Evita las actitudes autoritarias. Lo que nunca se puede hacer cuando se presentan ‘marrones’ inevitables es decir a los colaboradores que los tienen que asumir porque sí.
Sé comunicativo. Siempre hay que explicar bien a los empleados por qué ha surgido esa necesidad en esos momentos, para qué sirve esa tarea, qué se espera de ellos y cómo pueden llevarla a cabo.
Habla en plural. Hacer ver al trabajador que el marrón le ha caído a todo el equipo y no únicamente a él es una de las actitudes más positivas para evitar las caras largas. Si el ‘marrón’ afecta a una sola persona, se siente aislada y se quema, pero cuando es responsabilidad de todos y el jefe es el primero que se implica, nadie sale perjudicado.
Analiza la personalidad de cada empleado. Un buen directivo conoce a sus colaboradores y sabe qué personas tienen más autoconfianza y seguridad en sí mismas para convertir un posible marrón en un reto. En cambio, los trabajadores que no están preparados para asumir riesgos, calificarán de ‘embolado’ cualquier tarea nueva que implique un cambio.
No te dejes llevar por favoritismos. A menudo, las personas que se quejan constantemente de lo ocupadas que están y los ‘jetas’ que siempre plantean conflictos abiertos consiguen quitarse de encima todos los ‘marrones’ y se sobrecarga a los que nunca ponen problemas. Para evitar situaciones injustas, el jefe debe conocer bien cómo están distribuidas las tareas y adecuarlos a las responsabilidades de cada empleado.
Premia a tus colaboradores. Es conveniente motivar a los empleados con compensaciones económicas o en forma de días de libranza para que sepan que la empresa sabe reconocer su trabajo y su esfuerzo. De esta forma, se mostrarán más abiertos a cooperar en otras ocasiones.