El consumo colaborativo es la punta de lanza de un movimiento que se extiende ya a casi todos los sectores de actividad de nuestra economía: movilidad, turismo, restauración, educación, banca, servicios profesionales, etc. Y que como explica Albert Cañigueral, fundador de la web consumocolaborativo.com, es una forma de consumo que viene de la cultura digital. Internet permite colaborar e interactuar con desconocidos, compartir. Y la crisis ha actuado como un catalizador, ha dado el empuje final para que mucha gente se animara a probar estas cosas”.
España se sitúa, además, entre los primeros países del mundo de esta forma de consumo. “A nivel europeo estamos en el segundo o tercer lugar. Francia está a la cabeza, y la segunda posición estaría entre Inglaterra y España”, asegura Cañigueral. Y la cuestión que está sobre el tapete es si se deben prohibir este tipo de actividades o regularlas para que se integren dentro del mercado como un competidor más. Para saber cómo está afectando a tu sector, pincha aquí.
Negocios millonarios
Vaya por delante que aunque estén bajo el paraguas de negocios sociales o de un uso más racional de los recursos, algunos de ellos son multimillonarios. Uber y Airbnb están valorados en muchos miles de millones de euros.
Detrás hay también nombres de grandes corporaciones. Google es uno de los inversores de Lending Club, la plataforma de lending (préstamos entre particulares) más importante de EEUU. También Uber tiene el respaldo de Google, además de Goldman Sachs y Amazon. Y, según datos de la propia empresa, un usuario suyo puede llegar a facturar unos 66.000 euros al año. Son negocios en el estricto sentido de la palabra. Y atraen a los inversores privados como la miel a las abejas a pesar de que su futuro es incierto por la falta de regulación. “Han evaluado el punto de la demanda que está creciendo mucho y asumen el riesgo, que en este caso está en la regulación. Pero ellos creen que si invierten se hará más grande y si se hace más grande lo tendrán que regular a su favor. Apuestan en el momento previo a lo que creen que va a ser la eclosión de todo esto. No es una inversión segura pero, si se soluciona el tema de la regulación, será un pelotazo”, asegura el experto Guillermo Ricarte.
¿Integrarlas o prohibirlas?
La Comisión Europea ha recomendado no prohibirlas pero ya empiezan a surgir los primeros cotos a estas actividades. Por ejemplo, Cataluña impuso una multa de 30.000 euros a Airbnb (la primera de Europa) por comercializar oferta ilegal y amenaza con impedir el acceso a la firma desde cualquier IP de la comunidad. Hay, además, otros problemas cruciales, como la seguridad, sea en el transporte, en los alojamientos o en la restauración. Pero esto resulta más fácil de resolver: Airbnb lo hizo creando un seguro para cubrir los posibles desperfectos que puedan sufrir las casas de sus usuarios.
Más problemas legales: el pago de tributos. Las empresas intermediarias declaran por su actividad pero no asumen ninguna responsabilidad sobre la forma de proceder de sus usuarios respecto a los ingresos obtenidos a través de ellos.
Pero esto no es una revolución destructiva. Airbnb no se ha creado para acabar con los hoteles, ni el crowdfunding pretende hacerlo con los bancos… Son alternativas nuevas de consumo. Una nueva actividad que es difícil de entender y que genera tensiones porque va muy rápido. Es necesario regularlas, pero no prohibirlas”, apunta Albert Cañigueral.
Productos vs. servicios
Lo curioso es que el P2P se ha desarrollado sin problemas para venta de productos; son los servicios los que generan tensiones. “Ebay es un ejemplo y no ha salido nadie a manifestarse. La explicación es que los servicios de transporte, alojamientos, etc. están mucho más regulados. Y como las empresas que están en ese mercado tienen mucha regulación encima, se quejan, con razón, si les comen el mercado. Hay que buscar una regulación justa para todos, sin prohibir”, comenta Guillermo Ricarte.
El futuro del sector
Posiblemente lo que haga decantarse la balanza hacia la prohibición o la adaptación a la normativa sea la visión de si las plataformas P2P crean autoempleo y generan riqueza, o al revés. Para Ferrer, “si el debate es simplemente esto es legal o no, a día de hoy, con la normativa existente, se resuelve en un minuto. Uber es ilegal: hay transporte de viajeros, ánimo de lucro, actividad económica… Pero las administraciones públicas deben verlo como una oportunidad para mejorar la situación económica y social. Es una oportunidad para generar actividad económica”.
