Aunque las dimensiones de la actual crisis nos hagan pensar que no hay salida y que todo el mundo está en la misma situación, ésta es un visión muy limitada de la realidad. El problema es que para internacionalizar un negocio hace falta dinero. Según Salvador Marín, presidente de Cofides, “las pymes españolas tienen importantes debilidades financieras estructurales para acometer de modo solvente el proceso de internacionalización debido, entre otros, a diferentes factores: dificultades para financiarse competitivamente a través de los mercados de capitales; ausencia de historial inversor en el exterior; planes de negocio parcialmente desarrollados, prácticas contables y financieras que frecuentemente no facilitan la financiación de sus inversores a través de la banca comercial; y garantías débiles o muy comprometidas”.
Pese a estas dificultades, la apuesta por la internacionalización no deja de ser atractiva para tratar de paliar la restricción del consumo del país. Dos son las maneras de abordar esta salida:
Exportación. Si la empresa sólo quiere vender, la financiación vendrá dada por el uso de un medio de cobro que le permita financiar –generalmente, un crédito documentario– o por el cobro anticipado de una parte o del total del importe de su venta al exterior.
Establecimiento directo. Si la compañía va a establecerse y posicionarse en el mercado exterior a través de una inversión directa o indirecta en una instalación productiva o en la creación de una filial, la ayuda a través de organismos e instituciones es factible. En este punto hay que tener en cuenta que lo normal es que estas opciones no lleguen a financiar el 100% de la inversión. Lo más frecuente es acudir al ICO y al ICEX, por ser las instituciones más conocidas. Las ayudas de Cofides también son muy importantes.