Lager, Pilsen, Ale, IPA, Stout, Wiessbier… Es tal la cantidad de variedades y marcas de cerveza que vemos al mirar el lineal de cervezas de algunos hipermercados que puede provocar más mareo y dolor de cabeza que ingerir esta bebida.
En los últimos años, hemos pasado de consumir unas pocas marcas de cerveza, sin importarnos demasiado cuál era y sin tener ni idea de qué tipo de elaboración tenía, a convertirnos en auténticos expertos. Y si no, al menos sí que hemos aprendido que hay opciones casi para todos los gustos.
Este ‘boom’ de la cerveza se produjo en la pasada década, cuando aparecieron muchas pequeñas empresas que detectaron un nicho de mercado sin explotar y comenzaron a elaborar cervezas artesanas, siguiendo el ejemplo de otros países, como Estados Unidos.
Era una oportunidad de negocio interesante en un momento en el que la crisis económica había dejado a muchas personas en el paro y había obligado a echar el cierre a muchas pymes. Además, los amantes de la cerveza que se lanzaron a emprender descubrieron una forma de rentabilizar su pasión por esta bebida.
Por aquel entonces ya nos hacíamos eco de las oportunidades que brindaba la producción de cerveza artesana y recogíamos algunos ejemplos de emprendedores que se habían lanzado a este negocio por afición o buscando una salida o un cambio laboral.
La acogida de algunas de estas iniciativas fue muy buena y pronto se hicieron con un hueco, llamando la atención de las cerveceras tradicionales. Así pues, las grandes compañías se lanzaron a comprar aquellas marcas que empezaban a despuntar.
Por ejemplo, el grupo Mahou San Miguel compró Brutus y creó un hub para productores de cerveza artesanal. Asimismo, el grupo Heineken adquirió La Cibeles. Y ABInbev se hizo con La Virgen.
A la par, todas las cerveceras tradicionales comenzaron a desarrollar sus propias bebidas artesanales, además de rescatar marcas locales prácticamente caídas en el olvido.
El tirón de las cervezas ‘craft’
También empezaron a aprovechar el tirón de las cervezas craft para revestir sus propias marcas con los atributos de aquellas. Todas ellas hablan ahora de tradición, calidad, etc. “Le han cogido el discurso a las cervezas artesanas y se han acoplado a él aprovechando parte de su fuerza y cerrando más huecos a las pequeñas cerveceras”, afirma Israel G. Montejo, periodista especializado en el sector y director de Factoría de Cerveza, en declaraciones para El Confidencial.
De este modo, aunque al mirar las estanterías de los establecimientos veamos muchísimas cervezas artesanas de distintas marcas, la realidad es que la mayoría de ellas pertenecen a estos grandes grupos.
Según los datos el ‘Informe socioeconómico del sector de la cerveza en España 2022’, elaborado por Cerveceros de España, el grupo Mahou San Miguel lidera el mercado por volumen de producción (31,2%), por delante de Grupo Damm (27,6%) y Heineken (24,5%). Entre los tres grupos acaparan el 83% del mercado.
Sin embargo, las cerveceras independientes produjeron solamente 0,14 millones de hectolitros de cerveza de los 41,1 millones que se elaboraron el pasado año en nuestro país. Esto supone apenas un 0,3% del mercado español.
Además, el segmento de las pequeñas cerveceras está muy atomizado. Así pues, las compañías que elaboran menos de 500 hectolitros al año suponen un 24% de cuota de producción del conjunto de cerveceras que elaboran menos de 50.000 hectolitros. Y si agregamos todas las que producen menos de 5.000 hectolitros, suponen un 87% del total. No obstante, el 76% de la cerveza elaborada por estas pequeñas compañías es producida por el 20% de las fábricas que se engloban en este segmento.
El informe de la asociación sectorial también descubre que la producción de las cerveceras que elaboran menos de 50.000 hectolitros descendió un 3% respecto al ejercicio anterior. Igualmente, advierte que se redujo el número de centros operativos. Y señala que se registran un 35% menos de cerveceras en este segmento y una producción un 20% menor respecto al periodo prepandemia.