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Elon Musk hace tanto ruido que se nos había olvidado que Bezos está construyendo un reloj gigante dentro de una montaña

Enviar al espacio un coche con un muñeco disfrado de astronauta una semana antes de que salgan los resultados económicos poco halagüeños (a corto plazo) de tu empresa está claro ...

22/02/2018  Redacción EmprendedoresGestión

La verdad es que lo último que esperas de alguien como Jeff Bezos es que escriba algo como esto:

«Estamos construyendo un reloj que durará 10.000 años. Es un reloj especial, diseñado para ser un símbolo, un icono para el pensamiento a largo plazo. Es de una escala monumental dentro de una montaña en el oeste de Texas. El padre del reloj es Danny Hillis. Ha estado pensando y trabajando en el reloj desde 1989. Quería construir un reloj que funcione una vez al año, donde la aguja del siglo avanza una vez cada 100 años, y el cuco aparece en el milenio. La visión era, y sigue siendo, construir un reloj que mantenga el tiempo durante los próximos 10.000 años. He estado ayudando a Danny en el proyecto durante los últimos seis años. Tal como lo veo, los humanos estamos ahora lo suficientemente avanzados tecnológicamente como para poder crear no solo maravillas extraordinarias sino también problemas a escala de nuestra civilización. Es probable que necesitemos más pensamiento a largo plazo».

Esta semana, Bezos publicaba este video en su cuenta de Twitter. Desde que en 2011 anunció la construcción del reloj, había empezado a dormir el sueño de los justos. Con este video ha querido devolver a lo actualidad:

[twitter align=’center’ id=’965957024109379602′ username=’JeffBezos’]https://twitter.com/JeffBezos/status/965957024109379602[/twitter]

El video iba acompañado de este comentario:

[twitter align=’center’ id=’965957024109379602′ username=’JeffBezos’]https://twitter.com/JeffBezos/status/965957024109379602[/twitter]

Pero ni el reloj de Bezos ni los Teslas estelares son las únicas excentricidades mediáticas de los CEOs que acaparan la prensa internacional. Jubilaciones marcianas, deseos de inmortalidad, cameos cinematográficos y televisivos… Hay mucho más. Así son las ‘locuras’ de los emprendedores más mediáticos.

Jack Dorsey, CEO Twitter: el cuadriculado

Jack Dorsey, que asegura que se le ocurrió la idea de Twitter cuando tenía sólo ocho años, fascinado por los trenes y por los mapas, es una persona extremadamente cuadriculada, si hacemos caso a la biografía que de Twitter ha hecho el periodista Nick Bilton (La verdadera historia de Twitter, Gestión 2000). Pocos CEOs tienen tan estructurada su semana. Dorsey dedica los lunes a centrarse en cuestiones de liderazgo y foco para el negocio, los martes los reserva a desarrollo de producto. Los miércoles, a marketing, comunicación y estrategia de crecimiento. Si quieres reunirte con él lo más habitual es que sea un jueves: es el día que dedica a reunirse con la gente de fuera de la empresa y a buscar posibles alianzas. Los viernes los dedica a analizar el estado interno de la compañía: ¿están contentos los empleados? ¿Funcionan los procesos? Los sábados descansa. Y los domingos, día para pensar a quién sería interesante contratar en la empresa para liderazgo, estrategia de negocio, crecimiento, marketing, desarrollo de producto…

Mark Zuckerberg, CEO Facebook: el tiquismiquis

Si por algo debería ser recordado en el futuro Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, no es por tener un perro, que atiende al nombre de Beast, un puli de cuatro años con dos millones de seguidores en su página propia de la red social, ni por llevar durante un año camisa y corbata –él, conocido por sus sempiternas chanclas y sudaderas con capucha– para demostrar a todos sus empleados que ese año (2009) de recesión, y no otro, era de vital importancia para el negocio. Si por algo debería ser recordado en el futuro este emprendedor es por bautizar a las salas de reuniones de su negocio con los nombres de malas ideas. Tienen una sala que se llama ‘hipoteca basura’, otra que se llama ‘llevar un cuchillo a una pelea con pistolas’, otra que se llama ‘beicon’…

Elon Musk, CEO Tesla: el marciano

Vaya, volvemos a incluir a Musk… Hay emprendedores que está claro que quieren viajar a la luna, o que se conforman con viajar al espacio, con dar una vuelta alrededor de la Tierra, y hay otros, como Elon Musk que lo tienen más claro todavía: quiere morir en Marte. Así lo explica en el libro del periodista Ashlee Vance Elon Musk: Tesla, SpaceX, and the Quest for a Fantastic Future. «No es que quiera estrellarme en el planeta. Es sólo que primero me gustaría visitar el planeta y cuando cumpla los 70 años, más o menos, ya me quedó allí a vivir».

