Usos y ventajas
Sector del transporte. La geolocalización siempre aporta un plus con utilidades como el registro de la hora exacta y lugar donde un camión ha sufrido una anomalía, la alerta de las paradas de un vehículo que superen un tiempo determinado… “Nuestra empresa ha implementado el denominado botón del pánico”, detalla Montalvillo. “Al ser accionado por el conductor, emite una alarma que informa al instante de la incidencia”.
Centros culturales. Es muy utilizado en museos. En estos centros se pueden instalar soluciones RFID capaces de detectar, en milésimas de segundo, vibraciones, movimientos o alteraciones en los objetos de arte expuestos y almacenados. Éste es, precisamente, uno de los ámbitos de actuación de la firma Saident. “Su empleo equivale a que un vigilante y un conservador velen durante las 24 horas del día cada una de las piezas del museo”, explica su director general, Dani Rodríguez.
Sector sanitario. La geolocalización despliega gran parte de su potencial en este mercado. El consejero delegado y director de Operaciones de Tulecom, Alberto Saavedra, destaca su utilidad en la atención geriátrica y a enfermos. “Gracias a un brazalete con un botón, el anciano estará localizado, pero sin perder autonomía y movilidad”. Al mismo tiempo, saber dónde está el personal puede ser decisivo en situaciones delicadas. “En idéntica línea, es posible conocer el tiempo de reacción de cada profesional ante una emergencia”. La tecnología también se puede aplicar a los aparatos hospitalarios, como propone Saident. En este caso, el objetivo es conocer su ubicación, en caso de emergencia, y tener un histórico de la explotación de esos equipos. Información toda ella que, una vez procesada adecuadamente, servirá para introducir mejoras en la asistencia al paciente.
¿Cuánto cuesta?
El coste es muy variable en función de las piezas que se quieran identificar y proteger. Soluciones para museos pequeños: 30.000 euros; medianos: 60.000 euros; grandes: 150.000 euros.