Para Manfred Kets de Vries, el psicoanalista que ha trabajado con grandes emprendedores y directivos, un poco de narcisismo en el mundo de la empresa no tiene por qué ser negativo. El problema llega cuando ese amor propio se convierte en una absoluta autoveneración, un problema que han sufrido las figuras más destacadas del ecosistema emprendedor de las últimas décadas.
Tras trabajar con los grandes emprendedores del mundo en sus conductas narcisistas, Kets de Vries ha publicado un libro, The CEO Whisperer, en el que relata sus conclusiones tras una larga carrera. En la obra, reconoce a Richard Branson, fundador de Virgin, como ejemplo de narcisismo positivo, entendido como una alta autoestima que aporta confianza en uno mismo a la hora de tomar decisiones importantes, una cualidad que no es tan común como parece.
Sin embargo, la línea entre el narcisismo positivo de Branson y la soberbia desmedida es muy fina. Tal y como explica Kets de Vries en El País, al pensar en los grandes emprendedores, “la gente admira a la figura de autoridad que representa el líder, una figura sobre la que ya se sabe que hay un montón de fantasías, empezando con los padres”.
Esta mitificación puede invitar a la persona a autoconvencerse de que en realidad es poco menos que un semidios. Y, entre todos estos emprendedores, el psicoanalista identifica a Donald Trump como ejemplo de narcisismo desmedido, del que dice que tiene “un desorden narcisista de la personalidad, con una combinación terrible de psicopatía que le hace extremadamente rencoroso”.
Las grandes fortunas y las vidas de ensueño que estos grandes emprendedores tienen no ayudan. Según Kets de Vries, “poco a poco se va formando esa idea de privilegio, de que las reglas son para los demás, no para uno”, hasta que “se les derriten las alas, como leemos una y otra vez en la prensa”, explica.
¿Cómo prevenir el narcisismo y la soberbia de los emprendedores?
Según el psicoanalista, el problema de estos emprendedores nace, en muchos casos, en su propio entorno. Se rodean de consultores que les dicen lo que quieren oír, pensando que de esa forma mantendrán sus trabajos y podrán ascender en el organigrama de las empresas. Sin embargo, están creando un problema que puede tener difícil solución.
A pesar de ello, la solución no pasa por enfrentarse cara a cara con los emprendedores. “La terapia es una especie de yudo en el que cuando ellos empujan, tú te retiras; antes de cantarles las verdades, hay que desarrollar la relación; si no, se escapan y dicen que no te entienden, solo cuando has construido esta relación puedes mostrarles poco a poco algunas cosas, ir explorando escenarios con ellos”, explica Kets de Vries.