La presencia de capital extranjero en los clubes de fútbol de las ligas más potentes del continente europeo es una realidad palpable. En nuestra competición, La Liga, ya hay siete equipos con propiedad extranjera: Mallorca, Girona, Valencia, Almería, Valladolid, Espanyol y Elche.
En la Premier League inglesa, a la que se suele poner la etiqueta de ‘mejor liga del mundo’, sólo tres clubes cuentan propietarios británicos: Brighton, Tottenham y Brentford. Todos los demás, los más competitivos y conocidos, están en manos de capital foráneo.
Y algo similar ocurre en las ligas italiana y francesa, donde 4 de cada 10 equipos pertenecen ya a propietarios extranjeros. La única de las grandes ligas europeas que mantiene mayoritariamente el control de sus clubes en manos locales es Alemania. Además, el RB Leipzig, creado en 2009 por el austriaco Dietrich Mateschitz, fundador de Red Bull, genera rechazo entre todas las hinchadas rivales.
Si atendemos a los resultados que cosechan los equipos controlados por capital extranjero, podríamos pensar que es un modelo de éxito. El caso más paradigmático es el Manchester City, propiedad de Abu Dhabi United Group, un holding de inversión encabezado por el jeque Mansour bin Zayed Al Nahayan. El equipo dirigido por el español Pep Guardiola, que ya ha ganado este año la Premier League y la F.A. Cup, disputa este sábado la final de la Champions League.
En este partido se medirá al Inter de Milán, presidido por el chino Steven Zhang, hijo de Zhang Jindong, dueño del grupo comercial Suning, que controla el paquete mayoritario de acciones del club desde 2016.
Y si miramos a Francia, el dominio del Paris Saint-Germain en la liga local es insultante, ya que ha ganado ocho de los diez últimos campeonatos. Esta era triunfal arrancó en 2012, un año después de la llegada de los ‘petrodólares’ de Qatar Investment Authority y el ascenso de Nasser Al-Khelaïfi a la presidencia.
Sin embargo, la cosa cambia si miramos a nuestro país. Los tres equipos descendidos este año en Primera División —Elche, Espanyol y Valladolid—, así como los dos que los anteceden —Almería y Valencia—, son de propiedad extranjera.
El primer caso de inversión extranjera en La Liga, hace 30 años, quizá debiera habernos puesto sobre aviso. El pionero fue el empresario de origen ucraniano Dmitry Peterman, que adquirió un 24% de las acciones del Racing de Santander en 2003, haciéndose con el control del club. Aunque no duró, ya que el resto de accionistas retomaros en control en la temporada siguiente.
Como le supo a poco, en 2004 compró el Deportivo Alavés, que entonces militaba en Segunda División. De su mano, el equipo logró el ascenso, ayudado por varios fichajes de relumbrón. Pero Piterman tuvo que poner pies en polvorosa en 2006, tras dejar el club sumido en las deudas. De hecho, fue condenado a pagar 6,8 millones al equipo y cuenta con una orden de arresto internacional decretada por un juzgado de Vitoria.
El Málaga es otro ejemplo de club hundido por la gestión de inversores extranjeros. La llegada del jeque Abdullah ben Nasser Al Thani, perteneciente a la familia real de Catar, inició un breve periodo de gloria. La inyección de capital permitió la incorporación de fichajes que contribuyeron a su clasificación para la Champions League 2012/2013, donde tuvo una meritoria participación, cayendo injustamente en cuartos de final.
Sin embargo, el club fue sancionado por la UEFA por incumplir el Fair Play financiero, no pudiendo participar en la edición del año siguiente de la Europa League, a la que había logrado clasificarse al concluir sexto en La Liga.
Las presión económica que supuso la sanción limitó su inversión y lastró al equipo, que tras cuajar buenas temporadas y quedarse a las puertas de la clasificación europea algún año, acabó descendiendo en 2018. El colapso institucional y deportivo ha llevado al equipo a un nuevo descenso este año, cayendo a Primera Federación.
En La Liga hay otros dos clubes controlados por capital foráneo, el Mallorca y el Girona, a los que les ha ido mucho mejor. No obstante, sus éxitos son muchos más modestos, lejos de los ejemplos de éxito que vemos en la Premier League.
¿Por qué no logran triunfar estos inversores extranjeros? Jorge López, profesor Gestión Deportiva de la Universidad Europea, explica en El Mundo que “el problema de muchas inversiones es que no terminan de entender el campeonato en el que entran”.
Como hemos visto, el patrón que siguen todas las entidades controladas por capital foráneo es muy similar, pasando de una ilusión inicial a la decepción al no lograr sus ambiciosos objetivos y tras importantes inversiones.
Además, si la trayectoria concluye en el dramático desenlace de un descenso, la situación se complica, ya que la devaluación de club dificulta la salida del capital extranjero. El equipo dejar de ser una inversión atractiva para un posible comprador y la desilusión hace que el propietario pierda el interés en su ‘juguete’ y reduzca la inversión, dejando al club en una situación de la que es difícil salir.
Y sin inversión, es difícil sobrevivir en una competición en la que el resto de clubes están apostando por la inyección de fondos para el desarrollo de proyectos que les permitan mejorar la experiencia de sus aficionados, aumentar el rendimiento deportivo o abrir nuevas líneas de negocio, de los que ya hablábamos en EMPRENDEDORES.