Después de varios años hablando del euro digital, parece que el diseño de su marco regulatorio afronta su recta final
El continuo retroceso de los pagos en efectivo, el auge de las transacciones digitales y el boom de las criptomonedas han sido algunos de los factores que han impulsado la creación de divisas digitales por parte de diversos bancos centrales. Por ejemplo, China, Bahamas, Nigeria o Hong Kong ya tienen su propia moneda digital. Y Singapur o Tailandia ya tienen muy avanzados sus proyectos.
El Banco Central Europeo (BCE) lleva mucho tiempo analizando las posibilidades, consecuencias, ventajas, inconvenientes y la forma de lanzar el euro digital. Y como todo en la Unión Europea, es un proceso largo y con muchos pasos intermedios. De hecho, hace ya tres años que el BCE anunció el lanzamiento del euro digital, de lo que ya nos hacíamos eco.
“Si bien el 60% de las personas encuestadas desearía seguir teniendo la opción de utilizar dinero en efectivo, un número cada vez mayor de personas opta por pagar digitalmente, utilizando tarjetas y aplicaciones emitidas por bancos y otras empresas digitales y financieras. Esta propensión se vio acelerada por la pandemia de COVID-19”, explica la Comisión Europea.
Así pues, la institución va a dar otro pequeño empujón al desarrollo del euro digital a través de una propuesta “para establecer el marco de un posible nuevo formato digital del euro que el Banco Central Europeo podría emitir en el futuro, como complemento del efectivo”.
“Este marco garantizará que las personas y las empresas puedan disfrutar de una opción adicional, además de las actuales opciones privadas, a la hora de pagar digitalmente con una forma de dinero público ampliamente aceptada, barata, segura y resiliente en la zona del euro, como complemento de las soluciones privadas que existen en la actualidad”, detalla la Comisión Europea.
“El euro digital ofrecería a los consumidores una solución alternativa de pago a escala europea, además de las opciones existentes en la actualidad. Esto significaría más posibilidades de elección para los consumidores y un papel más importante del euro a escala internacional”, añade.
Asimismo, hace hincapié en que se podría utilizar tanto para pagos tanto en línea como fuera de línea. “Los pagos podrían efectuarse desde un dispositivo a otro sin conexión a internet, en una zona remota o aparcamientos subterráneos”, apunta.
También destaca la mayor privacidad de esta forma de pago. “Mientras que las transacciones en línea ofrecerían el mismo nivel de privacidad de los datos que los medios digitales de pago existentes, los pagos fuera de línea garantizarían un alto grado de privacidad y protección de datos para los usuarios, ya que les permitirían realizar pagos digitales revelando menos datos personales de lo que hacen ahora cuando efectúan pagos con tarjeta, de forma exactamente igual que pagando en efectivo, y revelando lo mismo que cuando retiran efectivo de un cajero automático. Nadie podría ver lo que pagan las personas con el euro digital fuera de línea”, agrega la Comisión Europea.
¿Y qué pasa con los comercios? ¿Tendrán que aceptar el euro digital? La propuesta especifica que “los comerciantes de toda la zona del euro tendrían que aceptar el euro digital, excepto los comerciantes muy pequeños que opten por no aceptar pagos digitales, ya que el coste de crear una nueva infraestructura para aceptar pagos en euros digitales sería desproporcionado en este caso”.
Así pues, la institución trata de proteger los intereses de esos pequeños comercios, para los que adoptar el pago con euros digitales puede resultar más complicado. Del mismo modo, también trata de proteger el uso de dinero en efectivo “y garantizar que esté ampliamente aceptado como medio de pago y que siga siendo fácilmente accesible para las personas y las empresas de toda la zona del euro”.
“Aunque la aceptación de efectivo es alta por término medio en toda la zona del euro, han surgido problemas en algunos Estados miembros y sectores. Al mismo tiempo, algunas personas tienen dificultades para acceder al efectivo, por ejemplo, como consecuencia del cierre de cajeros automáticos y sucursales bancarias”, apunta la Comisión Europea.
De esta manera, ha presentado una propuesta con el objetivo “de salvaguardar la aceptación permanente y generalizada de efectivo en toda la zona del euro y velar por que las personas tengan un acceso suficiente al efectivo para poder pagar de esta forma si así lo desean”.
Por tanto, prescribe que “los Estados miembros tendrán que garantizar la aceptación generalizada de los pagos en efectivo, así como un acceso suficiente y real al efectivo mismo”.