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Los 100 primeros días en tu nuevo trabajo

Tu incorporación a una nueva empresa es
 una experiencia que exige la puesta en práctica de una buena estrategia. Aprende todos 
los secretos para superar con éxito los 100 primeros ...

14/03/2018  Redacción EmprendedoresGestión

Los cien primeros días en un nuevo trabajo marcan el futuro profesional en la empresa. No es de extrañar, por tanto, que se genere una fuerte tensión psicológica y, en muchos casos, incluso angustia.

Al llegar al nuevo trabajo se producen sensaciones, se despejan expectativas y se marca un punto de partida para una relación en la que el componente humano es muy importante.

A este respecto, un cambio de empleo sigue siendo una pequeña crisis para cualquier profesional. Al reto que supone cambiar de empresa, de jefes y de responsabilidades, se unen los imprevistos, las dudas y los temores.

Angustia por triplicado

Las tensiones e inseguridades que suelen surgir en los primeros tres meses de trabajo tienen un triple origen:

– Desconocimiento de la empresa. Todo profesional dedica las primeras semanas en su nuevo puesto a buscar referencias sobre lo que debe o no debe hacer, sobre cómo comportarse, quiénes son sus interlocutores e ir descubriendo cuál es exactamente su función.

– Lentitud inicial. Incluso si trabajas en el mismo sector de tu anterior empresa, tardarás un tiempo hasta alcanzar tu ritmo óptimo de trabajo.

– Sentirse observado. En los primeros días todos se observan. Los antiguos empleados mirarán al nuevo como un bicho raro, lo escudriñarán, interrogarán y analizarán antes de aceptarlo individualmente.

Cómo actuar

La incorporación a tu nuevo puesto de trabajo no debe suponerte un trauma. Para que estos primeros cien días sean una experiencia enriquecedora en la que exponer tus aptitudes, los expertos recomiendan seguir una serie de consejos:

– Adaptación a la nueva cultura corporativa. El primer reto pasa por adaptarse a la filosofía de trabajo de la nueva empresa y a las reglas del nuevo entorno. Lo más recomendable es observar: Si tienes dudas, entonces puedes preguntar, pero eres tú quien se incorpora a esa empresa y no esa empresa a ti.

– Documéntate sobre tu nueva empresa. Es vital para una buena integración haber profundizado previamente en la esencia de la compañía. Hay que informarse de la organización y de sus datos económicos a través de la documentación existente, de las publicaciones especializadas y de los contactos personales. Además, toda información sobre el entorno de la empresa, su mercado, sus rivales, su política de marketing, será muy útil para moverse con tranquilidad por los despachos.

– Dar muestras de humildad. No debes agobiarte si en este periodo no te salen las cosas como debieran y en reconocer abiertamente tu falta de experiencia en el puesto. No rechaces ayuda externa y no tengas miedo a solicitar formación complementaria. Es un error mentir, por miedo a preguntar o a que te juzguen por no saber hacer algo.

Además de dar a conocer en estos días tu potencial de rendimiento profesional, es aconsejable anticiparse a las dificultades que puedan surgir con tus nuevos compañeros. De entrada, ante la duda y en espera de estar más integrado en la nueva organización, los expertos recomiendan sonreír, observar y ser prudente a la hora de hablar.

– Comportarse con naturalidad. Lo más importante es que seas tú mismo: En caso contrario, tus compañeros y tus jefes lo notarán, y aparecerán situaciones forzadas que no te beneficiarán.

– Comunícate con tus superiores. Es posible que en estos primeros días tu ritmo de trabajo sea lento. Compensa esta circunstancia comunicando a tus superiores los esfuerzos de adaptación y los progresos realizados día a día. Si empiezas a un ritmo muy elevado en una actividad que no dominas bien, tienes muchas posibilidades de equivocarte, algo que no es aconsejable cuando se estrena trabajo.

Situaciones difíciles

Tampoco es raro que te topes con la hostilidad de algún compañero. No es extraño que te vea como un rival con el que debe competir para futuros ascensos. No estará de más conocer si algún otro trabajador quería tu puesto. Puede ser también que nuestra presencia suponga un cambio en la organización de la empresa. Aunque acaben siendo aceptadas, las nuevas ideas suelen ser recibidas, cuando menos, con escepticismo, y puede que hasta con rechazo.

Además, es posible que te toque hacer frente a otras situaciones difíciles. Las más habituales son:

– Enchufados y figuras. Si te has incorporado por recomendación y tus compañeros lo saben, el primer sentimiento será el de rechazo. Si has sido seleccionado por una consultora de recursos humanos o por un cazatalentos, también despertarás expectativas, aunque no tanto recelo.

– La sombra del antecesor. Inicialmente, no conviene tomar muchas decisiones, pues podría generar tensiones y evidenciar que existían una serie de lagunas en las que nadie había reparado.

En cualquier caso, lo ideal es haber tenido un intercambio de pareceres con quien te antecedió en el puesto, aunque no siempre es posible.

– Círculos reducidos. Es probable que, con el paso del tiempo, te vincules más a un grupo de compañeros, pero conviene que, al menos al principio, no te decantes hacia ninguno. Sobre todo, si existen enfrentamientos o luchas internas. No sería extraño que alguna camarilla intentará captarte para su causa. En un principio, un recién incorporado debería mantenerse al margen de estos enfrentamientos. Y es que es un gran peligro que, por falta de datos y sin comerlo ni beberlo, te coloques en el bando equivocado. Una mala decisión puede marcar para siempre tu carrera en la empresa.

La incorporación de un alto directivo

Las estrategias que adoptan los presidentes, directores generales y directivos de primer nivel que se incorporan a una nueva empresa está condicionada, en primer lugar, por el sistema que ha propiciado la incorporación. No es lo mismo que se le fiche para sacar a la compañía de una situación de crisis, en las que sea necesario un giro estratégico y medidas poco populares, que cuando se realiza para impulsar un crecimiento que viene de atrás. En cualquier caso, los elementos a tener en cuenta durante los tres primeros meses son:

– El ritmo de los cambios. La cadencia de los cambios depende de la gravedad de los problemas. Conviene hacer, al menos, uno o dos cambios bien visibles. Al principio, hay más disponibilidad para aceptar los cambios. Las grandes transformaciones deben tomarse una vez que se ha estudiado bien la realidad de la empresa en su entorno competitivo.

– Respeto por lo anterior. Aunque se introduzcan cambios, hay que dejar patente que en el pasado se han hecho también grandes cosas. Además, hay que dejar bien claras las causas que motivan este cambio de rumbo: el nuevo contexto del mercado, una crisis empresarial, etc.

– Generar entusiasmo. Los expertos aconsejan conquistar emocional e intelectualmente a la organización. Esto se ve favorecido por el hecho de que, normalmente, la gente piensa en positivo y concede un voto de confianza, aunque sea inconsciente, pues siempre espera mejorar con los directivos que vienen de fuera.

– Estudio de la organización. Es preciso reunirse con empleados, clientes y proveedores, y estimularles para que den su opinión sobre los puntos fuertes y débiles de la empresa.

– Aliados y resistentes. Es conveniente identificar a aquellas personas que, por sus características, puedan ser posibles aliados, así como a los núcleos de resistencia.

– La remuneración. Debe vincularse la remuneración con la aportación de iniciativas estratégicas.

– Comunicación interna. Deben explicarse los cambios que se producirán en la organización y por qué se han hecho.

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