Pero ¿por qué no seguir los pasos de emprendedores que han creado su propio negocio para comercializar su invento?
Buenas ideas como el chupa chups o la revolucionaria fregona son sólo dos ejemplos de la iniciativa y tesón de algunos inventores españoles que, un buen día, se empeñaron en sacar adelante su propuesta. Pero, hoy por hoy, no basta con tener una buena idea si no le podemos sacar una rentabilidad comercial. Para conseguirlo, los inventores tienen dos alternativas: vender su patente a una empresa o crear la suya propia para explotar comercialmente su creación.
Los primeros problemas
Una de las primeras barreras que puede encontrar el emprendedor es que su inventochoquecon otro ya patentado. Algunas personas creen que han descubierto la sopa de ajo y se encuentran con que se trata de algo que ya está inventado.
Otras veces lo que sucede es que la idea sólo implica alguna mejora técnica o de diseño en un objeto ya existente. En este caso no se puede patentar, pero se puede solicitar una protección similar, denominadamodelo de utilidad.
Pero el problema más importante que muchas veces frustra al inventor son las dificultades para encontrar financiación. No existe ningún centro que conceda ayudas financieras a proyectos personales y los principales organismos nacionales, como el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI), ponen sus esfuerzos en proyectos de colaboraciones con empresas.
Vender el invento
Lo esencial es construir un buen prototipo, pero cuando no se dispone de los medios necesarios para ello, conviene elaborar una ficha descriptiva con fotografías a escala. Después, hay que buscar al futuro comprador.
● Buscar intermediarios. El Club de Inventores de España en Barcelona y el Grupo de Patentes de la UTC-UGT, en Madrid, ponen en contacto a los inventores con las empresas que podrían estar interesadas en sus ideas. Para ello, disponen de una base de datos muy activa.
● Acción directa. Más complicado es conseguir un hueco en la agenda de las empresas a las que queremos vender el invento. En estos casos, lo mejor es dirigirse al departamento comercial o de marketing, que servirán de enlace con la persona más adecuada.
● Lugar de encuentro. También se puede presentar el producto en una de las ferias de inventos que se organizan en España, que constituyen auténticos puntos de encuentro entre empresas de todos los sectores e ideas innovadoras.
Ideas rentables
Para que los inversores se interesen por las nuevas ideas es imprescindible que se trate de creaciones con una gran dosis de visión comercial. Así, según el registro de concesiones de la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM), la mayoría de los inventos patentados están relacionados con técnicas industriales, como los transportes.
En segundo lugar, por número de concesiones, figuran todos los inventos vinculados con las necesidades del día a día. Sin embargo, éstas son, en realidad, las que están a la cabeza en cuanto a modelos de utilidad. Para los expertos, este tipo de inventos tiene una mayor aceptación. Y no sólo porque surjan más ideas a partir de la observación de las necesidades de la vida diaria, sino también porque, a la hora de elaborar un prototipo, resulta más factible hacerlo de objetos que no tengan una gran dificultad técnica.
En este sentido, lo más recomendable es buscar un proyecto que resulte bueno, bonito y barato. Es decir, hay que inventar cosas prácticas y que no impliquen grandes inversiones, porque cuando tienen que entrar en juego las grandes empresas todo se complica demasiado. No hay que olvidar que inventar resulta caro y que ésta es la causa de que muchas ideas se pierdan en el proceso.
Inventor y empresario
No obstante, algunos inventores prefieren crear su propia empresa para comercializar el producto. En estos casos hay que tener presente que se trata de un proceso largo, pero si se tiene claro el objetivo, se pueden obtener beneficios en un par de años.
● Constituir la empresa. Lo más aconsejable es constituir una sociedad limitada porque implica poco capital social y limita la responsabilidad personal del empresario inventor.
Hay que acabar con la idea del genio que inventa cosas fantásticas y que no tiene ni idea de organizar una empresa. Si el inventor ha creado una sociedad limitada da una imagen empresarial seria. Algo que hoy día resulta esencial.
● Sin prisas. Por mucho que nos ilusione dar a conocer el producto, es aconsejable no tener prisa en comercializarlo. El tiempo prudencial para el arranque del negocio debe situarse en un año, que se puede ampliar hasta tres para los productos muy complejos, porque ésta será una etapa necesaria para consolidar las bases de la empresa.
● Limitar gastos. La misma prudencia sirve para definir las características internas de la empresa. Por ejemplo, se puede subcontratar la fabricación del producto para reducir la inversión necesaria.
● Expansión racional. Una buena política es no intentar abarcar un mercado muy amplio desde el principio, sino limitarse a la zona de origen para ir expandiendo la empresa con paso firme. Nacer pequeñito y hacerse grande en el camino. Después de un año de asentamiento, se puede empezar por comercializar el producto en la comunidad autónoma de origen, y a los cinco años, aproximadamente, ampliar el círculo para intentar salir al mercado europeo o internacional.
● Explotar Internet. Se puede utilizar para dar a conocer la empresa. En un principio todo son pérdidas, pero una vez consolidado el producto, viene la etapa de estabilidad.
● Publicidad asequible. Lo mejor, salvo que el producto lo demande, es olvidarse de la publicidad hasta el tercer año. No obstante, hay medios más baratos para darlo a conocer. Así, cualquier novedad llamativa puede interesar a los medios de comunicación si sabemos vender la idea. A este respecto, conviene enterarse de las revistas especializadas del sector y de los programas de radio o televisión en los que el inventor pueda exponer las cualidades del producto y remarcar la idea de que éste satisface una necesidad no cubierta.
Estos modelos de publicidad gratuita son imprescindibles para una empresa recién creada porque ofrecen una oportunidad única para dar a conocer el producto. Pero el inventor debe tener claro que es él mismo quien debe moverse, especialmente al principio, para conseguir la máxima repercusión de su idea.
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