Un estudio de Harvard del 2012 señalaba que el 75% de las startups acaban cerrando. Otras estimaciones más recientes revelan que esta tasa ha subido. Según Y Combinator, echan el cierre el 90% de las startups. Según CB Insights, la mayoría de estas empresas no suelen durar más que 20 meses.
Inversores predispuestos.
Dado este panorama, “los inversores -explica Daniel Soriano, director del Centro de Gestión de Emprendedores de IE -están habitualmente preparados para aceptar altas tasas de mortalidad en los proyectos en los que entran”. De ahí que estos no duden en in invertir en emprendedores que ya hayan fracasado alguna o algunas veces. “Su estrateia, para minorar el riesgo consiste en diversificar sus inversiones por muchas startups al mismo tiempo”, afirma Soriano.
Historial del emprendedor.
Lo importante es saber por qué ha fallado. No es lo mismo que la compañía se haya visto arrinconada por la competencia, sin fondos suficientes o que los emprendedores hayan hecho mal su trabajo. “A mí -prosigue el experto Javier Ulecia- más que el que un emprendedor haya fallado, lo que me preocupa es que no tenga experiencia”. En su opinión, ello lleva a que prefiera “un emprendedor que haya fracasado, pero haya acumulado experiencia real”. Lo mismo dice Joan Riera, Profesor de Innovación y Emprendimiento en ESADE, quien asegura que “en el mundo de la creación de empresas, el lado práctico es fundamental, porque hay barreras que hay que aprender superándolas directamente”.
Filosofia del fracaso positivo.
Al final este conjunto de circunstancias ha llevado a que no solo se acepte el fracaso sino que se haya desarrollado en Silicon Valley toda una filosofía – a veces algo excesiva – en torno a las virtudes del fracasar, que en inglés no tiene una carga tan fuerte ya que le llaman ‘fail’.
En España, también. En San Francisco, tienen hasta una conferencia dedicada al fracaso y como aprender de él para llegar al éxito, la FailCon, que se ha expandido a otros países, incluido España, donde el concepto de fracaso como puente para un posible triunfo ha ganado adeptos rápidamente. “Pese a que aquí nos costaba mucho admitir que un emprendedor fracasara, eso está cambiando muy rápido. El fracaso es cada vez más una línea en el currículum de los emprendedores muy apreciada, porque delata un aprendizaje intenso, iniciativa, capacidad y madurez”, asegura Riera.