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¿Por qué algunos emprendedores emigran para crear una empresa?

Aunque no hay estadísticas oficiales, crece el número de emprendedores que se plantean la posibilidad de montar sus empresas fuera. Veamos los motivos.

15/02/2016  Isabel García MéndezCrea tu empresa

Por qué algunos emprendedores españoles deciden ‘emigrar’ para poner en marcha sus proyectos?” Aunque no existe una única respuesta para esta pregunta, podríamos hacer un mix de aspectos que, en conjunto, están animando a nuestros jóvenes empresarios a poner tierra de por medio.

En principio, y a diferencia de lo que ocurre con los profesionales y autónomos, el emprendedor que se marcha no lo hace tanto por necesidad como por oportunidad. No busca un futuro que aquí se le niega, sino que entiende que está en un mercado global y que cuanto más cerca esté de todos sus clientes y sus stakeholders más fácil lo tendrá para detectar nuevos campos y para crecer.

Las causas principales

Lo preocupante, sin embargo, es que en los últimos tiempos sí empieza a apreciarse un aumento de emprendedores que primero lo intentan en España y, después, se marchan al exterior porque allí los trámites son más fáciles, la tecnología es más accesible y la financiación más asequible. Detrás de estos tres aspectos se esconde una realidad que, de no corregirse, sí puede provocar una auténtica fuga de talento emprendedor.

Complejidad burocrática. En nuestro país se tarda una media de 28 días en crear una empresa, frente a los 12 de media en la OCDE, los seis de Estados Unidos o los cinco de nuestro vecino Portugal, y no digamos los dos días escasos que se tarda en Australia. Es cierto que se ha mejorado desde los 47 días que se tardaba en 2011 y que muchas de las últimas iniciativas legislativas han ido encaminadas a reducir y simplificar este apartado, pero aún falta que se concrete en normativas tangibles.

En cuanto a los trámites, todavía hay más diferencias. En España se requiere una media de 10 gestiones, frente a las cinco de la OCDE o las seis de EE UU y Portugal, o el único de Canadá. Como recuerda Iñaki Berenguer, cofundador y CEO de Pixable, “cuando fundé una empresa en 2007 en España tuve que pedir cita con el notario, hacer miles de papeleos, esperar un montón de colas… Cuando uno empieza, estas trabas con la Administración te desaniman mucho”. Algo que defiende Miguel Quintana, CEO de Mindfulnets.co: “El principal obstáculo de España es la poca agilidad a la hora de abrir una empresa: en EE UU la abro online en unas horas, en España necesito personarme en un notario y la gestión lleva semanas y hasta meses”.

“Lo que necesitamos es una legislación más flexible, sin la necesidad de cientos de gestiones antes de poner en marcha un negocio”, corrobora Koldo García, cofundador de The Mad Video.

Costes más elevados. Pero es que, además de más complejo, aquí resulta más caro crear una empresa. Es cierto que puedes constituir una SL con apenas 3.000 euros, pero también lo es que tendrás que hacer frente a tasas notariales, registrales, impuestos y Seguridad Social que, como mínimo, ascienden a unos 850 euros. Según la Encuesta sobre Cargas Administrativas en el Sector Turístico, elaborado por las Cámaras de Comercio, el 37% de las empresas del sector encuestadas cifraron los costes burocráticos que tuvieron que soportar en 2012 en 6.000 euros y esta cifra es mayor para un 4% de las empresas, que llegan a pagar unos 30.000 euros entre tasas, inspecciones, impresos, desplazamientos y gestorías.

Es verdad que es una encuesta centrada en el sector turístico, pero los datos son extrapolables al resto del tejido empresarial. Tenemos uno de los impuestos de sociedades más elevados y pocos descuentos. “En el mundo anglosajón, por ejemplo, tienen muchas iniciativas fiscales que benefician a los emprendedores, tales como un Impuesto de Sociedades más reducido, posibilidad de pagar las cotizaciones sociales en función de los ingresos….”, señala Juan Miguel Gómez Berbis, profesor de EAE y de la Universidad Carlos III. O como denuncia David Carrero, cofundador y CEO de Stackscale, “si en España tuviesen exenciones fiscales como no pagar Impuesto de Sociedades durante el primer año por hacer I+D, como ocurre en Ámsterdam, o si se pudiese contratar personal sin costes sociales durante el primer año o se redujese el Impuesto de Sociedades, entonces sería más tentador abrir la empresa aquí”.

Guillermo Ruiz, CEO de Toolea, va más allá: “Deberíamos copiar el modelo inglés. Londres está haciendo las cosas realmente bien: más deducciones fiscales, bajar el autónomo, flexibilizar los pagos de impuestos como el IVA que descapitalizan a las empresas…”.

Acceso a la financiación. Este apartado también es más fácil en otros mercados que en el nuestro. Partiendo de la base de que actualmente el acceso al crédito para las pymes está prácticamente cerrado, el único recurso que les queda es la financiación privada. Y aunque empieza a moverse bastante, sobre todo en lo que se refiere a la inversión en proyectos tecnológicos, lo cierto es que estamos a años luz, por ejemplo, de EE UU.

Para Alejandro Cremades, cofundador de RockThePost, “en este país están las mejores aceleradoras e incubadoras del mundo. Además, hay más de 400 venture capitals con fondos que superan los 100 millones de dólares, mientras que en España se pueden contar con la mano las entidades que invierten en startups. El Gobierno sólo ha creado un fondo con 20 millones, lo que da para financiar un grupo mínimo de startups en fase inicial. Además, en España servicios de financiación online como los que aporta RockThePost a startups son prácticamente inexistentes”. Ruiz lo confirma: “Es necesario atraer capitales privados europeos, los inversores privados no sólo aportan dinero sino conocimiento del mercado, contactos, accesos a grandes empresas, posibles clientes, socios estratégicos… Es absurdo pensar que podemos suplir esto con la financiación pública”.

Según el último Informe GEM, correspondiente a 2012, los obstáculos más destacados por los expertos a la actividad emprendedora en nuestro país estarían encabezados por la financiación (74,3%), seguidos de las políticas reguladoras de la actividad empresarial (54,3%), las normas sociales (51,4%), el clima económico (31,4%) y la educación (28,6%).

Otra mentalidad. Según el mencionado informe, el miedo al fracaso como obstáculo para emprender sigue siendo citado por más de la mitad de la población, en concreto por el 53% de la población, frente al 51,8% que lo señalaba en 2011; es decir, que ha aumentado este miedo. Algo que en el exterior no se da. Es más, apunta Cremades, “cuando un emprendedor estadounidense fracasa, la gente le aplaude para que lo intente de nuevo, mientras que en España le señalarían. Eso genera miedo, ya que es complicado el poder quitarse la fama que le podría crear a una persona el lanzar una startup que fracase. Pero es que, además, aquí tienes que responder con tus bienes personales presentes y futuros ante un posible fiasco empresarial y eso retrae a la hora de asumir riesgos”.

Complejidad burocrática

Según el Doing Business 2013, España está al nivel de Uganda en complejidad burocrática. En la media general de los indicadores, se sitúa en el puesto número 38 de los 182 países analizados; sin embargo, en el barómetro específico de abrir un negocio está en el número 136, ¡dos puestos más abajo que en 2012 y casi en la cola!

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Isabel García Méndez