La autonomía y el déficit de estaciones de carga, junto a su precio y la falta de stock, son algunos de los obstáculos que están ralentizando la adopción del coche eléctrico en nuestro país.
Según los datos de ANFAC, se han vendido algo más de 45.000 vehículos eléctricos en nuestro país en el último año. Este tipo de vehículos continúan siendo la opción menos escogida por los españoles al elegir entre los denominados electrificados, entre los que se incluyen los híbridos diésel, los híbridos enchufables de gasolina y los híbridos de gasolina, que son los preferidos por los españoles en esta categoría.
Sin embargo, la transición hacia el coche 100% es ineludible, ya que la Unión Europea ha fijado en el año 2035 el fin de la producción de vehículos de combustión. Por eso, la industria de la movilidad eléctrica está investigando soluciones más eficientes y prácticas para mejorar la carga de los vehículos eléctricos y aumentar su autonomía.
Una de las propuestas más prometedoras es la carga inalámbrica mediante inducción, una tecnología que permite cargar los coches eléctricos mientras se encuentran en movimiento por las carreteras. Este sistema se basa en el principio de la transferencia de energía eléctrica sin contacto físico. Gracias a unas bobinas de inducción instaladas en la carretera —bajo el asfalto, a unos 12 centímetros de la superficie— y en el suelo vehículo, se crea un campo electromagnético que permite la transferencia de energía eléctrica de forma segura y eficiente.
De este modo, mientras que los coches eléctricos circulan por la carretera, los dispositivos instalados por debajo del vehículos se conectan al campo electromagnético y reciben la carga necesaria para su funcionamiento.
Esta tecnología tiene varias ventajas. En primer lugar, permite una carga continua mientras el vehículo está en movimiento, por lo que no hay que hacer largas paradas para recargar. También evita tener que estar pendientes de planificar las paradas en aquellos lugares donde haya estaciones de carga. Además, no requiere cables ni enchufes. Así pues, este sistema podría acelerar la adopción del coche eléctrico.
Sin embargo, también tiene algunos inconvenientes. El mayor reto es el despliegue de la infraestructura necesaria en las carreteras. Esta tecnología requiere instalar bobinas de inducción en las vías para crear los campos electromagnéticos, lo que exige una inversión significativa. Según indica El Economista, cada kilómetro de vía electrificada supondría una inversión de 2 millones de euros.
Ya se están haciendo pruebas para conocer mejor las limitaciones y posibilidades reales de este sistema. Por ejemplo, en Chiari (Italia) se ha construido el circuito de pruebas Arena del Futuro, un proyecto nacido de la colaboración entre Stellantis —fabricante de las marcas como Fiat, Alfa Romeo, Peugeot, Citroën, Opel o Jeep, entre otra—, A35 Brebemi —filial del grupo mexicano Aleatica—, varias universidades, centros de investigación y organismos públicos italianos.
En los ensayos realizados se ha probado el rendimiento de esta tecnología a bordo de un Fiat 500 Eléctrico. Discurriendo dentro de los rangos de velocidad en los que se circula habitualmente por autopista, el coche ha recibido desde la carretera la electricidad suficiente para no tener que consumir energía de su propia batería. Es decir, los kilómetros recorridos por el vehículo no han hecho disminuir su autonomía.
El Economista resalta que la eficiencia del flujo de energía que se transmite desde el pavimento hasta el automóvil es similar a la que se puede encontrar en las estaciones de carga rápida. Por otra parte, precisa que el circuito utiliza corriente continua en lugar de corriente alterna, ya que reduce pérdidas de potencia y asegura una integración directa con la electricidad procedente de fuentes renovables, sin necesidad de convertirla a corriente alterna. También indica que este sistema permite el uso de cables de aluminio, que son más finos, ligeros y fáciles de reciclar que los de cobre.
En Suecia y Alemania también se está probando esta tecnología. En la localidad sueca de Gotland ya se ha lanzado el primer autobús en pleno funcionamiento que utiliza la infraestructura de carga inalámbrica. Y en la ciudad alemana de Balingen pronto empezará a funcionar un tramo de carretera dotado con carga inalámbrica para vehículos eléctricos, que será probado con un autobús eléctrico de servicio público.
Si este sistema acaba triunfando, también podría ser importante para facilitar el autoabastecimiento energético en los hogares. Algunos coches eléctricos cuentan con tecnología de carga bidireccional, que permite devolver a la red doméstica la energía acumulada en su batería cuando sea necesario, como ya contábamos en EMPRENDEDORES. Si se logra que ambas tecnologías sean compatibles, podría suponer un paso adelante en el autoabastecimiento.