Valorar una empresa no es un ejercicio puramente teórico. En él influyen muchos factores objetivos y subjetivos, como las expectativas y circunstancias por las que se realiza el proceso de compraventa.
Para afrontarlo correctamente, José Manuel Castellano, director de Valoración de Empresas y Sostenibilidad de ST Sociedad de Tasación, explica que es necesario tener en cuenta que el valor de una empresa depende básicamente de tres acepciones: “La primera es lo que la empresa vale hoy si decidiéramos terminar su actividad; es decir, liquidarla. La segunda, lo que la empresa vale en continuidad o en funcionamiento del que no se prevé un final. Por último, lo que la empresa puede valer en función de lo que un mercado establece en cada momento, independientemente de sus razones. Para cada una de estas acepciones se emplean métodos de valoración diferentes y, por lo tanto, dependiendo del objetivo que persigamos con la valoración tendrá más o menos sentido utilizar unos u otros”.
Y dice ‘unos u otros’ porque, si bien el modelo de descuento de flujos de caja es el que los expertos consideran más correcto, siempre recomiendan precisar la valoración obtenida con él aplicando, al menos, otro más, pues cada uno aporta una información y es importante conocer el valor de una empresa desde distintas perspectivas.
“Contrastar con distintos métodos es una práctica habitual, pero los otros (múltiplos comparables, valor de patrimonio neto ajustado a precios de mercado, etc.) son válidos como complementos del modelo de descuento de flujos de caja o para situaciones o contextos muy específicos de valoración pero, en mi opinión, siempre subordinados a éste”, confirma Castellano.
ST Sociedad de Tasación, primera sociedad de tasación creada en España y expertos en valoración de empresas y activos empresariales, cuenta con la trayectoria y cualificación necesarias para dirigir este tipo de operaciones. Puedes solicitar tu presupuesto, sin compromiso, pinchando aquí o llamando al 91 436 02 05.
Estos expertos nos detallan cuáles son los principales métodos de valoración empresas.
Métodos basados en el descuento de flujos de fondos (‘cash flows’)
Como decimos, son los más utilizados porque se consideran los más rigurosos desde un punto de vista conceptual, ya que determinan el valor de la empresa no por su pasado, sino por su capacidad para generar en el futuro flujos de dinero –cash flows– y del riesgo que asume para conseguirlos. “La acepción de valor que recoge este método se corresponde con la esencia de lo que es una empresa, su capacidad de generar beneficios en el futuro. Esto es precisamente lo que estima este modelo”, explica Castellano.
Así, este enfoque considera a la empresa como una fuente de flujos de fondos. Cuanto mayor sea su capacidad para generar dinero y cuanto más tiempo dure esa capacidad, más valdrá la empresa.
Estos métodos se basan en el pronóstico lo más detallado posible de cada una de las partidas financieras relacionadas con la generación de los fondos correspondientes a las operaciones de la empresa, por ejemplo: pago de compras, cobro de ventas, pago de salarios, devolución de préstamos y créditos, pago de inmovilizados, pagos de mano de obra, de materias primas, etc.
Básicamente, los flujos económicos a actualizar se estiman bajo el criterio de caja, es decir, como la diferencia entre cobros y pagos en lugar de bajo el criterio de devengo que es el utilizado para la elaboración de las cuentas de resultados y balances de la empresa.
Además, en esta valoración se determina una tasa de descuento adecuada para cada tipo de flujo de fondos. Este es uno de los puntos más importantes y se realiza teniendo en cuenta, por ejemplo, el riesgo y las volatilidades históricas. Además, muchas veces el tipo de descuento mínimo lo marcan los interesados, compradores o vendedores, que no están dispuestos a invertir o vender por menos de una determinada rentabilidad.

Métodos basados en múltiplos de la cuenta de resultados
Estos modelos tratan de calcular el valor de una empresa teniendo en cuenta magnitudes relacionadas con la cuenta de resultados, como por ejemplo: los beneficios, las ventas o la capacidad productiva.
Su procedimiento consiste en tratar de identificar una relación entre el valor que otorga el mercado a empresas comparables a la que estamos analizando y diferentes medidas de sus resultados financieros.
Según recoge la Guía para la Transmisión de Empresas, elaborada por el Ministerio de Industria, Energía y Turismo, una vez identificada esa relación, que se conoce como ‘múltiplo’, hay que aplicarla sobre las medidas de los resultados de la empresa objetivo para hallar el valor que buscamos.
