Salud
El cuerpo humano formará parte del Internet de las cosas con la popularización de la nanotecnología, los biosensores y las bandas fitness.
La tecnología nos permitirá aplicar el karma del háztelo tú mismo a nuestra salud, para tomar decisiones médicas. En unos años se habrán popularizado completamente todo tipo de dispositivos conectados a nuestro cuerpo para conocer nuestra salud en tiempo real y actuar de forma inmediata.

Bandas fitness. “Nos permiten monitorizar hábitos para darnos consejos sobre calidad de vida y salud. Podemos incluso hacer un seguimiento de nuestros alimentos, tener un pulsómetro, medirnos la temperatura, etc. Para los mayores es una oportunidad enorme poder tener un conocimiento muy íntimo de nuestra salud, de nosotros”, asegura Pedro Diezma, CEO de Zerintia.
Nanotecnología. En cinco años veremos una eclosión de productos desarrollados a partir de esta ciencia basada en las nanodimensiones. Por ejemplo, tomaremos cápsulas de fármacos que liberen los medicamentos de forma controlada dentro de nuestro cuerpo, justamente cuando lo necesitemos. Incluso se dirigirá el fármaco directamente al órgano deseado, con lo que se conseguirán tratamientos más efectivos con menores dosis (menos efectos secundarios).
Biosensores. Estarán presentes en muchos ámbitos de nuestra sociedad. Por ejemplo, los utilizaremos para medir la calidad del agua o para detectar posibles enfermedades que puedan transmitir los alimentos, como la salmonella. Pero también para tener un control directo de nuestro cuerpo, como conocer los niveles de glucosa insertando un chip debajo de la piel, o para tomarnos una muestra de sangre desde casa y enviarla al laboratorio por Internet.
Robótica
En dos décadas, los robots con inteligencia artificial y capacidades emocionales y sociales estarán tan presentes en nuestras casas como ahora las aspiradoras, cortacéspeds y robots de cocina.

En los últimos años hemos asistido a la expansión de la robótica para el hogar, los drones han pasado de un uso profesional a estar al alcance de cualquiera y ahora toca el salto a los robots con inteligencia artificial y autonomía para tomar decisiones propias. La tecnología existe, falta que la robótica se convierta en una industria masiva como la electrónica.
Robots con sentimientos. Lo que aspira a ser la robótica personal queda patente en el robot Aisoy, un modelo fabricado en España capaz de mostrar emociones y empatía con las personas. Está diseñado para que mantenga conversaciones fluidas con personas y máquinas. En breve, modelos como este se expresarán casi como las personas. Incluso pueden generar inteligencia colectiva: los Aisoy están conectados entre sí a través de la nube lo que significa que pueden intercambiar información; cuando uno aprende algo, lo aprenden todos los demás. Están dotados de capacidades sociales para cooperar entre ellos o competir con otros robots y personas. Pero cada uno es tan único como las personas, ya que evolucionan de una forma diferente según las experiencias que vivan. Es el primer paso para el Internet de las cosas afectivas. Incluso hay ya robots que comparten una actividad artística, como los ocho modelos que protagonizan la obra Robot, de Blanca Li.
Empleo
Habrá más empleados mayores de 60 años, más temporalidad y más lucha por el talento.
La robótica con inteligencia artificial y el desarrollo de nuevas formas de fabricación como el 3D provocarán la desaparición de muchos trabajos rutinarios y la vuelta de la producción a sus países de origen, al eliminarse la necesidad de mano de obra barata.

Retención del talento. La batalla por el talento será más dura que nunca. Muchas empresas tendrán dificultades para encontrar perfiles profesionales de nueva creación como los que tengan que ver con la industria robótica y la ingeniería de datos. “Y aumentará el intercambio de profesionales entre países. Habrá flujos de profesionales cualificados similares a los del efecto vendimia”, asegura Florentino Felgueroso, investigador de Fedea.
Plantillas más heterogéneas. “Habrá más empleados jóvenes trabajando con otros de más de 60 años y se estarán reciclando continuamente. Veremos personas de esa edad acudiendo a cursos de formación”, asegura Florentino Felgueroso, investigador de Fedea.
Más empleo temporal y a tiempo parcial. El empleo temporal alcanzará los niveles de otros países de nuestro entorno (el 30%) y afectará a todos los sectores y niveles (incluidos profesionales cualificados y directivos) porque los mercados serán mucho más dinámicos. Tendremos más tiempo libre.