Hasta los antiguos romanos fueron conscientes de los riesgos que entrañaba que un soldado pasara a convertirse en superior de sus iguales. Para evitarlo, cuando un soldado ascendía le cambiaban inmediatamente de escuadrón. Una máxima que ha seguido manteniendo el ejército de Estados Unidos. Sin embargo, afortunadamente, las empresas no tienen por qué seguir estrategias de guerra para triunfar.
Un pacífico decálogo elaborado por expertos en Recursos Humanos y por personas que han pasado por esta situación te ayudará a ser un buen jefe de tus compañeros:
1. Respira hondo
Tómate tiempo para reflexionar sobre tus nuevas relaciones y posición y acepta la situación como algo normal y lógico.
2. Hazles saber que tu relación con ellos no va a variar en absoluto
Tu relación con el equipo debe ser ahora más franca que nunca. Es importante mantener un diálogo abierto y con mucha más profundidad en el sentido profesional. Lo que cambia es la relación profesional, no la personal.
3. Sentido de la equidad
Trata a todos por igual con independencia del grado de relación personal que previamente tuvieras con ellos y comunica personalmente tu ascenso a cada uno de ellos. No todos tus compañeros asumirán de igual forma tu nuevo estatus. Algunos te apoyarán desde el principio y otros cuestionarán tu situación. Lo mejor es no hacer caso a ninguna de las dos posturas y tratar a todos con la mayor objetividad posible.
4. Evita posturas de fuerza
En caso de conflicto, no utilices el poder formal que te otorga el puesto. Gestiónalo desde la autoridad, no desde el autoritarismo, es una trampa en la que puedes caer para evitar el cuestionamiento por parte de tu equipo.
5. No te veas como jefe, sino como líder
Establece estrategias de confianza a través del desarrollo de las competencias de tu equipo. Piensa que no eres su jefe, eres su desarrollador. Hay que seguir trabajando en equipo y con cohesión: triunfa aquel que se percibe como un líder que trabaja con colaboradores más que con subordinados.
6. No hagas que el equipo te sienta fuera de él
Tu situación dentro del equipo ha variado, pero no tu pertenencia al mismo. Para evitar sentirte como un extraño o comportarte como tal, conviene recordar que conoces el trabajo, el entorno y el equipo de profesionales al que tienes que dirigir.
7. Mucho más allá del presente inmediato
Como jefe o como líder, estás obligado a tener una visión de futuro. Es lo que te diferencia ahora de tus antiguos colegas. No formas parte del grupo como un miembro individual, sino que siempre tendrás que ir por delante de los demás y marcar objetivos a largo plazo.
8. El difícil arte de la sutileza
En ocasiones, tendrás que ejercer cierta presión sobre tus antiguos compañeros para que se cumplan los objetivos fijados. A nadie le gusta que su trabajo sea controlado, dirigido o criticado pero, como jefe, esta tarea resulta a veces inevitable. En aquellas ocasiones en la que la presión puede aumentar, lo mejor es mantener una actitud firme, pero flexible, y una visión objetiva de las cosas. Si te cuesta ponerte serio con tus antiguos compañeros, recuerda que lo haces por el bien de todo el equipo. Un buen líder es aquel que crece y hace crecer a los miembros de su equipo. Y esto difícilmente se consigue sin cierta presión.
9. Desarrolla tu capacidad de autoanálisis
Tienes que saber qué estás haciendo bien y qué errores estás cometiendo. En este sentido, tus antiguos compañeros pueden ayudarte a conocer cuáles son tus principales defectos para subsanarlos.
10. Eres el jefe…
¡Una caña para celebrarlo! Si antes acostumbrabas a tomarte algo con tus compañeros a la salida del trabajo, no tienes por qué dejar de hacerlo ahora. Recuerda: es la relación profesional la que ha cambiado la personal no tiene por qué hacerlo.
Cómo solucionar los principales inconvenientes
Solo ante el peligro
En ocasiones te sentirás “solo ante el peligro”. Ya no tienes compañeros con los que desahogar tus penas laborales. Es algo que habrás de asumir y que echarás de menos, sobre todo al principio. Adoptar una postura positiva, serena y optimista respecto a tu nuevo estatus, te llevará a asumir el cambio con naturalidad.
Conocen tus puntos flacos
Los miembros del equipo saben cuáles son tus defectos. Estos puntos débiles que, seguramente, como compañero te toleraban, no te los van a perdonar ahora como jefe. Para solucionar este inconveniente, hay que hacer un ejercicio de 360 feedback, que consiste en darle a cada uno la oportunidad de decirte lo que piensa de ti de forma anónima. Esta información puede resultarte muy valiosa, puesto que te permitirá conocer la opinión de todos y te ayudará a subsanar los posibles errores que puedas haber cometido. Eso sí, hace falta valor y coraje para llevar este consejo a la práctica, pero los resultados te harán comprender que realmente merece la pena.
Si no eres la persona que todos esperaban
Puede pasar que tus compañeros opinen que otra persona se “merecía” más el puesto por diversas circunstancias como, por ejemplo, por antigüedad, por haber ejercido de superior inmediato, etc. Lo lógico es que cuando se produzca el ascenso, sea la propia compañía la que explique los factores que han determinado que seas tú el que lo consiga. Si no es así, la situación supone el primer reto para ejercer tu liderazgo: tendrás que explicar tú mismo la nueva situación para preservar ese clima de confianza necesario para mantener unido al equipo.
El abuso de confianza
Hay que crear lo que se conoce como “distancia de intervención”. Es decir, establecer las reglas desde el principio para evitar el abuso de confianza o el chantaje emocional.