Lo que durante varios lustros ha sido el ‘paraíso’ para muchas empresas de salarios bajos y pésimas condiciones laborales, está cambiando hacia un nuevo modelo productivo.
El fin de los bajos costes
El informe Counting the costs in China: The new imperative to protect margins over the longer-term, de octubre de 2012, de InterChina Consulting, apunta que, entre 2003 y 2010, el coste anual por empleado en China experimentó un incremento del 17%, pasando de 1.534 dólares a 4.579. “No se puede considerar como un país de bajos costes laborales y es más que probable que nunca vuelva a serlo”, sostiene el citado informe, que también señala que, entre 2015 y 2020, China dejará de ser competitiva en costes frente a países como República Checa o México, que tienen cadenas de suministros similares. Según el citado informe, muchas empresas están combatiendo el incremento de costes, yéndose a fabricas a zonas del interior como Chongqing y automatizando determinados procesos: “Los costes laborales de las pequeñas ciudades son más bajos, pero también están subiendo y acabarán equiparándose con el tiempo”, destaca.
India saca la cabeza
En esa búsqueda de bajos costes, muchas empresas han decidido relocalizar sus producciones de China hacia otros países asiáticos como India, Bangladesh, Tailandia, Vietnam o Pakistán.