En tiempos de crisis e incertidumbre, guardar el dinero en el colchón es una opción elegida por algunas personas. La desconfianza en el sistema bancario, que ofrecen tipos de interés mínimos -incluso negativos- y no generan demasiada seguridad ante una posible quiebra, es el principal motivo de esta decisión, que puede generar muy diferentes problemas.
El primero de ellos es la inflación. Aunque la subida de los precios no ha sido demasiado elevada en los últimos años, el ritmo al que el dinero pierde valor se mantiene constante. Por eso, guardar el dinero debajo del colchón es una mala idea si se quiere mantener poder adquisitivo.
Para que tu dinero no pierda valor con el paso del tiempo existen diferentes fórmulas, que incluso permiten obtener más rentabilidad por el ahorro que la tasa de inflación. La inversión en Bolsa es una de ellas, aunque tiene ciertos riesgos. Otros mercados, como el inmobiliario, se han convertido en una interesante oportunidad de inversión, incluso para los bolsillos más modestos… En esto, las alternativas son variadas.
Pero, además de la inflación, existen otros problemas derivados de guardar el dinero en casa, como la llegada de Hacienda. Uno de sus objetivos es la lucha contra el fraude fiscal, y utilizar grandes cantidades de efectivo puede poner al ministerio sobre la pista de posibles irregularidades.
Sin embargo, la posesión y utilización de dinero en efectivo no es algo ilegal en España. Si no existe ninguna práctica fraudulenta, no tendrás mayores problemas. Eso sí, el proceso para demostrar el uso legítimo de una gran cantidad de efectivo es largo y costoso, y obliga a los investigados a presentar una gran cantidad de documentos en un corto periodo de tiempo.
El fin del dinero en efectivo, el problema más reciente
Además de la inflación y el radar de Hacienda, un nuevo problema se suma a la lista para los que todavía guardan su dinero en el colchón: la progresiva desaparición del efectivo. En este sentido, la nueva Ley Contra el Fraude reduce de forma significativa el importe máximo para pagar con efectivo, hasta los 1.000 euros.
El cambio de la regulación española sobre el pago con dinero en efectivo se produce mientras los bancos centrales desarrollan sus proyectos de divisas digitales. En el caso del Banco Central Europeo, la institución anunció hace unos meses el lanzamiento de un “euro digital”, que incluiría la tecnología blockchain, la base de las criptomonedas, en su estructura.
Sin embargo, aunque una buena parte de los ciudadanos europeos están acostumbrados a pagar con tarjeta y a realizar compras online -más aún a raíz de la pandemia-, lo cierto es que otros grupos de edad pueden desconfiar o no conocer cómo hacerlo. Por eso, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, quiso dejar claro que el euro digital “nunca reemplazará al dinero en efectivo”.
A pesar de ello, todo parece indicar que el dinero en efectivo desaparecerá de forma definitiva con el tiempo, por una cuestión de desuso. Las nuevas generaciones prefieren pagar con tarjeta, incluso en los comercios físicos, por lo que el dinero en metálico es cada vez menos fácil de encontrar.
En este contexto, el euro digital puede ser una respuesta a las demandas de los consumidores, en un marco donde la trazabilidad y la seguridad de las transacciones no están desarrollados al 100%. En el caso de las criptomonedas, la tecnología blockchain permite eliminar los intermediarios, así como realizar transferencias inmediatas a cualquier parte del mundo, algo que, de forma previsible, será uno de los puntos fuertes del euro digital.