Consciente de que detrás de cada caso hay un drama familiar, Javier González, fundador de KSK-Limpiezas Traumáticas (www.limpiezas
traumaticas.es), ha cuidado todos los detalles relacionados con su negocio. “Nos dedicamos a la limpieza, descontaminación y rehabilitación de escenarios donde han ocurrido crímenes y sucesos traumáticos (muertes desatendidas, suicidios, Diógenes…)”.
Importó la idea de EE UU y para su implantación en España habló con la policía científica y forenses para saber qué les parecía. Con el visto bueno, “buscamos prescriptores (aseguradoras y funerarias) que nos recomendaran a sus clientes. Al ser una cosa nueva, desconfiaban. La solución pasa por insistir y explicarles cómo trabajamos, resolviendo sus dudas y asegurándoles que solucionamos el doloroso problema de sus clientes”.
Una vía de comercialización que no han buscado, pero que cuidan con cariño es aparecer en la Prensa. “Cuando nos llaman para un reportaje y nos piden imágenes de casos reales les decimos que no. La parte positiva es que cuando salimos, lo colgamos en la web y recibimos más visitas y propuestas”. Según González, salir en medios da alas a nuevos competidores y eso es positivo porque da a conocer el concepto de negocio. “El problema viene si esa competencia no sabe del negocio y da mala imagen, lo que acabaría dañando la confianza de los prescriptores”. Cuando se dirigen al cliente final –la familia de la víctima– “hacemos un proceso de consultoría en el que le explicamos qué materiales se han estropeado y debemos eliminar. Y que ese proceso de limpieza especializada conlleva un coste, que nada tiene que ver con el de una empresa tradicional de limpieza”.
