La librería Lagun abrió sus puertas en un momento complicado, en el año 1968. El establecimiento se emplazaba inicialmente en la plaza de la Constitución de San Sebastián, donde Erners Lluch tuvo la osadía de enfrentarse a los proetarras con su famosa proclama durante un mitin del PSE: “¡Gritad más, que gritáis poco! ¡Mientras gritáis no mataréis!”.
La librería, regentada en los últimos años por Elena Recalde —hija de Teresa Recalde y José Ramón Recalde, cofundadores junto con Ignacio Latierro—, también tuvo que enfrentarse al odio. En los años noventa, los proetarras entraban y arrojaban pintura roja y amarilla, quemaban los libros y rompían sus escaparates, tal y como relataba Recalde en Nius.
Pero el punto álgido de la violencia llegó cuando ETA atentó contra su padre, por aquel entonces consejero de Educación y Justicia del Gobierno vasco. El establecimiento se vio obligado a cerrar, pero reabrió sus puertas en un nuevo local en la calle Urdaneta.
Antes de aquello, en sus comienzos, la librería ya había tenido que hacer frente al odio, pero diferente signo, ya que los Guerrilleros de Cristo Rey pusieron una bomba en el establecimiento en el año 1975.
Lagun resistió los embates de la intolerancia y la violencia, como un reducto de libertad. Sin embargo, la librería no ha sido capaz de adaptarse a los nuevos tiempos y tendencias de consumo del sector y se ha visto abocada al cierre, como consecuencia del declive de sus ventas, según informaba El Confidencial.
Amenaza para las librerías… y para el negocio tradicional
Los consumidores ya no compran tanto como antes en las pequeñas librerías de barrio, sino que acuden a grandes establecimientos como El Corte Inglés, Casa del Libro o Fnac. Pero la mayor amenaza se encuentra en Amazon y en la venta de libros a través de internet.
Otros muchos sectores tradicionales también están sufriendo las consecuencias de su lentitud o falta de adaptación al negocio online. Un ejemplo es la cadena de tiendas de juguetes Toys ‘R’ Us, que no tomó las medidas oportunas para afrontar el crecimiento de la competencia online, principalmente Amazon, y acabó perdiendo gran parte de sus clientes, declarándose en quiebra en 2017.
La cadena de videoclubes Blockbuster es también un ejemplo clásico cuando se habla de la irrupción del negocio online. Su falta de visión quedó patente cuando la compañía menospreció la idea de Marc Randolph y Reed Hastings, fundadores de Netflix, que habían puesto en marcha un negocio de alquiler online de DVD, con entrega a domicilio y un plazo de 7 días de devolución.
El desarrollo de la banda ancha de internet y el consecuente aumento de la capacidad de transmisión de datos fueron la puntilla definitiva para Blockbuster. Mientras que Netflix fue capaz de hacer pivotar su negocio y empezar a transmitir vídeo bajo demanda, los videoclubes Blockbuster echaron el cierre, como contábamos en EMPRENDEDORES.
De este modo, el principal riesgo de no adaptar nuestro negocio tradicional a internet es una posible pérdida de cuota de mercado. Si nuestros clientes pueden encontrar los productos que ofrecemos nosotros desde la comodidad de su casa y al mismo precio, es muy posible que prefieran esta opción.
Además, el comercio electrónico no tiene las limitaciones de stock de un punto de venta físico, condicionado por el espacio disponible. El ecommerce suele ofrecer un catálogo más amplio.
Asimismo, los establecimientos físicos ven limitado su público objetivo a quienes viven o pasan por la tienda, mientras que el alcance de una tienda virtual puede ser mundial.
Te recomendamos que eches un vistazo a estos consejos acerca de cómo innovar en negocios tradicionales. Y también te proponemos algunas tendencias para triunfar con tu ecommerce.