Rasmus Hougaard, experto en mindfulness, asegura en su último libro Un segundo de ventaja (Empresa Activa) que hay cuatro grandes verdades sobre la creatividad en las empresas. La primera, explica, es que «la mayoría de los entornos laborales no favorece la creatividad y cuando estamos bajo presión y sujetos a muchas distracciones es difícil ser creativos».
La segunda es que «las ideas creativas no surgen del pensamiento, sino cuando no pensamos y nos apoyamos en nuestro subconsciente», defiende. «Nuestra tendencia a pensar acerca de los temas de la forma habitual es una de las barreras de la creatividad. A menudo elegimos soluciones que nos resultan familiares o que han dado resultado en el pasado. Esta familiaridad hace que sea difícil romper nuestros patrones mentales y pensar con libertad. Nuestra tendencia natural ante un problema es a repetir lo ya hecho… y luego rumiar un poco más mientras seguimos haciendo girar la rueda sin generar nuevas ideas», explica Hougaard. «Para cortar esta tendencia natural necesitamos simplemente parar durante el tiempo suficiente para dejar que nuestras sinapsis conecten y dejen que nuestro cerebro límbico o subsconciente actúe», propone.
La tercera, dice este experto, consiste en que «nuestro subconsciente experimenta muchas más cosas de las que somos conscientes. Aprovechar esas experiencias es una fuente de nuevas ideas». «El desafío de la creatividad no es sólo tener buenas ideas, sino ser capaces de quedarse con las buenas en lugar de dejar que se pierdan en medio de distracciones», asegura. «Cultivar la creatividad y la innovación en tu subconsciente requiere tiempo. Al principio es posible que lo encuentres algo frustrante y no muy eficaz, pero cuanto más practiques la conexión entre consciente y subconsciente, más fácil se volverá», argumenta.
La cuarta se basa en que el proceso creativo sigue siempre cuatro pasos: formular (que consiste en pensar qué es lo más importante del problema que quieres resolver y cuál sería el resultado ideal), soltar (es crucial olvidarse del asunto pra que tu mente consciente no bloquee tu subconsciente), dar tiempo (dedicarte a actividades que te ayuden a dirigir tu atención a otro lado) y activar (hacer que el subconsciente se conecte con el consciente: dibuja o escribe sin intentar ser muy específico hasta que la respuesta vaya tomando forma).
Esos momentos ¡ajá!
Marta Romo, coach experta en neuropsicoeducación, asegura en Entrena tu cerebro (Alienta) que «es poco probable que podamos controlar el momento en el que tenemos una idea, sin embargo sí podemos aumentar drásticamente la probabilidad de que surja. La clave principal está precisamente en lo que haces antes del momento creativo. Si realizas de forma programada tareas agradables y repetitivas que no te hagan pensar ni forzar el cerbro, esas tareas que te mantienen de alguna manera ausente, después vendrá ese momento ajá. Se trata de esas actividades que silencian el ruido de tu cerebro, que hacen que no pienses en nada concreto ni pongas foco en ningún tema».
«Este no hacer mental nos permite escuchar otro tipo de conexiones neuronales más débiles por ser nuevas, que no podemos atender mientras estamos con presión y con la atención puesta en el objetivo», añade.
Entrenamiento para el día a día
«Jonathan Schooler, de la Universidad de California, habla de vagar la menta, una forma de soñar despierto, de no estar enfocado externamente, sino internamente. Sabemos que cuando hacemos esto, cuando dedicamos tiempo a escucharnos, podemos contactar con nuestra propia visión. Por lo tanto las ideas son más probables cuando puedes mirar dentro de ti y no centrarte en el mundo exterior, cuando te sientes lo suficientemente seguro como para parar y divagar, reflexionar sobre los pensamientos más profundos y no estar preocupado por lo que está sucediendo a tu alrededor por un momento», apunta Romo.
«Cada vez es más difícil tener esas experiencias de descanso, incluso nos nos juzgamos por descansar, parece que no está bien visto y que siempre tenemos que estar ocupados… La red, por defecto, se activa de forma no intencionada, por eso realizar tareas sencillas, agradables, repetitivas o directamente no hacer, son las vías más rápidas para activar este circuito», concluye.
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