La preocupación por la apariencia física y la salud se ha convertido en una tendencia mundial. La cumbre del ecosistema emprendedor mundial no es una excepción, sino todo lo contrario, teniendo en cuenta que se trata de un colectivo que acostumbra a estar rodeado de grandes lujos y un modelo de vida a menudo algo excéntrico, si se compara con el del resto de mortales.
El último ejemplo de ello es el caso de Bryan Johnson, un emprendedor tecnológico -fundador y CEO de Kernel- que, a sus 45 años, gasta alrededor de dos millones de dólares al año para poder tener el corazón de un hombre de 37, la piel de uno de 28 y el estado físico de un adolescente de 18. Para ello, cuenta con un equipo médico formado por 30 profesionales, que vigilan diferentes aspectos relacionados con su salud.
Así, el objetivo final del emprendedor es que sus órganos principales, como el cerebro, el corazón, los riñones, los dientes e incluso el pene, funcionen como lo hacían hace ya 27 años, cuando tenía 18. Y, para ello, invierte unos dos millones de dólares anuales en diferentes tratamientos antienvejecimiento, entrenamiento y alimentación. Una cantidad al alcance de muy pocos, y que demuestra una verdadera obsesión por el físico.
¿Cómo lo hace? Tal y como publica Bloomberg, el emprendedor comienza su jornada a las cinco de la mañana, cuando toma decenas de suplementos alimenticios y entrena durante una hora. A lo largo del día, Johnson monitorea cada cierto tiempo sus constantes vitales, y pasa mensualmente varias pruebas médicas para comprobar que su cuerpo sigue estando mucho más sano de lo que cabría esperar a su edad.
El ecosistema emprendedor se apunta al gimnasio
El ejemplo de Bryan Johnson es solo una muestra más de cómo el ejercicio -y la apariencia- físico se ha convertido en una tendencia al alza dentro del ecosistema emprendedor de primer nivel. Esta moda, catalogada en Estados Unidos como el ‘efecto Bezos’, tiene como máximo exponente al fundador de Amazon, aunque la lista de emprendedores cachas no para de aumentar.
Además, los grandes emprendedores que todavía no pasan varias horas a la semana en el gimnasio comienzan a reconocer la necesidad de ponerse en forma pronto. Es el caso de Elon Musk, que fue pillado este verano en su yate con algunos kilos de más. “Tengo que entrenar más y ponerme en forma. Por consejo de un buen amigo he estado ayunando periódicamente y me siento mejor”, afirmó entonces el fundador de Tesla.
Sin embargo, a pesar de que el crecimiento del sector del fitness es sin duda un movimiento positivo para la salud y el bienestar de millones de personas en todo el mundo, la reciente obsesión por el cuerpo en la cumbre del ecosistema emprendedor deja entrever algunos problemas derivados de este culto al físico. Por ejemplo, el body shaming, una práctica que consiste en avergonzar a alguien por no tener un cuerpo cercano a la perfección.