x
Contenidos exclusivos, revista física
y muchas más ventajas

Salidas posibles en una situación de crisis

Una vez que hayas calculado tu nivel de endeudamiento y conozcas la situación del negocio, el siguiente paso es hacer un plan de viabilidad, para ver si puedes continuar intentando ...

21/10/2011  Pilar AlcazarGestión

1. Hacer un plan de viabilidad

Como explica Marta Brosa, socia de Brosa, Abogados y Economistas, “lo primero es detectar si la empresa es viable o no. Sólo si hay viabilidad, tiene sentido luchar y dedicar los recursos a la continuidad del negocio. El camino natural en esos casos es la reestructuración de la empresa, concretar si hay recursos económicos para asumirla o capacidad de endeudamiento para financiarla y aplicar los objetivos marcados en el plan de viabilidad, que deben estar enfocados a potenciar los ingresos. En caso contrario, debe optarse por el cierre”.

Debes tener en cuenta
Un plan de viabilidad te debe permitir conocer todos los puntos críticos de tus áreas de actividad: producción, comercialización y proyección financiera. Debes analizar tu mercado y ver posibilidades de internacionalización o ampliación del mercado actual, tu cartera de productos (para eliminar los que no sean rentables o mejorar los que tengan posibilidades de mejora), tus acciones de marketing y ventas, la misma idea de negocio, la organización… y crearte un plan de supervivencia que contemple los cambios necesarios en la actividad y las necesidades de financiación.
“El plan debe decir cómo vas a salir del bache, si vas a eliminar una línea de productos, si solicitarás refinanciaciones, si vas a dilatar tus plazos de pago o acortar los cobros. No debe limitarse a cumplir tus obligaciones y a pagar tus deudas, sino que tiene que estar enfocado a generar negocio. De poco sirve poner una mano en un agujero, si mañana van a salir otros”, advierte López.
“Además, debe incluir una serie de hitos a conseguir, en el corto y largo plazo. Estos objetivos se deben enmarcar en un plazo que no supere los tres años. Además, debes realizar revisiones periódicas trimestrales y otras profundas cada seis meses, para ir corrigiendo posibles desviaciones”, añade Sergio López.
Es posible que para acometer el plan de reestructuración necesites una inyección de capital en tu negocio. En este sentido, recuerda que “una regla de prudencia y equilibrio financiero básica es que las deudas totales contraídas por la empresa no deben superar nunca el valor de los fondos propios. La principal fuente de financiación deben ser los recursos propios y no los ajenos”, explica Marta Brosa.
Si solicitas más financiación, “es importante tener en cuenta la relación entre endeudamiento a corto y a largo. La calidad del endeudamiento es mejor cuando la proporción de financiación ajena a corto sea menor”, recomienda Brosa.
Por último, debes diseñar un plan de contingencias previendo las posibles desviaciones que se produzcan en un futuro, para resolverlas a tiempo.

2. Disolución y liquidación ordenada

La disolución y liquidación de una empresa implica el cierre del negocio y la realización de todos sus activos para pagar sus pasivos (deudas). Si no pueden atender sus pasivos, es cuando la compañía deberá presentar concurso. La ventaja de optar por la disolución es que se podrán pactar acuerdos de forma individual con los deudores según los intereses de cada uno. Además, se reducen todos los costes que comporta un proceso concursal”, comenta Marta Brosa.

Debes tener en cuenta
Carlos Guerrero, socio de MAB Legal&Corporate, dice que “los pequeños empresarios suelen limitarse a dejar inactiva la empresa presentando el documento 036 de declaración de Hacienda y luego se encuentran con sorpresas. Si tienen acreedores, pueden exigirles responsabilidades. Hay que resolver bien la situación e intentar pagar. Si hay que presentar concurso, se debe presentar, en el plazo legal”.