Larry Ellison, CEO Oracle: el inmortal

Si a Musk no le importa tanto morirse como dónde morirse, hay CEOs a los que les importa más morirse. Más que el dónde les importa el cuándo: cuánto más tarde, mejor. Larry Ellison (71 años) invierte millones de dólares al año en investigación científica anti-envejecimiento. Hasta hoy ha invertido cerca de 430 millones de dólares en este tipo de investigación. «La muerte nunca ha tenido sentido para mi. La muerte me enfada. La muerte prematura me enfada aún más. ¿Cómo puede una persona estar y al minuto siguiente no estar?», ha declarado Ellison. Ellison, por cierto, compró por 300 millones de dólares una isla de 3.200 almas en Hawai, Lanai, en 2012. En realidad sólo compró el 97% de la isla y de sus propiedades, como un hotel Four Seasons, dos campos de golf, una piscina comunitaria y hasta un cementerio. ¿Por qué esta isla…? Bill Gates se casó en esta isla en 1994, en el hoyo 17 del Four Seasons en una ceremonia privada y desde entonces siempre ha mostrado interés en comprarla.

Michael O’Leary, CEO Ryanair: el loco

Michael O’Leary es el sueño de cualquier periodista. Cada vez que habla titulares jugosos manan de su boca una y otra vez como de la Fosa de Lázaro de la eterna juventud mediática. Pasará a los anales del emprendimiento no sólo como el empresario que consiguió convertir una aerolínea local en un operador internacional con 7.000 empleados y más de 80 millones de pasajeros al año sino, entre otras cosas, como el empresario que perdió una demanda por libelo por representar en anuncios de prensa a su competidor (el fundador de EasyJet, Stelios Haji-Ioannoucomo) como Pinocho. La ‘broma’, por cierto, le costó 50.100 libras de las de 2010. Ah, y también como el ‘jefe’ que declaró que ganar 20 veces más que el empleado de su empresa que menos cobra «es demasiado poco dinero (un millón de euros al año), porque yo trabajo 50 veces más».

Jeff Bezos, CEO Amazon: el explosivo

Jeff Bezos es conocido por un cierto carácter explosivo, según relatan ex-trabajadores de alto nivel de la compañía. La tienda de los sueños: Jeff Bezos y la era de Amazon, el reciente libro del periodista de Business Week Brad Stone, hace recuento de algunas de las frases que Bezos ha lanzado a sus empleados: «¿Eres un vago o sólo eres incompetente? Disculpa, ¿soy yo o es que me he tomado las píldoras de la estupidez esta mañana? ¿Tengo que bajar a por un certificado que demuestre que soy el CEO de esta empresa para que no me lleves la contraria? ¿Por qué estás malgastando mi vida con tu presentación?

Los CEOs, por cierto, viven en constante ironía. Cuando Jeff Bezos estaba montando Amazon (compañía que, por cierto, empezó llamándose Relentless.com), mantenía sus reuniones en las librerías Barnes & Noble, durante años uno de sus principales competidores. Es como si el CEO de McDonalds mantuviera reuniones en un Burger King y viceversa.

Pero la palma se la lleva…

Richard Branson, CEO Virgin: el aventurero

Sir Richard Branson ha estado a punto de morir en el océano, nadando en medio de una tormenta perfecta junto a su esposa, los dos aferrados a un melvilliano trozo de madera. Sir Richard Branson ha recorrido el mundo por tierra, mar y aire en tiempo récord en vehículos anfibios. El globo aerostático en el que viajaba Sir Richard Branson, tratando de cruzar el Himalaya, a punto estuvo de ser derribado, acribillado por aviones de las fuerzas aéreas chinas. Sir Richard Branson invirtió en negocios como Twitter o Tumblr antes de que fueran Twitter o Tumblr. Sir Richard Branson se ha disfrazado de azafata para atender a los pasajeros en un vuelo de Perth a Kuala Lumpur. Pero eso no es nada. Richard Branson le vendió un sombrero a Joey y a Chandler a las puertas de Westminster Abbey y viajó en una ocasión en el mismo vuelo que James Bond… algo, la verdad, poco habitual.

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Redacción Emprendedores