Evita el contencioso.
Para el experto Carlos Gambero “si el divorcio afecta a los titulares de la empresa, es decir, un matrimonio en el que ambos tienen acciones en la sociedad familiar, la ruptura sentimental suele implicar el fin de la relación empresarial”. Si el tema se pacta en el convenio de separación o divorcio, no tiene por qué haber problema, pero si la separación deriva hacia lo contencioso, nos introducimos en un procedimiento judicial que puede acabar de cualquier forma.
El protocolo familiar.
Para evitar luchas, Gambero aconseja prevenir estos conflictos antes de que sucedan y abordar la forma de resolverlos mediante el protocolo familiar. “Es importante que las empresas familiares estipulen este tipo de reglamento, en el que se pueden abordar las formas de afrontar casos de divorcio, así como otra serie de problemas (requisitos para contratar familiares, asignación de sueldos, etc). En el caso de un divorcio, por ejemplo, se puede acordar que las acciones de la sociedad se otorguen a la persona que quede trabajando en la empresa o queden repartidas entre los hijos. Al protocolo se le pueden añadir las capitulaciones matrimoniales, un documento que estipula lo que pasa con los bienes matrimoniales cuando se produce un divorcio.
Si no hay protocolo, establece un convenio.
Si no existe protocolo, la mejor opción es establecer un convenio, apunta Gambero. “Permite repartir las acciones mediante una vía de acuerdo y de diálogo”. Como explica el abogado Guillermo Gammacurta, “un divorcio conflictivo implica una acción judicial que suele consumir mucho tiempo, dinero y también energías, muchas veces indispensables para que la empresa siga su curso, aún en un contexto de normalidad. Los costos del proceso judicial y los personales van minando el patrimonio de la empresa”. Vale aquello de que “es mejor un mal acuerdo que un buen juicio”.