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¿Qué es la ‘prueba de la cerveza’ de Steve Jobs?

El cofundador de Apple, Steve Jobs, se preguntaba si se tomaría una cerveza con el candidato que estaba entrevistando para un puesto de trabajo. Incluso se llevaba a los candidatos ...

14/05/2023  David RamosGestión
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No hay la menor duda de que Steve Jobs es todo un referente para muchos emprendedores. Aunque el cofundador de Apple es conocido por sus muchas excentricidades, lo cierto es que a lo largo de su trayectoria desarrolló algunas técnicas y estrategias que nos pueden ser de gran utilidad.

Una de ellas es la denominada ‘prueba de la cerveza’, que servía a Jobs para determinar en una entrevista si un candidato podría ser apto para un trabajo. El método es sencillo. Consiste únicamente en preguntarnos si nos iríamos a tomar una cerveza con él.

“Cuando decido contratar o no, siempre me pregunto si me tomaría una cerveza con esta persona y si me gusta su compañía”, declaraba en una entrevista realizada en 1998 para el libro In the Company of Giants: Candid Conversations With the Visionaries of the Digital World, tal y como recogía La Vanguardia. Esta entrevista puede ser escuchada en Apple Podcasts.

Evidentemente, no vale con esto. Siempre será imprescindible valorar las capacidades, habilidades, formación y experiencia del candidato. Pero cuando una persona llega hasta la entrevista, todos estos requisitos se dan por supuestos. Así que es necesario tener en cuenta factores que pueden marcar la diferencia entre el mejor candidato y el resto, como las denominadas soft skills, de las que ya hemos hablado en alguna ocasión en EMPRENDEDORES.

Jobs pensaba que si se trataba de un candidato con el que se podría tomar una cerveza o charlar distendidamente habría mayores posibilidades de que encajase en la cultura empresarial de Apple y de que se entendiese con las personas que trabajarían con él. Y esto permitiría que fuese más sencillo llegar a consensos, colaborar y alcanzar una mayor productividad.

Además, el fundador de Apple creía que conocer a un candidato fuera del estrecho margen que ofrece una entrevista laboral es importante, ya que permite ver cómo es realmente. Al sacarlo de un entorno controlado, el entrevistador puede sorprenderlo con la guardia baja, viendo su verdadera personalidad y observando cómo se desenvuelve fuera de un contexto en el que el candidato puede tener las respuestas preparadas.

Según cuenta Gearrice, Jobs se llevaba a los candidatos a comer o a dar un paseo y les hacía preguntas acerca de lo que habían hecho el verano anterior o cuál había sido su último logro, cuestiones para las que no hay una respuesta correcta o incorrecta y que son difíciles de preparar de antemano.

Además, hay otras ‘enseñanzas’ que podemos aprovechar. Por ejemplo, el fundador de la marca de la manzana mordida identificó un factor que le permitía distinguir a los empleados que más podían aportar a la empresa.

Jobs se percató de que los mejores empleados son los que se enfocan en el objetivo final y que no se centran únicamente en repetir los procesos que anteriormente han servido para tener éxito. Es decir, aquellos que buscan alternativas enfocadas en el producto final obtienen mejores resultados que los que tratan de replicar los procedimientos que sirvieron en otras ocasiones y acaban siendo más valiosos que sus compañeros, tal y como ya contamos .

La productividad era una de las obsesiones del creador del iPhone, que también tenía tres reglas de oro para acabar con las reuniones improductivas, que repasábamos en este artículo.

La primera de ella era convocar a pocos asistentes. El número ideal para Jobs estaba entre tres y cinco personas, que eran los que consideraba imprescindibles para abordar los temas que marcan el orden del día sin acabar divagando o perdiendo el tiempo al tener que escuchar a todo el equipo, lo que a veces conduce a repetir las mismas ideas varias veces a lo largo de la reunión.

La segunda regla consiste en abordar pocos temas en cada reunión. El fundador de Apple establecía un límite máximo de tres asuntos a tratar en el encuentro. Opinaba que esto permitía concentrarse mejor en los temas tratados y extraer mejores conclusiones de la reunión.

Asimismo, insistía en que los temas que habrían de discutir debían estar recogidos antes por escrito, para que los asistentes hubiesen tenido tiempo de pensar sus argumentos, agilizando la reunión.

La última regla se refiere al límite temporal de los encuentros, que Jobs fijaba en un máximo de 30 minutos. No quería reuniones interminables, basándose en que la concentración de los asistentes empieza a perderse a partir de dicho umbral, por lo que el tiempo que excede de esa media hora es poco o nada productivo.

David RamosDesde 2006, soy periodista freelance especializado en información económica, técnica y sectorial.
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