Tras varios meses de búsqueda, la empresa puso al frente a Laxman Narasimhan, que llegó en el mes de septiembre. Aunque el nuevo CEO no ha tomado el control de la empresa hasta este mes de abril.
Su estreno no podría haber sido peor. Menos de un mes después de su nombramiento, un grupo de inversores pidieron una investigación interna en torno al cumplimiento de los derechos laborales en sus cafeterías, como informábamos en este artículo.
En el origen de esta situación están algunas medidas tomadas por la dirección de Starbucks en Nueva York, que los accionistas consideran que no estarían alineadas con el respeto a los derechos laborales o a la negociación colectiva. Entre ellas, el cierre de algunas cafeterías o el despido de algunos trabajadores que se unieron a su sindicato.
La propuesta de estos inversores, que controlan más de 2 millones de acciones de la compañía, ha sido aprobada en la última Asamblea General Anual. Aunque el resultado ha sido ajustado, ya que la iniciativa ha sido respaldada por un 52% de los votos emitidos, según indica El País.
Hay que recordar que el fundador de Starbucks, apenas unos días antes de salir de la empresa, compareció ante el Senado de los Estados Unidos en una sesión titulada ‘Ninguna empresa está por encima de la ley: la necesidad de poner fin a la represión sindical ilegal en Starbucks’.
El presidente de este comité, Bernie Sanders, señaló que un juez de derecho administrativo había encontrado “mala conducta atroz y generalizada” por parte de Starbucks en su respuesta a la campaña sindical en la que casi 300 de los cerca de 9.300 locales de la cadena en Estados Unidos votaron a favor de unirse a Starbucks Workers United.
Cuando preguntó a Schultz si había participado en las decisiones de despedir o disciplinar a los trabajadores involucrados en campaña sindical, el fundador de Starbucks respondió que no, según recoge The New York Times.
Además, Sanders afirmó que Starbucks no estaba actuando de buena fe en su negociación con los trabajadores, acusando a la empresa de realizar “esfuerzos calculados e intencionales para demorar, demorar y demorar”.
Schultz se defendió diciendo que la compañía se había reunido con el sindicato en más 85 ocasiones. Sin embargo, los trabajadores afirman que la mayoría de las reuniones concluyeron en 15 minutos.
Aunque este tipo de propuestas promovidas por los accionistas pueden ser ignoradas por las empresas, suponen un desgaste para su imagen. Especialmente cuando se trata de compañías que se dirigen directamente al consumidor final, como sucede en el caso de Starbucks.
Además, la empresa no ha mostrado ninguna predisposición a abrir una investigación al respecto y ni siquiera se ha avenido a comprometerse a no interferir en el intento de organización de un sindicato, como reflejaba The Seattle Times.
Por eso, el apoyo a esta iniciativa demuestra la preocupación de los inversores ante la respuesta de la compañía a esta campaña sindical. Y más aún si tenemos en cuenta que la situación todavía puede empeorar.
De hecho, 43 organizaciones de defensa de los derechos laborales han remitido una carta de bienvenida al nuevo CEO, en la que expresan que esperan que la empresa mantenga su reputación como un lugar inclusivo y acogedor para la comunidad, aprovechando esta oportunidad para redefinir su relación con los trabajadores.
“La libertad de asociación es un derecho constitucional, y al unirse para negociar colectivamente con los empleadores, los sindicatos dan a los trabajadores la oportunidad de hacer oír su voz y ayudar a tomar decisiones para lograr cambios significativos en sus lugares de trabajo”, prosigue la misiva.
«Los sindicatos son buenos para los trabajadores, las empresas, nuestra economía y nuestra democracia. Son vehículos que promuevan la equidad entre clase, raza, orientación sexual, género y estatus migratorio. Si bien nuestras organizaciones representan muchas facetas del movimiento progresista, sabemos que nuestras luchas están inextricablemente unidas a la de Starbucks Workers United. No podemos tener justicia (racial, de género, inmigrante, climática), sin justicia económica”, añade.
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