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7 pecados capitales del emprendedor

Hay fallos, hay errores y hay pecados capitales a la hora de emprender... Te los contamos aquí.

23/02/2018  Redacción EmprendedoresGestión

1. No se valida la idea primero

Lo primero que tienes que hacer es validar que tu producto tiene salida comercial, es decir, que aportas algo de valor y que te van a pagar por ello. Hay casos de empresas que gastan mucho dinero y tiempo en I+D y cuando salen al mercado se dan cuenta que los productos de laboratorio nadie los quería, porque no se ha ido validando en el tiempo. Siempre se parte de una idea, que es lo más fácil del proceso; lo difícil es la implementación en el mercado.

Tú partes de unas hipótesis, que debes probar cuanto antes en una muestra de potenciales clientes con un PMV, un boceto, un muñeco o algo que dé una idea aproximada de lo que quieres hacer. Tienes que preguntar qué necesitan, qué les parece, qué mejorarían (PMB: producto mínimo basura). Y lo más importante es saber si lo que quieres ofrecer habrá gente que va a pagar por ello .

¿Cómo validar tu idea de negocio?

2. Miedo al fracaso

El miedo es uno de los principales obstáculos que dejan por el camino a muchos emprendedores. Montar un negocio es la incógnita elevada a la potencia mil. La única manera para afrontar los riesgos es hacer bien los deberes. No se trata de que te pases media juventud tratando de averiguar qué es lo que podrá ocurrir en el futuro, pero sí identificar cuáles son las amenazas más probables para tu negocio.

Los mejores planes de empresa son aquellos que dedican un amplio espacio a un capítulo que se llama plan de contingencias. En definitiva, un negocio tiene que preguntarse antes de echar a andar ¿qué puede ir mal? ¿Qué sería lo peor que le podría pasar a mi empresa? ¿Qué podría ser lo peor que me podría pasar como empresario?

Fíjate un calendario, unos plazos y unas cantidades económicas –las que estás dispuesto a invertir o las que estás dispuesto a perder, marcando cuándo vence tu paciencia— para tu compromiso como emprendedor. Márcate una serie de plazos para delimitar los problemas y la posibilidad de que tu empresa no salga adelante. Así serás más paciente y encajarás mejor los golpes del mercado.

Si quieres saber cuáles son los miedos más habituales no está de más que le eches un vistazo a este artículo.

3. Exceso de planificación

La planificación, como reza el dicho popular, es algo fundamental, pero que no sirve para nada. Tienes que conocer tus estimaciones para saber qué puedes cambiar en el caso de que entren nuevas prioridades, para saber qué se puede cambiar en función de qué… Si no te planificas no sabes en función de qué cambias las cosas. No pasa nada por cambiar. Ese es otro de los problemas de gestión: si se planifica, luego no se cambia.

Piensa a largo plazo, pero te no pongas el listón demasiado alto. Ve creciendo poco a poco. Comienza a pequeña escala. De esa manera podrás ir midiendo la viabilidad de tu idea progresivamente, lo que te permitirá corregir errores y ganar confianza. Te ayuda a hacer una idea de qué va tu negocio”. No se trata de que seas conservador, ni de que no tengas una visión de futuro, sino de que no sobredimensiones tu negocio.

La planificación es una habilidad que, a la hora de la verdad, no es decisiva para emprender. Si no eres buen planificador no tienes por qué ser un mal emprendedor. Se suele decir que un buen emprendedor tiene que ser una persona muy orientada al detalle, pero puede que tú no lo seas y que sí lo sea alguien en tu equipo. También se suele decir que tienen que ser personas con capacidad de planificar, y hay muchos emprendedores que no tienen capacidad de planificar. Un buen emprendedor si no es un buen planificador, lo que tiene que tener es la capacidad de poner un buen director gerente.

4. Pobre gestión financiera

Eso de ‘económico–financiero’ te puede parecer que no va contigo, que es algo de lo que no te tienes que ocupar. Estás equivocado. No se trata tanto de que sepas cómo calcular el IVA, sino de cuándo tienes que ingresarlo para que puedas hacer una previsión a tiempo. Cuando hables con tu asesor financiero, además, deberías entender todos los conceptos de los que te habla. Al fin y al cabo eres tú el que vas a tomar las decisiones en la empresa.

Uno de los errores más comunes con los que se encuentran los expertos es éste: un emprendedor piensa que con su negocio va a ingresar 5.000 euros cada mes, pero no tiene en cuenta la Seguridad Social de sus empleados. Pues es un treinta y tantos por ciento que descuadra un veintitantos por ciento un presupuesto No hay que tener miedo a pedir ayuda, porque, además, es ayuda gratuita. Como te equivoques en estos números te puedes encontrar con tener que cerrar tu empresa por no haber planificado bien tu negocio.

