La cultura empresarial de una pyme poco o nada tiene que ver con los usos y costumbres de una gran compañía. Esta es una de las realidades a las que debe aclimatarse un directivo que decide dar una giro profesional de estas características.
¿Qué motivos pueden llevar a un cambio de este tipo? Mayor capacidad de decisión, mayor autonomía, mayor rapidez en el proceso de toma de decisiones, sentimiento de propiedad del proyecto empresarial… aparte, claro está, de quienes cambian por reestructuraciones de plantilla de las grandes.
Ganar con el cambio
Sin embargo, a veces la casualidad o la coyuntura también juegan un papel determinante. En otros casos, el afán emprendedor tiene mucho que ver.
Entender la empresa
Una vez que el directivo se encuentra en su nueva compañía, es importante que asuma con calma y tranquilidad las diferencias de trabajo y de ‘roles’ entre las dos empresas. Lo primero que se debe hacer en todo cambio es entender la organización, conocer su plan de negocio y generar ilusión y compromiso, a través de un proyecto viable.
¿Qué cambios concretos puede experimentar? Los procesos de trabajo suelen estar más burocratizados en las organizaciones grandes, mientras que en las pequeñas suelen ser más informales. Además, la toma de decisiones suele ser más rápida en las organizaciones pequeñas que en las grandes”. En cualquier caso, tanto o más que el tamaño de una organización, será la personalidad de la misma la que determinará los cambios que vivirá el directivo.
Saber de todo. Multiplicarse y saber de todo son dos habilidades que el directivo va a tener que desarrollar en esta nueva situación. Hay que multiplicarse. El directivo de una pyme, más incluso que el de una gran empresa, ha de realizar múltiples tareas, por lo que es necesario saber administrar muy bien el tiempo y evitar tiempos muertos, comidas innecesarias, reuniones que se prolongan eternamente y cualquier otro tipo de actividades improductivas.
Hombre para todo
En empresas de gran tamaño existen muchas cuestiones de base que ya están resueltas, lo que te permite enfocar tu trabajo en cuestiones estratégicas y de mayor trascendencia.
Responsabilidad. Pero los cambios no solo se producen porque la empresa es diferente, sino también porque generalmente el directivo pasa a tener más responsabilidad.
Actitud. El talante con el que el directivo afronte los cambios es fundamental para que éstos no se conviertan en un problema. Su actitud debe ser de ilusión y compromiso con los resultados y con los equipos. Además, es evidente que desde un puesto de máxima responsabilidad, las experiencias y emociones se viven con una mayor intensidad.