x
Contenidos exclusivos, revista física
y muchas más ventajas

¿Por qué muchos jefes no quieren el teletrabajo?

Algunos dirigentes todavía contemplan el teletrabajo como una tarea ‘blanda’ y poco importante, frente al trabajo ‘duro’ y más relevante que se realiza en la oficina.

23/08/2023  David RamosGestión

“El teletrabajo ha llegado para quedarse” ¿Cuántas veces has oído esta frase tan manida? Sin embargo, quizá debamos poner en duda esta afirmación.

Según el ‘Monitor Adecco de Oportunidades y Satisfacción en el Empleo’, casi la mitad de los teletrabajadores que surgieron por la COVID-19 ya ha vuelto trabajar exclusivamente de modo presencial.

Además, llevamos siete trimestres consecutivos de reducción del número de empleados que trabajan de manera remota. De este modo, en el último trimestre de 2022 había 2,56 millones de personas que al menos trabajaban ocasionalmente desde casa, lo que supone un descenso del 6,5% respecto al mismo periodo del año anterior.

Con los últimos retrocesos del teletrabajo, la proporción entre trabajadores en remoto y presenciales en los últimos doce meses se sitúa en el 12,7%, un 1,7% menos que hace un antes. Es el dato más bajo desde junio de 2020.

¿Y por qué se está imponiendo esta vuelta a la oficina? Pues parece que la explicación es sencilla: porque muchos directivos creen que trabajar desde casa no es trabajar. Al menos para los dirigentes de la ‘vieja escuela’ y con una visión ‘patriarcal’ del mundo laboral, que consideran que la oficina es para trabajar y el hogar es el escenario idóneo para cualquier tarea no remunerada, de las que se ocupan las mujeres mientras los hombres están en el trabajo, según explica Business Insider.

«Son hombres con una visión muy tradicional, que ven el hogar como el dominio de la mujer y el trabajo como el dominio del hombre», afirma Joan Williams, directora del Centro de Derecho de la Vida Laboral de la Facultad de Derecho de la Universidad de California, en declaraciones recogidas por el citado medio.

«Son personas como Elon Musk, para quien todo es un concurso de masculinidad, y el lugar de trabajo es el escenario clave. No tienen ningún deseo de seguir trabajando desde casa. No se trata de productividad laboral. Se trata de masculinidad”, añade.

Basándose en esa idea, Williams formuló hace tres décadas la norma del ‘trabajador ideal’, que definió como “alguien que empieza a trabajar al principio de la edad adulta y trabaja a tiempo completo durante 40 años sin descanso, sin tomarse tiempo libre para tener hijos, criarlos o cualquier otra cosa”.

Así pues, sostiene que sólo había dos opciones para resolver la situación que se creó a medida que la mujer se fue incorporando a la vida laboral: o los hombres se ocupaban más de las tareas domésticas y de criar a los hijos o los empresarios tenían que flexibilizar determinados empleos para que las mujeres pudieran compaginarlos con “sus” obligaciones del trabajo y el hogar. Como respuesta, muchas empresas quisieron mostrar sus buenas intenciones, ofreciendo a sus empleadas la opción de trabajar a tiempo parcial o desde casa.

Sin embargo, quienes accedían a estas opciones eran penalizadas. Estas mujeres eran relegadas en los ascensos y recibían tareas menos relevantes e interesantes que sus compañeros. Éste es un problema que incluso llega hasta nuestros días. Así que trabajar desde casa se convirtió en un “gueto feminizado”, en palabras de Williams.

Entonces llegó la pandemia y todo el mundo se puso a teletrabajar y esta opción dejó de ser una cosa de mujeres. Además, los hombres y los empleados más jóvenes descubrieron sus bondades: conciliación, menos distracciones que en la oficina, ahorro de tiempo y dinero en los desplazamientos, etc.

El teletrabajo: ¿algo más blando?

Sin embargo, en la cabeza de muchos dirigentes todavía perdura la idea del teletrabajo como algo más ‘blando’, ya que en las oficinas es donde se realiza el trabajo ‘duro’ y las tareas más importantes, ya que así había sido tradicionalmente.

Tras la pandemia, muchas empresas están adoptando un modelo híbrido, que combina trabajo físico y remoto. Pero también tiene ciertos riesgos. Por ejemplo, encuestas realizadas en Estados Unidos desvelan que las mujeres y las personas de color son más propensas a trabajar remotamente. Y si los hombres blancos siguen dominando la oficina física y son quienes están cerca de los jefes, existe el peligro de que adquieran ventaja sobre los demás. Por eso, es fundamental asegurarse de que los empleados que están en casa sean tratados en igualdad de condiciones.

Y aunque pensemos que la preferencia del trabajo físico frente al remoto quizá pueda ser algo más vinculado a empresas de corte tradicional, observamos que se aprecia incluso en las compañías más innovadoras.

Por ejemplo, Mark Zuckerberg, CEO de Meta, ha ordenado la reubicación de la mayor parte de la plantilla de Instagram que trabajaba en Londres, que ahora tendrán que ir a la oficina de Nueva York, según informa Xataka. Y esta exigencia llega hasta las más altas esferas, ya que el máximo dirigente de Instagram, Adam Mosseri, tendrá que instalarse en la ‘Gran Manzana’, pese a que se había trasladado recientemente a Londres.

Igualmente, hace algunas semanas contábamos que Elon Musk había enviado un correo a los empleados de Twitter indicando que “la oficina no es opcional”. Asimismo, Apple está monitorizando la asistencia física de sus empleados. Y Zuckerberg publicó un comunicado en el que mostraba su preferencia por la asistencia física.