Al igual que el reconocimiento de las debilidades refleja madurez y solvencia, la ponderación en las expectativas económicas demuestra mentalidad gerencial. Que sean realistas, con plazos también verosímiles y, preferiblemente, dibuja el peor escenario posible. Lo mejor es, como enfatiza Violán, “ demostrar una prudencia positiva”. Por ejemplo, podrías decir: “ En esta fase del proyecto, en la que esperamos conseguir un mínimo de retorno del xxxxx, y en el mejor de los casos, xxxxxx”.
Y muéstrate prudente con los gastos y los costes, argumenta bien por qué se añaden y demuestra mesura:
“ Durante la primera fase, la empresa se instalará en un centro de negocios y, en función de los resultados de los seis primeros meses, sopesaremos la necesidad de cambiar”.