No cabe duda de que las empresas están formadas por personas, que son las que definen los valores y la imagen que esta transmite al exterior. Sin embargo, de forma independiente a sus integrantes, a veces las propias compañías muestran una consciencia propia, adaptada a la etapa de crecimiento y desarrollo en la que viven.
Así lo demuestran las tesis del autor Richard Barrett, que bebe de la archiconocida Pirámide de Maslow para explicar las diferentes etapas de consciencia de las empresas. Según las tesis de Maslow, las necesidades del ser humano se pueden dividir en cinco niveles: biológicas, de seguridad, de afiliación, de reconocimiento y, por último, de autorrealización. Su teoría también argumenta que un individuo puede alcanzar el siguiente nivel de la pirámide si antes no ha podido satisfacer el anterior, algo que serviría para explicar la evolución humana.
Aplicando esta base en el mundo de las empresas, Barrett establece siete niveles de consciencia, que también pueden aplicarse al desarrollo personal.
Los 7 niveles de consciencia de las empresas, según Richard Barrett
1. Supervivencia: En este apartado, Barrett pone el foco en cubrir las necesidades fisiológicas y de seguridad del individuo. Aplicado al entorno de las empresas, esta primera fase de consciencia consistiría en el establecimiento de la propia compañía, su equipo, y la generación de ingresos que permitan, al menos, cubrir los costes operativos.
2. Relaciones: En una segunda etapa, las empresas pueden centrarse en las relaciones que se establecen de manera interna -la creación de una cultura empresarial, el buen clima entre los empleados, la lealtad…- y externa, estableciendo buenas relaciones con el resto de actores del sector, proveedores y clientes.
3. Autoestima: En una tercera fase, Barrett habla sobre el afecto, el prestigio y el reconocimiento que los demás tienen hacia uno mismo. Trasladando el concepto al mundo de las empresas, también puede aplicarse tanto de manera interna -felicitaciones, motivación del equipo, reconocimientos…- como externa, a través de las felicitaciones y las buenas valoraciones de los clientes.
4. Transformación: Esta es quizás la etapa más importante del proceso de consciencia de las empresas. Tiene que ver con el cambio constante, la búsqueda de nuevas ideas o líneas de negocio y el perfeccionamiento de las que ya existen. En esta fase, las dos anteriores cobran especial importancia, pues el feedback de los clientes y el buen ambiente de trabajo son claves para poder articular con éxito todos los cambios que sean necesarios en las compañías.
5. Cohesión: Se trata de dejar de pensar en el “yo” para comenzar a pensar en el “nosotros”. Es, en realidad, una evolución de la segunda etapa, y en el entorno de las empresas puede conseguirse profundizando en las relaciones internas del equipo -mediante teambuildings o una mejor atracción del talento- o consolidando una comunidad amplia de clientes que sientan lealtad a la marca y a sus productos.
6. Contribución: Muchas empresas llegan al quinto nivel, pero no tantas logran trascender en el tiempo. Esta fase contribución consiste en focalizarse en el valor que la compañía deja en la sociedad, tanto a través del producto como de las relaciones con los proveedores o cualquier proceso interno. En definitiva, las acciones que hacen que la empresa deje huella en su sector.
7. Servicio: Por último, Barrett hace referencia a la parte ética, incluso filosófica, de las empresas. La séptima etapa del proceso de consciencia de individuos y organizaciones consiste en preguntarse cómo se puede contribuir a un bien mayor. En este apartado, entrarían todas las acciones relativas a la Responsabilidad Social Corporativa, el cuidado del medioambiente, las políticas de inclusión…