No es ninguna novedad que muchas de las grandes tecnológicas de Estados Unidos tienen una tradición de reconstrucción permanente que las ha llevado, en algunos casos, a una metamorfosis total de su negocio. IBM, que era una firma de mainframes, saca ahora la mayor parte de sus ingresos del software y los servicios a empresas. También Microsoft, ante el paulatino agotamiento de sus principales líneas de negocio, el Windows y el Office, ha puesto en marcha nuevas actividades correlacionadas con el corazón de su negocio tradicional como Azure (Cloud), Dynamics (CRM) o Linkedin, que compró hace poco por 26.200 millones de dólares.
No son las únicas
Lo mismo está haciendo Amazon, que ha añadido nuevas líneas de negocio a su actividad principal, el comercio electrónico en todas sus variantes, como el Kindle, el Prime Video o los servicios en la nube y que está abriendo nuevas divisiones para reforzar su negocio convencional como son las de transporte, la robótica o los drones.
Otras, sin embargo, van aún más allá y, además de apostar por actividades próximas a su core, ensayan con negocios muy distantes del suyo. Inquietas ante la única certeza existente en el mundo tecnológico (que la triunfadora de hoy puede acabar en la obsolescencia y la desaparición), tratan de prevenirse contra ese peligro desembarcando en negocios tan al límite que parecen ciencia ficción. Lo que hacen, explica Joan Riera,profesor de Emprendimiento de ESADE, no porque sus CEOs sean lunáticos sino porque “en mercados enormes, con cambios que se aceleran y que son exponenciales, cuanto antes entras, más provecho puedes sacar del cambio”. La más destacada en esta carrera por asegurarse un futuro que nadie aún conoce es Google, empresa transformativa donde las haya que recientemente se ha convertido en Alphabet. Después de haber diversificado con Youtube, Android o el Google Watch, Alphabet (en la que Google es sólo una división más), ha desarrollado estos últimos años una cartera de nuevos negocios que desafían la imaginación: drones y nuevos sistemas de transporte, Internet en globos, coche sin conductor, nuevos usos para Maps o máquinas inteligentes.
Pero si la compañía de Mountain View y las demás están en condiciones de llevar a cabo estas caras experimentaciones es sencillamente porque, igual que el Tío Gilito,nadan en dinero. “Tienen unos presupuestos superiores a los de la mayor parte de los Estados del mundo”, apuntaJavier Ulecia,socio fundador de Bullnet Capital. Tan grandes, de hecho, que pueden permitirse adquisiciones billonarias como la de WhatsApp por Facebook (22.000 millones de dólares) o la ya citada de Linkedin por parte de Microsoft.
Por no hablar de que, como sugiere Ignacio Fonts,consejero delegado de Inveready, “estas empresas poseen una situación de casi monopolio sobre sus mercados que les permite dedicar cantidades muy elevadas de fondos a estos objetivos, lo que otras empresas tan grandes –pero en sectores más competidos– no pueden hacer porque tienen que dedicar casi todo el margen que obtienen de sus mejoras de productividad a bajar sus precios para no perder cuota de mercado”.
Lo más importante es que sus apuestas señalan por donde puede ir el mundo tecnológico en los próximos años. Y que, además, no son, ni mucho menos, ciencia ficción. “Se trata de nuevos negocios que responden a necesidades reales de los consumidores y son factibles. En muchos casos, se trata de aplicaciones a gran escala de tecnologías que ya existen”, explica Fonts.
Liquidez abundante
No es casual que estas compañías se lancen a apuestas tan ambiciosas. Cada vez facturan y ganan más dinero y rebosan de liquidez. Apple, que tiene cerca de 225.000 millones de dólares de cash para invertir en el desarrollo de nuevos negocios o ir de compras, ha protagonizado una fuerte escalada de sus ingresos: desde los 156.000 millones de dólares de 2012 a los 234.000 millones del año pasado, un 50% más. En 2015 sus beneficios alcanzaron los 53.400 millones de dólares. No extraña que sea la compañía con más valor en bolsa, 609.000 millones de dólares.
Alphabet (Google), de la que se dice que tiene alrededor de 65.000 millones de dólares de liquidez, facturó 75.000 millones el año pasado, un 63% más que en 2012. Es tan rentable que esos 75.000 millones le produjeron un beneficio neto de 16.400 millones (22%). De ahí que valga en bolsa 541.000 millones.
De momento, estos nuevos negocios, aún no han empezado a dar beneficios. El año pasado generaron pérdidas de 850 millones de dólares, un 5% de los beneficios. También Amazon ha pasado en tres años de los 61.000 a los 107.000 millones de ingresos, un 75% más. Y ha empezado, además, a presentar beneficios, que se multiplicarán en los próximos años, lo que le permitirá acelerar el ritmo de entrada en nuevas actividades.
Diversificar por qué y para qué
Las nuevas tecnologías, la electrónica y el software se han hecho tan omnipresentes que las compañías del Silicon Valley son las que tienen ahora las respuestas más innovadoras en muchos sectores. La fabricación de coches depende cada vez más de tecnologías como el almacenamiento de energía, mapas y navegación, conducción asistida por ordenador, inteligencia artificial, sensores o machine learning. “En el caso del coche sin conductor, uno de los ingredientes clave para que funcione es la inteligencia artificial, que se alimenta de datos de miles de usuarios en tiempo real”, apunta Fonts.
La idea es ensayar con nuevos negocios, en una estrategia de prueba y error, muy típica del capital riesgo. El propósito es que, si bien muchas de estas nuevas líneas de actividad, no dejarán más que pérdidas, se dé con una que garantice una nueva etapa de crecimiento acelerado para la compañía.
El principal motor de estas estrategias de diversificación “está en la personalidad de los hombres que dirigen estas compañías”, afirma José Antonio Moral, experto en tecnología y consejero delegado de Alianzo.