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6 trampas que te hacen sentir como un fraude emprendedor

Si piensas que tus logros empresariales se deben a un golpe de suerte más que a tu esfuerzo e inteligencia, sufres el síndrome del impostor.

22/08/2018  Ana DelgadoCrea tu empresa

Un ensayo de la revista de psicopatología y psicología clínica define el síndrome del impostor como “la existencia de dudas acerca de la propia habilidad, el miedo al fracaso y el mantenimiento de unas bajas expectativas de resultado, todo ello a pesar de una importante historia de éxitos”.

También Mónica Galán Bravo, autora del ‘Método Bravo’, hace referencia a él en su libro. “El síndrome del impostor es una sensación punzante que nos hace sentir que no somos aquello que ofrecemos, que estamos vendiendo diariamente una mentira sobre nosotros y que, cualquier día, van a descubrir que, en verdad, somos un fraude. No se trata de miedo escénico ni de ataques de pánico. Es más bien la profunda, y a veces paralizante, creencia de haber recibido algo que no nos merecemos», dice.

Indica también la experta entrenadora en comunicación, oratoria y comportamiento no verbal que muchas de las personas que padecen este síndrome acostumbran a restar importancia a sus logros y a exagerar sus fracasos de manera que, al final, aceptan de mejor grado las críticas que los halagos acrecentando así este “patrón cognitivo irracional”.

A veces, es también consecuencia de fijarnos solo en casos empresariales de éxito, los más mediáticos, que nos hacen pensar que no estamos a la altura. La realidad, sin embargo, habla de miles de emprendedores más que lo hacen bien sin que nadie lo sepa.

Seis son, según Franck Scipion, las principales causas que hacen que arraigen en nuestra conciencia estas ideas dañinas y limitadoras a la hora de acometer un emprendimiento. El fundador de LifeStyle Al Cuadrado recoge en su libro ‘Revolución knowmada’ las 6 principales trampas que, a su entender, hacen que te sabotees a ti mismo como emprendedor. Sos las siguientes:

El perfeccionismo

“La perfección es la excusa perfecta para siempre retrasar algo…y consolidar tus miedos”. Como muchos otros autores, sostiene Scipion que “hecho es mejor que perfecto” y que ya habrá tiempo de mejorar e iterar el producto o servicio iniciales conforme te va hablando el mercado que es el que de verdad sabe de perfeccionismo.

Agobio innecesario

Relacionado con el afán de perfección, conforme desarrollas una idea de negocio tiendes a detectar cada vez más carencias con la correspondiente necesidad de formarte en ellas. Al final sufres una especie de intoxicación informativa que más que animarte a la acción, te abruma y paraliza antes de tiempo. No es necesario saberlo todo de antemano.

La procrastinación

“De la perfección nace el agobio, del agobio la procrastinación” es el círculo vicioso que describe. Conviene evitar caer en esta espiral negativa de la que es difícil salir. “Si dejas de creer en ti y en tu sueño, nadie podrá ayudarte”. La recomendación para sortear esta trampa es recrearse más en las pequeñas victorias que en los errores y plantearte sencillos retos a corto plazo que te saquen de la procrastinación.

Complicarlo todo demasiado

Lo normal es que un emprendedor que no tenga muy clara la idea de negocio la vaya complicando conforme avanza en ella. El autor lo llama “enormes Frankensteines”. Valga también para elevar el ánimo la frase de Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn, según la cual, “si no te avergüenzas de tu primer producto, es que lo lanzaste muy tarde”.

Sobreplanificación

Ya que sabe que el papel lo aguanta todo pero que, en la realidad, el plan de negocios es algo que no suele cumplirse. Acertar a la primera con algo que no se ha hecho antes es complicado por eso es preferible hacer las proyecciones a la baja y luego ir explorando. Es mejor plantearte límites de gasto que de ingresos. “Adáptate al entorno, permanece atento a lo que surge y no temas pivotar tantas veces como quieras. El camino más rápido hacia la cima de una montaña raramente es una línea recta”, dice Scipion.

Exigir garantías

Se refiere a la necesidad de obtener resultados para seguir avanzando en el proyecto. El problema es que cuando estos no llegan o no están relacionados con lo que se espera corres el riesgo de tirar toalla antes de tiempo. Para no desistir tan fácilmente, recuerda el autor que “las garantías se ganan con trabajo inteligente y constante”.