Lo complicado de este método es acertar con la elección de las empresas ‘comparables’ y contar con unos múltiplos lo más ajustados posible a la empresa que se está valorando. En este sentido, los múltiplos más utilizados son:
- Valor de los beneficios o PER, por sus siglas en inglés (Price Earnings Ratio). Es la relación que existe entre la cotización de una acción y el beneficio que le corresponde. Según esta modalidad, si conocemos que el mercado otorga un PER determinado a una empresa ‘comparable’ a la nuestra, podremos usar ese PER para calcular el valor de nuestra empresa.
- Múltiplo de ventas. En este caso, el valor de la empresa se calcula multiplicando su cifra de ventas por el múltiplo que el mercado ha asignado a las empresas comparables del sector.
- Valor de los dividendos. El dividendo es la parte del beneficio que le corresponde al accionista. Según este método, el valor de una acción es el valor actual de los dividendos que se espera obtener de ella.
- EBITDA es la sigla en inglés de Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization; en castellano, los beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones. En la valoración por múltiplos se suele utilizar el ratio Valor de la Empresa/EBITDA o EV/EBITDA.
Métodos mixtos basados en el fondo de comercio o Goodwill
Al analizar el balance de una empresa, hay una serie de activos que generan valor a los propietarios y estos activos pueden ser tangibles o intangibles. Entre estos últimos hay algunos que por no cumplir con las exigencias contables no figuran en el balance. Sin embargo contribuyen, y muchas veces de manera significativa, a generar rentabilidad y, por tanto, influyen en que el valor de la empresa sea superior al valor de su balance ajustado a valores de mercado. Por todo ello es recomendable tenerlos en cuenta a la hora de poner precio a una empresa y determinar cuánto vale tu negocio, si recibes una oferta para venderlo [puedes leer aquí este reportaje].
Ese conjunto de activos intangibles se conoce como fondo de comercio, un concepto que se entiende bien si lo asociamos, por ejemplo, al prestigio de marca.
Compañías como Coca-Cola, Rolex, Apple o BMW cuentan con ese reconocimiento tras años de trabajo. El público no lo puede ver ni tocar, pero indudablemente influye de manera positiva en los resultados empresariales y demuestra lo valioso que resulta el fondo de comercio para la empresa.
Otros ejemplos de fondo de comercio son: la cuota de mercado, la cartera de clientes, las alianzas estratégicas, el liderazgo en el sector o el capital humano de la empresa.
Los métodos que lo tienen en cuenta parten, por tanto, de un punto de vista mixto: por un lado, realizan una valoración estática de los activos de la empresa y por otro, añaden cierta dinamicidad a la valoración porque cuantifican el valor de su fondo de comercio y el beneficio que generará a la empresa en el futuro.
Hay varios métodos mixtos de valoración de empresas que lo tienen en cuenta, como el método clásico, el de la UEC (Unión de Expertos Contables Europeos) y el directo o anglosajón, entre otros. Todos ellos tratan de identificar el fondo de comercio y valorar el beneficio que generan para sumarlo al valor del patrimonio contable empresarial.

Métodos basado en el balance de la empresa
Según estos métodos, la empresa vale lo que valgan los elementos patrimoniales que figuran en el balance. Afrontan, por tanto, la valoración desde una perspectiva estática, sin tener en cuenta la evolución futura de la actividad, la situación del sector en el que opera [puedes leer aquí este reportaje], problemas de recursos humanos, contratos… y otros factores que no se reflejan en los estados contables.
En cualquier caso, son los más sencillos de aplicar para el vendedor, si éste quiere obtener, por sí mismo, una estimación del valor de su empresa. Hay distintas formas de aplicarlo: según el valor contable, valor contable ajustado, valor de liquidación y valor sustancial.
En el caso, por ejemplo, de aplicar el método basado en el balance según el valor contable, el valor de la empresa es el del patrimonio neto contable de su balance, con lo que no se tienen en cuenta las revalorizaciones que puedan haber alcanzado, por ejemplo, los terrenos y los bienes inmuebles.
Además, solo considera los elementos que las normas contables permiten que consten en el balance, por lo que obvia recursos intangibles que aportan valor a la empresa.
Aun así, como decimos, esta modalidad de valoración es útil para determinar un importe que pueda servir como cuantía mínima a considerar, pero debe contrastarse con la extraída por cualquier otro método de valoración de los que hemos repasado anteriormente.