Tanto las empresas como en el caso de las personas, el 80% de los propósitos que la mayoría nos planteamos cada cambio de año, se desinflan a los pocos días. La frustración atañe tanto a nivel personal como empresarial. Según Agustín Peralt , experto en efectividad personal que ayuda a directivos de organizaciones y a emprendedores a mejorar en dicha área, “con la llegada del Blue Monday, el tercer lunes de enero, conocido como el más deprimente de todos debido al clima y la cuesta de enero, la mayoría de personas ya han abandonado sus buenas intenciones” planteadas pocos días antes.
Las causas del incumplimiento de estos objetivos la encuentra Peralt, primero, en que los planteamos de una manera vaga y, segundo, la falta de un método. Para cerrar este gap, creó Peralt el que denomina el método FASE, plasmado en su libro ‘Lidérate’, en el que resume el itinerario a seguir para cumplir con los nuevos propósitos.
Cuestión de hábitos y de actitud
En el fondo, todo es un problema de hábitos y de actitud. En lo que atañe al peso de los hábitos, es tan poderoso que muchos acaban definiendo su personalidad en función de ellos. Desterrar aquellos que sabemos perjudiciales e ir sustituyéndolos, poco a poco, por otros favorables, como pueden ser la alimentación, la práctica deportiva o un aumento de las horas de sueño. Esto proporcionará al individuo la energía necesaria para afrontar los desafíos.
En lo que respecta a la actitud, Peralt lo explica con lo que se conoce como el efecto locus de control interno frente al locus de control externo, referente al grado de control que cada uno concibe para su destino. Así, mientras que con el locus del control interno, nos hacemos responsables de gran parte de las cosas que nos suceden como consecuencia de nuestros actos, con la versión opuesta tendemos a culpabilizar el entorno y las circunstancias como fuerzas externas que nos impiden alcanzar los objetivos. Entre uno y otro, parece claro cuál habría que potenciar.
El método para alcanzar la afectividad
A la vez que nos vamos deshaciendo de esas lastras que nos dañan por dentro y por fuera, propone Peralt acompasarlo a la puesta en marcha del método en busca de la efectividad. Requiere éste de un esfuerzo adicional que parte de un ejercicio de reflexión y sigue con acciones concretas y medibles.
La herramienta fundamental para el ejercicio de reflexión es tan sencilla como un boli y un papel. De poco sirve sirve plantearse de forma vaga un objetivo tipo ‘este año quieron aumentar la productividad en mi empresa’ o ‘voy a perder 20 kilos’ si no pautas previamente un plan de acciones para conseguirlo. Todo ello deberá plasmarse en tu agenda a modo de hoja de ruta porque, como afirma Peral, “la agenda nunca miente, lo que falla es el piloto automático”.
Una vez delimitado de forma muy concreta y sencilla el objetivo que se persigue alcanzar, advierte, también, de que esas acciones que trazas han de ser sencillas, esto es, de fácil alcance, con fecha y medibles. El plan se estructura a corto, medio y largo plazo partiendo de lo particular a lo colectivo.
En cuanto a los 6 puntos que has de tener en cuenta de cara a la efectividad perseguida, señala los que siguen:
1. Gestionar las energías físicas, cognitivas y emocionales. Nadie que renquee en alguna de estas patas podrá desarrollar de forma eficaz su potencial completo. “La gente suele preocuparse mucho por ganar tiempo cuando lo que tenemos que ganar son energías”.
2. No falta tiempo, sobran distracciones. Es una de sus máximas. Suponer saber identificar todo aquello que nos distrae y nos roba la energía necesaria para el desempeño de las tareas más importantes. Entre esas amenazas de distracción refiere el teléfono móvil, las redes sociales, internet…”no olvidemos que hay mentes privilegiadas que se encargan en diseñar algoritmos inteligentes para captar nuestra intención. Luchar contra ellas no es fácil”, subraya.
3. Saber priorizar. Apelando a esa naturaleza anárquica y despreocupada que, según Peralt, maneja al individuo, anima a detallar en la agenda las tareas prioritarias de cada día y empezar por ellas para no procrastinar.
4. Planifica la semana con detalle para asegurarte de que vas cumpliendo las tareas que, a su vez, deberán estar alineadas a los planes del mes.
5. Lo mismo pero a diario. Las prioridades se delimitan a diario aplicando la disciplina necesaria para su cumplimiento. Ello, según Peralt, conlleva aprender a decir No la mayoría de esos imprevistos que a cada uno nos saltan a diario, a los que este experto se refiere como “secuestradores de nuestro tiempo”.
6. El ejercicio de responsabilidad compartida. Los pasos marcados hasta ahora incumben sobre todo, al individuo. Pero para que todo ese esfuerzo trascienda a la organización, señala como último paso, hacer un ejercicio de responsabilidad compartida en el que participen todos los integrantes de la compañía y se evalúe si de verdad se están encaminando al logro de lo verdaderamente importante conforme el plan trazado. En el supuesto de que la respuesta sea negativa, habrá que revisar de nuevo plan, corregirlo o iterarlo.
Alinear los objetivos de la empresa al equipo
Podría pasar el los directivos de la empresa estén muy interesados en ganar en eficacia y productividad pero que los empleados no compartan la misma inquietud. La solución pasaría por involucrar a todo el equipo en el diseño de esos objetivos cuyos beneficios se infiltración por igual a toda la compañía.
Así, si un empleado gana en efectividad, el primer beneficiario debería ser él, no solo la cuenta de resultados. “Esa eficacia debería redundar en mejora de la conciliación, por ejemplo, porque dispondría de más tiempo libre. Le liberaría también de la carga emocional que desencadena la conciencia de un trabajo incompleto y le proporcionaría unas competencias muy útiles de cara a la empleabilidad, más en tiempos de trabajo en remoto, como el actual”.