Los responsables de estas bodegas querían firmar un acuerdo comercial con BMW, que consistía en ofrecer una tarjeta Club BMW Irius para los clientes de la firma automovilística. Ofrecían la posibilidad de disfrutar de una visita guiada a las bodegas, una cata privada y descuentos en alojamientos exclusivos y en el restaurante de la bodega.
Para convencer a BMW, hicieron mucho hincapié en lo que tienen en común las dos marcas (el mismo target y una filosofía similar, la búsqueda de la excelencia), además de explicar a la automovilística qué ventajas ofrece firmar ese acuerdo (ayudar a fidelizar a los clientes de BMW haciéndoles vivir la experiencia de conducir el coche hasta las bodegas y la experiencia de pertenecer a un club tan selecto).