Es importante recibir una formación básica en materia fiscal (tiene que analizar primero de dónde van a venir sus ingresos, y qué volumen de ingresos espera para poder saber, por ejemplo, si le interesa si cotizar por módulos; dependerá también de su actividad) y laboral (tiene que conocer primero a qué régimen va a poder acceder; también es importante saber cuándo hay que darse de alta; por qué base cotizar… a lo mejor te interesa primero cotizar por la mínima para luego ir ampliando a medida que vayas viendo cómo evoluciona tu negocio).

Estos son los errores financieros más habituales que cometen los emprendedores.

5. Falta de estructura cuando crece

Cuando tu negocio crece, no tienes más remedio que organizar a tu equipo: ¿Tienes que plantearte ya departamentos? ¿Mandos intermedios? ¿Evaluación del rendimiento?

Los dos-tres primeros años sirven para determinar de lo que vas inventando, para saber qué le interesa más al mercado y cuál es tu hueco en ese mercado, además de para conocer exacamente qué es lo que le interesa comprar al mercado de lo que tú ofreces. Vas ofreciendo distintas soluciones y el mercado va respondiendo. A partir de ahí durante otros dos-tres años comienzas a repartir funciones de cada área entre 3-4 personas clave. A partir del sexto año ya comienzas a necesitar que un socio se ocupe más del soporte de la empresa. Vas incorporando perfiles que te den soporte, reparte responsabilidades y llega un punto en el que alguien aglutine la función de coordinación de las áreas.

Cuando tu empresa empieza a crecer necesita una estructura. Como mínimo, necesitas darle:

1. Un sistema para asignar tareas:

– Reducir los grandes objetivos en pequeñas tareas.

– Asignar tareas individuales.

– Marcar un orden visual de las tareas.

– Marcar fechas de entrega y crear avisos de esas fechas.

2. Para poder desarrollar sus tareas, los empleados, por narices, en algún momento no tienen más remedio que:

– Comunicarse entre ellos (entre equipos de un mismo departamento o entre equipos de distintos departamentos).

– Saber qué tareas tienen más prioridad.

– Tomar notas y almacenar documentación sobre las tareas.

3. No sólo se trata de tener las treas a tiempo, sino de saber cuánto tiempo te lleva cada una. Eso para ver:

– Cuánto tiempo quita de otras tareas.

– Si una persona o un equipo podría asumir otras tareas.

6. No se toman medidas para escalar el negocio

Los modelos escalables son capaces de generar ingresos de forma más rápida de lo que crece su estructura de costes. Y los no escalables son aquellos donde su estructura de costes crece de forma lineal a sus ingresos, es decir, que para ganar más hay que gastar más

Al crecer, debes analizar absolutamente todos los aspectos: ¿Es escalable en horarios? ¿Tienes capacidad para entregar los productos y servicios en el horario que lo necesiten tus clientes? ¿Tu tecnología soporta un fuerte incremento de las transacciones? ¿Eres capaz de asumir un aumento de las ventas y mantener tanto la calidad de mis productos como la del servicio al cliente? Debes anticiparte a todos los cambios que se puedan producir al crecer, porque en un modelo escalable es posible que, de repente, tengas un pico y se dupliquen tus clientes. Si no te has anticipado, puedes quedarte sin capacidad para servirlos.

¿Quieres saber si tu modelo de negocio es escalable?

7. Empresa sin visión

Resulta fundamental la capacidad para proyectar un negocio más allá del corto plazo. Resulta básico que el emprendedor tenga un proyecto, y que se bueno, pero, sobre todo, que lo visualice. Que tenga visión de negocio. No es un visionario. Son personas que tienen un proyecto y lo visualizan.

Se trata de proyectos a largo plazo. No se trata de decir: voy a fabricar camisetas para los Juegos Olímpicos de Pekín. Sino de decir: Yo tengo un proyecto, una empresa líder de camisetas de eventos deportivos que venderá en todo el mundo.

Son personas que se comprometen, además, con el proyecto hasta la médula. Están dispuestas a comprometerse, ilusionarse, a innovar, y son capaces de arrastrar a un equipo detrás.

Difícilmente triunfa una persona que sólo piense a corto plazo a la hora de montar una empresa. Muchas veces el resultado no se ve a corto plazo. El corto plazo hace de pantalla y no deja ver más allá. Los emprendedores son personas que miran al medio y largo plazo. Un emprendedor no puede mirar nunca a corto.

Redacción Emprendedores