Por eso, “su evolución natural es que crezca más, a un ritmo más acelerado por el efecto Internet, que le da escala. Tiene una velocidad de crecimiento muy superior a los sectores tradicionales”, dice Cañigueral.
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“Hay que verlo como una oportunidad y hay buenos ejemplos de empresas tradicionales que han visto el componente colaboración como algo que si lo integras en tu modelo de actividad, funciona”, explica el experto Miguel Ferrer. ¿Cómo aprovecharla?
1. Un nuevo canal de ventas para ti
Sí, en lugar de un competidor puede ser un aliado. Así lo han entendido, por ejemplo, los inversores que se han unido a Lending Club. El 70% de las inversiones que se realizan en esta plataforma de lending son de inversores institucionales. Y un hotel de México, el Drift San José, sólo puede reservarse a través de Airbnb. “En algunos países los taxistas se han metido en Uber. Trip4real tiene particulares y profesionales que hacen de guías turísticos. Es un canal más de ventas para el profesional. A las plataformas de servicios profesionales les interesa mucho tener autónomos porque les ahorra problemas”, afirma Guillermo Ricarte.
2. Crea un pequeño espacio de consumo colaborativo
Morgan Stanley ha empezado a ofrecer a sus clientes la opción de invertir en plataformas de préstamos alternativos. Decathlon permite a sus clientes vender sus prendas usadas a través de su plataforma Trocathlon ofreciéndoles a cambio el dinero obtenido en dinero Decathlon, para renovar su material deportivo. “eBay es el gran referente de todo esto. Hay gente que monta un marketplace para vender discos, ropa, etc. Y otros, como Decathlon o P&G que han creado un espacio de innovación para facilitar la colaboración de los usuarios en diseño de producto y que genera retornos para particulares”, explica Ferrer.
3. Busca tu propia oportunidad
“El patrón es bastante repetitivo en Francia, que va a la cabeza, y es el mismo que se está siguiendo en España. Primero empezó el turismo, luego la movilidad, después la banca, la educación o el intercambio de conocimiento. También el retail aupado por un cambio de mentalidad en el consumidor, que ahora está empezando a aprender que el acceso es mejor que la propiedad. Lo hemos visto en muchos temas: por ejemplo, negocios sustentados en el alquiler, como el de herramientas de bricolaje, se alquilan en lugar de venderlas o como empresas que alquilan o ayudan a montar circuitos de reventa de sus propios productos, como en eBay. Se empieza a entender que una venta no se termina en la primera transacción, sino que luego hay un ciclo de vida del producto donde pueden volver a tener contacto con el cliente”, explica Cañigueral.
Otra clave puede estar en la adaptación de estos negocios al móvil. Por ejemplo, Wallapop es un servicio en el que se venden todo tipo de productos de segunda mano que ha nacido para utilizarse en el móvil. Gracias a la geolocalización, el usuario puede saber qué productos de segunda mano están más cerca de su ubicación.
Hay también oportunidades ofreciendo servicios concretos a estas nuevas plataformas. “Por ejemplo, en Alemania hay una aseguradora que la puedes contratar por horas y por teléfono, para las plataformas de alquiler de coche entre particulares. Y hacen falta nuevos formatos de seguros para todo el segmento de compartir experiencias”, apunta Miguel Ferrer. La web compareandshare.com se ha creado para ayudar a los usuarios de Airbnb a comparar las ofertas que propone esta plataforma.
4. Tu público objetivo
Analiza qué ventajas ofrecen los negocios colaborativos de tu mercado. Por ejemplo, los préstamos P2P te dan mejores condiciones que los bancos y acceso a financiación de personas que no la obtienen de la banca tradicional. Pero la motivación no es exclusivamente económica. Como explica Guillermo Ricarte, “si la gente utiliza estos modelos es porque les aporta valor. Son negocios complementarios. En transporte, por ejemplo, la gente quiere un transporte más eficiente y más conveniente. Pero hay hueco para todos: para el que quiere llegar más rápido, el que busca lo más barato y el que persigue comodidad”.