos ahora a argumentarlo.
Si eres aficionado a las charlas TED, ya sabrás de sobra que cada siete años el diseñador Stefan Sagmeister cierra su estudio de Nueva York durante un año sabático para «rejuvenecer y refrescar su panorama creativo». Es una de las charlas más populares de la plataforma: El poder del tiempo libre.
¿El poder del tiempo libre?
Quédate con esta frase de Sagmeister: «Todo lo que hicimos en los siguientes siete años del primer sabático surgió de pensar en ese único año».
Pero, claro, dirás tú, una cosa es una charla inspiradora que hace referencia a un caso personal, y, otra muy distinta, que esa experiencia personal sea extrapolable a ti. Y ahí es donde entra en juego la ciencia.
«Las tensiones y demandas del liderazgo hacen que el agotamiento intelectual, emocional, creativo e incluso físico sea demasiado común entre los ejecutivos. Una de las formas más efectivas y rentables para evitar que esto ocurra es el año sabático. Un «tiempo libre» de la rutina diaria y de la presión en el trabajo puede rejuvenecer el cuerpo, la mente y el espíritu. También puede llevar a un ejecutivo a nuevas percepciones y reconstrucciones que finalmente crean una mayor capacidad de liderazgo en su organización», aseguran Deborah Linnell y Tim Wilfred en su estudio Creatividad disruptiva: Cómo los períodos sabáticos influyen en el desarrollo de liderazgo.
Linnell y Wilfred han dedicado lo que llevamos de década a investigar el peso de los períodos sabáticos en los profesionales y en las organizaciones. Tienes que tener presente que han llevado a cabo el experimento en poco más de medio centenar de profesionales de organizaciones sin ánimo de lucro y que no deja de ser una muestra limitada, pero también que se trata de organizaciones que buscan un resultado y en las que tampoco pueden prescindir de profesionales en primera línea de fuego.
«La idea de otorgar un año sabático a un ejecutivo rara vez sale a consideración. Supuestos comunes de que un líder que disfruta de la libertad del trabajo nunca volverá, o que una vacante prolongada, aunque temporal, en un alto directivo creará una perturbación caótica en una organización, mantendrá las propuestas de años sabáticos fuera de la mesa. Ahora tenemos evidencia científica de que estas preocupaciones son infundadas. De hecho, es más probable que los directores ejecutivos que se van de año sabático permanezcan en sus puestos o amplíen su mandato, no que se acorten. Y en lugar de causar caos, las interrupciones en los asuntos cotidianos de una organización pueden ser beneficiosas. Quizá lo más importante es que un año sabático puede ser una herramienta para potenciar capacidades dentro de un equipo de trabajo relativamente barata pero altamente productiva que, además, arroja resultados mensurables para una organización».
Estos son los principales hallazgos de este estudio sobre sabáticos:
1. El equipo aprende nuevas habilidades (vale, no tiene otra). «Al prepararse para la ausencia del director ejecutivo, los miembros del personal aprenden rápidamente nuevas habilidades y asumen nuevas responsabilidades. Como resultado, se mejora la capacidad del segundo nivel de liderazgo y, a su regreso, a menudo delega más responsabilidades y toma de decisiones a estos individuos. Una organización sin fines de lucro también es más probable que comience a centrarse en cultivar y proteger sus recursos humanos, los recursos más importantes que tiene», apuntan Linnell y Wilfred en su estudio.
2. Deja claro quién podría ser el sucesor. «Un año sabático puede actuar como experimento para una futura transición de liderazgo. La experiencia puede aclarar cuáles son realmente las responsabilidades del director ejecutivo: información importante cuando se busca un sucesor. Y los interinos pueden decidir si el trabajo del director ejecutivo es realmente lo que quieren», continúan.
3. Mejora las capacidades del resto de la dirección de la empresa. «El sesenta por ciento de los encuestados en nuestra investigación dijeron que su junta directiva es más efectiva como resultado de la planificación y el aprendizaje que rodearon su año sabático», apuntan.
4. La inversión en este experimento es pequeña para la empresa. «Para una inversión modesta, las fundaciones obtienen importantes beneficios de sus años sabáticos, como crear relaciones de confianza con los líderes y obtener una perspectiva más profunda de las necesidades de la comunidad o recibir comentarios sobre el impacto de la fundación en la comunidad», concluyen.
Además de estos argumentos, que son los que puedes poner encima de la mesa de tu jefe, tienes otro a tu favor, éste ya en el plano personal: te ayuda a centrarte, a poner el foco en lo que realmente es necesario.
Mayor confianza
«El ochenta y siete por ciento de los ejecutivos que se tomaron un período sabático aseguran que experimentaron una mayor confianza a la hora de hacer su trabajo después de reincorporarse. Una mayor confianza permitió a los líderes liberarse a sí mismos para un trabajo de mayor nivel en políticas y promoción, y pensar de forma más libre», apuntan Linnel y Wilfred en su estudio.
Mejores relaciones con el personal y la alta dirección
«Además de mejoras en los indicadores de bienestar personal, también reportaron mejores en sus relaciones con el equipo», continúan.
Nueva vision
«Tres cuartas partes de los ejecutivos que participaron en el estudio encontraron que el rejuvenecimiento y la reflexión les ayudaron a cristalizar la visión del proyecto de su organización y a encontrarla los que no la tenían. Casi la mitad de ellos dijeron que tuvieron éxito en la implementación de su visión», concluyen.
Mayor foco
Jonathan Schooler, un psicólogo de la Universidad de California en Santa Bárbara, es uno de los principales investigadores en materia de distracción mental. A mediados de la pasada década, Schooler y un equipo de investigación de su Universidad decidieron hacer un particular experimento para analizar la capacidad de atención del cerebro. Se les ocurrió pedir ayuda a León Tolstói. Esto fue lo que hicieron: le dijeron a un grupo de estudiantes que leyeran los capítulos iniciales de Guerra y Paz en el monitor de un ordenador de mesa y que pulsaran una tecla concreta cada vez que se dieran cuenta de que no estaban pensando en lo que estaban leyendo. En promedio, las mentes de los estudiantes vagaron 5,4 veces en una sesión de 45 minutos. Oobtuvieron resultados similares cuando propusieron a otros grupos de estudiantes tareas más simples, como pronunciar palabras o presionar un botón en respuesta a ver letras y números en particular. Dependiendo del experimento, las personas pasan la mitad del tiempo sin pensar en la tarea que tienen entre manos, incluso cuando se les ha dicho explícitamente que presten atención. Las muestra de análisis, es cierto, no eran suficientemente amplias como para poder generalizar un comportamiento más allá de poner en seria duda la capacidad de atención de los estudiantes universitarios que acceden a este tipo de experimentos.
Si extrapolas eso al flujo de información diario que fluye en tu puesto de trabajo, tanto si tienes una posición de responsabilidad como si eres un empleado…