1. Mujeres con efecto Pigmalión negativo
“Los profesores tienen a valorar el rendimiento académico de los chicos como fruto de sus capacidades y, por el contrario, el de las chicas como triunfo de su esfuerzo”, afirma Carmen Sanz Chacón en su libro recién publicado ‘Destacar o callar’. Esto sucede más en las áreas habitualmente relacionadas con la inteligencia masculina, como las matemáticas o las ciencias.
Esas expectativas de los profesores acaban incidiendo, de forma voluntaria o sin querer, en los resultados de los alumnos. El efecto relacionado con el cumplimiento de las expectativas del profesor es lo que se conoce como efecto Pigmalión que acaba desviando sus elecciones académicas al percibir “que no se espera de ellas rendimientos especialmente relevantes en determinadas áreas, lo que afecta a su motivación, a su propio rendimiento y también a sus elecciones profesionales en el futuro”.
2. El efecto Matilda
También a éste hace referencia Sanz Chacón en su libro. El efecto Matilda es un prejuicio que conduce a no reconocer los logros de las mujeres científicas, cuyo trabajo a menudo se atribuye a sus amigos de género masculino. Se conoce con ese nombre porque fue Matilda Joslyn Gage la primera que lo denunció en su ensayo titulado ‘La mujer como inventora’ consecuencia del cual surge la actual iniciativa y la asociación global sin ánimo de lucro denominada ‘No more Matildas’.
Con dicho movimiento se impulsa la visibilidad de referentes femeninos que impacten en las aspiraciones profesionales de las niñas, con especial hincapié en las carreras STEM.
El efecto Matilda se relaciona también con el efecto Mateo por el cual un científico eminente a menudo obtiene más crédito que un investigador comparativamente desconocido, incluso si su trabajo es compartido o similar.
3. Síndrome de supermujer
Pongamos por caso que, a pesar de todas las barreras que se van encontrando en su desarrollo profesional, la mujer consigue alcanzar un cargo relevante. El problema surge cuando esa misma mujer se niega a desentenderse de tareas tales como el cuidado de sus seres cercanos. Al final terminan acarreando con todas las responsabilidades que pueden, aún a riesgo de caer en el abatimiento físico y mental, más en este tipo de mujeres, tendentes al perfeccionismo.
El sentimiento que se desencadena muchas veces en estos casos es el de culpabilidad y baja autoestima. De aquí el miedo al éxito que desarrollan estas mujeres pese a su gran valía rechazando de motu propio puestos de responsabilidad.
4. El suelo pegajoso
El suelo pegajoso o sticky floor es un término relacionado con la desigualdad de género en el mercado de trabajo. Este concepto fue introducido por primera vez en 1992 por la doctora Catherine Berheide en un informe para Centre for Women in Government.
Hace referencia a las dificultades que tienen las mujeres en comparación con los hombres para abandonar los puestos de trabajo más precarios, con mayor temporalidad o con peor remuneración. Las estadísticas a escala global ponen de manifiesto que las mujeres son quienes ocupan la mayor parte de las actividades de la economía informal o los sectores de actividad con peores condiciones laborales.
5. El techo de cristal
Este se refiere al conjunto de normas no escritas en el interior de las organizaciones pero que acaban dificultando a las mujeres tener acceso a los puestos de alta dirección. Su carácter de invisibilidad es resultado de la ausencia de leyes y códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación.
6. El Síndrome del impostor
Ya hemos hablado en esta web de cómo este síndrome ataca con especial virulencia a las mujeres. Consiste, básicamente, en no creerse merecedoras del puesto que ocupan atribuyéndoselo, más que a su talento, a causas ajenas a él.
Creen que carecen de habilidades especiales y tienden a mostrarse críticas consigo mismas además de ser más sensibles a las valoraciones que otros hacen de ellas.
7. Influencias familiares
La familia puede influir de manera poderosa en la elección final de la carrera profesional de los hijos. El problema es que en las hijas suelen valorar más cualidades y comportamientos típicamente femeninos que los que se asocian a los hombres.
Aunque la línea de separación de las cualidades por género cada vez está más difusa, los prejuicios familiares hacen que niñas que obtienen resultados muy brillantes en la escuela, vayan evolucionando conforme avanzan en sus estudios hacia áreas menos exigentes pero más acordes a lo que demanda el entorno.
8. El complejo de Cenicienta
Corresponde, sencillamente, al miedo a permanecer soltera para toda la vida por el mero hecho de no dar con una pareja que la entienda y acompañe en sus aspiraciones profesionales y personales. La elección entre la maternidad y el matrimonio o la soltería, no siempre es sencilla, sobre todo a ciertas edades, cuando se sigue soñando con la llegada del ‘príncipe’ que transforme nuestras vidas.