Hasta hace poco, el emprendedor que quería formarse en profundidad para desarrollar su idea, recurría a un MBA. Y, en la mayoría de los casos, se encontraba con temarios que profundizan en todas las áreas de negocio, pero van “más dirigidos a trabajar en empresas ya constituidas y de un tamaño medio o grande” que a poner en marcha un proyecto, afirma Aurelio López-Barajas, director de UNIR Emprende, la aceleradora de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Afortunadamente, en los dos últimos años han comenzado a proliferar programas de alta calidad, incluso en formato MBA, que van dirigidos a los emprendedores. Las instituciones de formación empresarial tratan así de responder a la demanda de un nuevo perfil de alumnos que, ante la crisis, exigen cursos más prácticos.
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“La coyuntura económica está despertando muchas vocaciones emprendedoras”, explica Miguel Sánchez, director de Emprendedores y Competitividad en EOI (Escuela de Organización Industrial). “En estos momentos, esta formación cobra especial relevancia, pues para un recién licenciado puede ser más difícil buscar trabajo por cuenta ajena que poner en marcha su negocio”, añade López-Barajas. Y, de hecho, crecen las solicitudes “no sólo de los recién titulados, sino también de personas en paro que no ven otra salida que emprender”, asegura Raúl Mata, docente del Máster de Creación de Empresas Tecnológicas (Createch) de la Universidad Politécnica de Madrid.
“El emprendedor necesita que todos los módulos del programa giren en torno a su proyecto, necesita incorporar habilidades que le permitan desarrollar su idea y convertirla en empresa, y necesita un entorno que le facilite el acceso a financiación nacional e internacional y el lanzamiento de su compañía”, destaca Miguel Sánchez. El objetivo es dar respuesta a los principales retos de la startup:
Salir al mercado. Muchos programas han adoptado las filosofías lean y agile, “que impulsan a los emprendedores a definir y redefinir su producto con el foco puesto en el cliente y a vender el producto mínimo viable lo más rápidamente posible”, explica el director de UNIR Emprende.
“Antes, los estudiantes redactaban planes de negocios que parecían libros. Ahora, diseñan el modelo de negocio y también salen al mercado con el propósito de testarlo y mejorarlo”, añade Paris de l’Etraz, director del Venture Lab de IE Business School.
Conseguir financiación. Aún es una materia novedosa, pero ya hay programas que enseñan a negociar con los VC o capital riesgo. “El objetivo es mostrar a los alumnos lo que piden los inversores para entrar en el accionariado de una empresa y facilitarles un primer contacto con ellos”, explica Manuel Gandarias, fundador del MBE de la Universidad Politécnica de Madrid, que incluye a inversores en su claustro de profesores.
Más espíritu emprendedor
Un paso más es organizar reuniones con VC, como hace el Venture Lab de IE Business School. Esta es una competición entre emprendedores en la que los finalistas presentan sus proyectos a fondos internacionales, “aunque al final todos los participantes, sean finalistas o no, quedan muy bien preparados en esta materia”, puntualiza Paris de l’Etraz.
Incluso en los cursos que no van dirigidos específicamente a crear empresas, se está notando un “giro hacia el emprendimiento en las necesidades de los alumnos”, afirma Luis Hernández, director del Magister de Gestión Empresarial de la Universidad Complutense de Madrid. Esto se traduce en un mayor peso de las materias de emprendimiento y las “habilidades directivas propias de emprendedores, como resolución de problemas, comunicación y liderazgo”, lo que fomenta el espíritu emprendedor. Con la ventaja del título, “que aumenta la versatilidad profesional del titulado en el futuro”, añade.
El resultado es que muchos alumnos que buscaban una salida profesional, se plantean poner en marcha la idea de negocio que han diseñado en su proyecto de fin de máster. “No todos los que se matriculan en estos cursos quieren crear una empresa, pero nuestro objetivo es que todos ellos aprendan a pensar como emprendedores, ya que el mundo de los negocios es muy incierto”, resume Paris de l’Etraz.