En Tetuan Valley apuntan el tiro a las empresas digitales y startups, que son las que integran su comunidad, pero hay más de 10 organizaciones, entre cámaras de comercio, asociaciones de jóvenes emprendedores y similares, repartidas por toda España que actúan de agentes intermediarios para todos aquellos jóvenes que quieran acogerse al Programa Erasmus for Young Entrepreneurs de la Comisión Europea.
«Es un programa destinado a jóvenes que se están iniciando en el mundo del emprendimiento que consiste en pasar de 1 a 6 meses, como máximo, en otro país trabajando con alguien que tiene más experiencia», explica Karel Escobar, CEO director de Tetuan Valley e impulsor del programa Startup School. No se trata de unas prácticas, sino de «desarrollar habilidades como emprendedor mientras realizas tareas en esa empresa, trabajando y cobrando por ello». Las cantidades asignadas dependen del sueldo medio de cada país de manera que, mientras que un joven acogido en una empresa de Londres cobra alrededor de 1.100€, los que llegan a España reciben 830€ y 560 € los destinados a Lituania. La agencia intermediaria es la que se encarga de efectuar los pagos al mes a sus correspondientes emprendedores.
Procedimiento
El programa, que la Comisión Europea renueva cada dos años, funciona mediante consorcios. Es decir, que los intermediarios españoles se asocian a empresas de fuera para enviar y demandar emprendedores. «Las conversaciones son del tipo, mira qué empresa tengo y mira que emprendedor tengo», ilustra Karel Escobar.
A los interesados en formar parte del programa no se les exige ni tener empresa constituida, ni tener clientes, ni siquiera haber lanzado nada. Sí es obligatorio hablar inglés, tanto para los que se van como para los que reciben, dado que es el idioma utilizado en la plataforma. Una vez registrados, los candidatos son sometidos a una evaluación para filtrar la oferta. Se analiza en esta fase el interés que tienen los aspirantes para desplazarse, una especie de plan de negocio y el país o tipo de mercado que les interesa.
En cuanto a las empresas receptoras, Karel Escobar dice que el programa puede resultar muy valioso para aquellas que quieren conocer cómo funciona un sector en una región específica, hacer acciones de marketing en otro país o cuando requieren determinadas habilidades como pueden ser desarrollo informático, especialista en redes o cualquier otra dado que los perfiles son muy versátiles.
Motivación
Algo que vigila de cerca la Comisión Europea, que es donde, en definitiva, deben rendir cuentas los intermediarios, es el riesgo de fraude. Es decir que ni las empresas receptoras podrán favorecerse del programa para obtener mano de obra cualificada gratis, ni el aprendiz podrá abusar de la estancia. “Se han dado casos de algunos que han elegido un destino por el mero hecho de que residía allí la novia, o de personas que han aprovechado la estancia en ese país para intentar abrir una delegación mientras cobraba por otro lado”, cuenta Karel. “El intercambio se hace para adquirir habilidades y trabajar y esa debe ser la motivación primordial”.
Un caso práctico
Fernando Alamillo, ingeniero industrial y fundador de la startup fintech Kainve, es uno de los que decidió acogerse al Erasmus for Young Entrepreneurs para desarrollar habilidades como programador, donde sabía que cojeaba. Hizo el intercambio a través de Tentuan Valley y Civita y seleccionó Lituania como país de destino. «Era una empresa de regalos, así que no tenía mucho que ver con el ámbito en el que yo me movía, pero era un ejemplo envidiable de startup que, en 8 años, había conseguido estar presente, además de en Lituania, en EEUU, Inglaterra, Polonia…de manera que, además de a programar, aprendí de ellos cómo se diseña un modelo de negocio potente y escalable», cuenta.
A Fernando Alamillo le gustó tanto la experiencia que, después de culminar los 6 meses de permanencia máxima con el programa, siguió allí otro tanto por su cuenta tratando de avanzar en el proyecto de su startup. No halló la solución que buscaba pero, «en el camino, aprendí muchas lecciones que sólo puedes aprender trabajando en el mercado», dice. Incapaz de sortear el muro, Fernando Alamillo entendió que era el momento de alejarse del proyecto y encauzarse por otra vía. Le surgió la oportunidad de integrarse en el departamento de soluciones del equipo de Opinno y ahí sigue, pero sin olvidar que tiene pendiente un problema por resolver.
¿Qué agradece del programa? «Sobre todo, haber aprendido muchísimo. Me sorprendió también el alto nivel de innovación de los países bálticos y su agilidad a la hora de desenvolverse en el ecosistema emprendedor, mucho más cerca de Estados Unidos que de España, con tanta burocracia. En su momento, también agradecí mucho el respaldo de la organización».